Pero si a usted no le va meter la cabeza bajo el ala y quiere expresar sus opiniones de manera educada, más todavía, sin hacer sentir mal a su interlocutor, entonces deberá nutrirse de técnicas de control temperamental para salir airoso de cualquier situación.
De la mano de la psicología, la ciencia y la experiencia
personal usted puede desarrollar habilidades que le permitan mantener siempre
la calma, a pesar de que le estén tocando sus botones rojos. A veces
se trata tan solo de controlar la
melodía de su voz o gestionar la manera en que mira a su interlocutor,
aunque en muchas ocasiones deberá recorrer un inevitable camino interior de
autorreflexión que le sitúe en un plano en el que rápidamente consiga ponerse
en el lugar del otro. Eso es, no hay fórmulas mágicas que valgan, la empatía es
el primer paso para una victoria holgada en un debate. Dicho esto, hay pequeños
trucos y técnicas que le pueden ayudar a completar su excelencia oracional.
Veamos:
1. Evite el 'sincericidio'
¿Cuántas veces ha vivido una discusión que tomaba una deriva
dramática irreversible con final a gritos y descalificaciones? ¿Todas las
discusiones han de acabar siempre así? ¿No sería mejor evitar discutir a toda
costa? Sheila
Estévez, psicóloga especialista en conflictos emocionales nos explica que “discutir
no es malo, es positivo, sano y fruto de la madurez”. Para la especialista
siempre es positivo conversar “y si hay desacuerdos, es preciso negociarlos
mediante una discusión”.
El problema está cuando
percibimos que el contenido de una conversación nos produce un sentimiento de
injusticia, esto hace que “interpretemos una opinión como algo
que ataca a nuestra persona y esta emoción, junto a la ira, enciende las
alertas que transformarán un encuentro en desencuentro”, continúa Estévez. En
estos casos, esas situaciones en que uno ya prevé de antemano que ese encuentro
va a tener un punto de no retorno “ahórrese el sincericidio”, comenta
la psicóloga. “No siempre es necesario decir lo que uno piensa. Ello dependerá
de la finalidad, del coste emocional y del vínculo con la persona con quien
estemos discutiendo. Hay situaciones en que entre
exponerse y no decir nada, es más sano mostrar un 'silencio
administrativo' si
no queremos alimentar un posible conflicto a posteriori”.
2. Practique la escucha activa
La escucha activa es un conjunto de técnicas diseñadas para
ayudarle a escuchar y entender lo que dice otra persona y, en consecuencia, que
le ayudarán a expresarse con claridad. Lo primero que ha de hacer cuando
aplique la escucha activa es “no tomarse a nivel personal la opinión de los demás,
del mismo modo que los otros no se tomarán sus palabras como un ataque contra
ellos”, explica Estévez.
Una vez esté mentalizado de esto entonces debe
“escuchar el mensaje en lugar de ir gestando la respuesta mientras le están
hablando —cosa que se hace como contraataque, la mayoría de veces—, con lo que
no estaríamos discutiendo inteligentemente”, relata la especialista.
Como la escucha activa se centra tanto en los hechos como en
los sentimientos, consigue reducir la tensión y la actitud defensiva, y permite
que los conflictos se resuelvan de manera más efectiva.
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