sábado, 11 de agosto de 2018

Aprender A Saber

Al ritmo al que cambia la sociedad, depender únicamente de lo que se sabe, provoca que las personas rápidamente se deprecien, pierdan vigencia y valor. El único remedio para evitar anquilosarse es aprender. Para el presente, el conocimiento es esencial. Para el futuro, aprender es la clave.

Indiscutiblemente, nuestra vida está organizada alrededor del saber. Nadie te contrata para un trabajo sin revisar tu curriculum y verificar lo que sabes (qué carrera y en qué universidad estudiaste). Todos los países han establecido 12 años de enseñanza obligatoria pero el colegio ha terminado imitando al concurso Quien quiere ser millonario al convertirse en una interminable sucesión de saberes (asignaturas) que todos los niños deben dominar, aunque inmediatamente olvidan casi todos esos conceptos.

Para el sistema educativo, aprender no es prioritario ya que evalúa el resultado pero no el proceso. Nadie pregunta a un niño qué aprendió sino cómo le fue, qué nota sacó. Y la tendencia no hace más que acentuarse. La industria educativa nos bombardea con todo tipo de productos y nos tiene convencidos de que si no estudias al menos un Master, no tienes futuro laboral. Incluso socialmente, ser considerado una persona culta (haber leído libros y autores clásicos y saber muchas “cosas”) sigue siendo muy valorado.

 Sin embargo, la hegemonía del saber comienza a tambalearse. El responsable de RRHH de Google reconoce que, para su empresa, el expediente académico no sirve de nada. El Media Lab del MIT (uno de los centros de investigación más prestigiosos del mundo) contrató como director a un experto sin título universitario. Steve Jobs en Apple o Amancio Ortega en Zara, demostraron cómo crear y liderar multinacionales sin estar respaldados por esos saberes intelectuales aparentemente imprescindibles.

¿Por qué podría ser más importante aprender que saber? La primera razón es obvia: solo sabes algo si antes lo aprendiste. No hay conocimiento sin aprendizaje previo. La segunda razón pasa más desapercibida: El conocimiento tiene fecha de caducidad. Tarde o temprano, lo que sabes va perdiendo vigencia.

Recuerden los casos de Blackberry o Kodak. Ambas empresas disfrutaron de un saber (conocimiento) que les permitió liderar sus mercados ejerciendo un dominio aplastante. Sin embargo, las dos han desaparecido de la cúspide porque ese saber se estancó, no evolucionó y otros competidores con nuevos conocimientos más avanzados las sobrepasaron.

No hay duda de que saber es importante, sobre todo cuando eres el único que sabe y ese saber permanece inalterable. Pero dormirse en los laureles con lo que sabes puede ser letal. El refrán “Pan para hoy y hambre para mañana” lo ilustra a la perfección. 

Desde el momento en que el mundo cambia a velocidades vertiginosas, puedes estar seguro de que cada vez falta menos para que lo que sabes sea sustituido por otro conocimiento más innovador. En ese caso, la única alternativa posible es aprender.


Aprender está íntimamente relacionado con el pasado porque es lo que tuviste que hacer para acumular saber. Pero también condiciona el futuro porque todo lo que hagas de ahora en adelante depende de tu capacidad para aprender. Aprender, al igual que comer o dormir, es algo que necesitarás hacer durante toda tu vida. 

El conocimiento, sin embargo, tiene que ver con el presente, es lo que te permite tomar decisiones y actuar, aquí y ahora. Si te proyectas a medio o largo plazo, para tus planes de futuro, aprender es más importante que saber.

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