Sabemos que errar es humano, sin embargo a la hora de hablar del tema es más fácil poner la vista afuera que mirarnos a nosotros mismos. ¿Cuál es la importancia de registrar nuestras equivocaciones? ¿Por qué es tan difícil aceptarlas? Preguntas y respuestas de un dilema que nos cuesta a todos.
Cuántas veces repasamos situaciones una y otra vez, sin
poder ver en qué nos equivocamos, más allá de la herida narcisista que implica
darnos cuenta que hicimos algo mal, miles de pensamientos
entran en juego al momento de enfrentarnos a nuestros errores. Esa
lupa que usamos para marcar las equivocaciones ajenas se vuelve bastante
borrosa cuando se trata de las nuestras, y más de una vez terminamos haciendo
la famosa vista gorda en lugar de detenernos a reflexionar sobre una situación
que nos resultó conflictiva.
No podemos decir que ver nuestros errores duele, pero de lo
que sí estamos seguros, es que nos genera un malestar, nos pega en el medio del
ego. Esa
resistencia a aceptarlos, muchas veces, es la que funciona como venda para
poder revertir situaciones. Hablamos de ese
instante en el cual sentimos que algo no está bien, pero nos quedamos inmóviles
sin poder descifrar qué es exactamente lo que nos está molestando.
Está claro que llegar a decir esta expresión implica un
largo camino, a nadie le gusta enfrentarse con su lado vulnerable, y tal vez
esa sea la razón, por la cual nos resulta tan difícil aceptar los errores. En
el fondo, hay una especie de lectura latente de que equivocarse nos vuelve
débiles, chiquitos, ante un mundo perfecto que no está hecho para perder el
tiempo en reparar errores. Esta visión errónea
del error, valga la redundancia, muchas veces nos lleva a querer ocultarlos,
como si ignorándolos pudiéramos corregir aquello que hicimos mal.
Es necesario comprender que empezar a trabajar nuestros
errores, no sólo tiene que ver con poder aceptarlos ante un otro, sino que el
objetivo principal es poder
reconocerlos ante nosotros mismos. Lo que en psicología
se suele llamar #INSIGHT, ese "darse cuenta" de nuestro propio
accionar es la pieza fundamental de este tema. Desarrollando
nuestro grado insight podemos
encontrar la manera de llegar a percibir los errores cometidos. Lo
cual implica sincerarnos frente a nuestro ego, y empezar a construir
autocríticas.
La única manera de no volver a caer en ellos es entender en
qué nos equivocamos. Solo se aprende aquello que se entiende, si pasamos por
alto una equivocación, es muy probable que sea la antesala a repetirla una y
otra vez, poder registrar aquello que hicimos mal nos abre un abanico de
lecturas diferentes de las cosas, nos ayuda a reflexionar sobre cómo mejorarlas
y que podemos cambiar desde nuestra conducta.
Muchas veces el no poder aceptar un error repercute en
nuestros vínculos. No hay nada más perjudicial en las relaciones humanas que el
querer defender una equivocación bajo capa y espada, por el solo hecho de no
querer sentirnos débiles frente al otro. Debemos entender que reconocerlos,
poco tiene que ver con la debilidad, no hay imagen de persona más fuerte, que
aquella que aceptó el error, lo enfrentó y lo superó no solo las virtudes
hablan de nosotros, también nuestras equivocaciones nos describen.
Podemos
crecer si nos aceptamos con todo el combo. Se trata de conocernos a nosotros
mismo porque únicamente de esta manera podemos lograr llevar adelante cambios
importantes.
Por lo tanto hay una realidad: ¡¡a
nadie le gusta equivocarse!! ¡¡¡No nos gusta para nada!!! Pero la vida es
intentar, y el intentar muchas veces trae implícito equivocaciones. Si las
reconocemos, el aprendizaje obtenido es un pasaporte a la superación de las
mismas, si en cambio, las ignoramos, no hacemos más que dilatar el tiempo de
tener que enfrentarnos, tarde o temprano, nuevamente con la misma situación.
Por eso, retomando nuestra frase inicial, todos sabemos que errar
es humano, lo que debemos aprender es que persistir o no en el error, ya
depende de cada uno de nosotros.
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