El problema lo tenemos cuando creemos firmemente que la
película que nos estamos montando, es lo que va a pasar. Es entonces, cuando
llegamos a la situación y todo parecido con lo imaginado es inexistente, que
nos venimos abajo y nos sentimos fatal. ¿Pero nos sentimos mal por habernos
equivocado al imaginar? No. Nos sentimos mal porque la realidad no se ha
ajustado a nuestros deseos.
Eso pasa, en parte, por tener poca tolerancia a la
frustración, y en parte por imaginarlo todo
únicamente desde nuestro punto de vista, sin tener en cuenta lo que sabemos
de los demás, cómo son, cómo se comportan. Pero sobre todo nos pasa porque
vivimos desconectados de nuestra realidad… ¿cómo vamos a conectarnos con ella,
si siempre vivimos en lo que va a pasar a continuación, y no prestamos atención
a cómo se desarrollan las cosas aquí y ahora?
Este hábito nos hace perdernos muchas “pistas “que
cambiarían nuestra percepción sobre ese futuro imaginado.
¿Entonces, es malo imaginar cómo puede desarrollarse una
situación en el futuro? No si te preguntas cosas como estas: ¿Quiénes van
a estar en esa situación?, ¿Cómo son esas personas?, ¿Cuál es mi
relación actual con ellas?, ¿Cómo se han comportado en situaciones
parecidas en el pasado?, ¿Qué intereses pueden tener en esa situación
futura?, ¿Cómo se relacionan entre ellos? Y ¿entre ellos
conmigo?, ¿Es una situación extraordinaria?, ¿Por qué nos vamos a
encontrar todos? ¿Nos vamos a encontrar todos?, ¿Qué información real
tengo sobre ese hecho?, ¿Esto que imagino, está basado en la realidad, o
solo en lo que yo quiero?
Estas preguntas y algunas más convierten la
expectativa en una preparación del evento. Cambiamos deseos por planificación.
Aun así debemos tener en cuenta que hay factores que
desconocemos por completo, y que por eso no podemos calcular su impacto… ¡¡pero
por lo menos no se acabará pareciendo lo imaginando a la realidad como un huevo
a una castaña!!
Ahora bien, todos tenemos derecho a montarnos películas. Si
queremos ejercerlo, y además lo que deseamos no se parece en nada a lo que va a
pasar… realmente no pasa nada… siempre y cuando no nos frustre, y nos haga
sentir incompetentes.
Ser honesto con uno mismo y reírnos del yo quería y esto
tengo, es importante.
Además, ¿a que todos hemos visto a un borracho andando? ¿Por
qué (a santo de qué), el alcohol puede hacer peligrar el equilibrio de un
cosaco (entrenado en mil batallas alcohólicas) y el mío (mientras me monto mi
peli) no? Todos hemos visto bailar a un borracho… ¿por qué yo (en mi
ensoñación) voy a seguir bailando con ritmo (cuando no lo tengo ni sobrio) con
cuatro copas, si hasta Gervasio Defer lo pierde con dos? ¿Si yo he cambiado en
estos 20 años, por qué los antiguos compañeros de colegio se quedan embobados
mirándome, sorprendidos porque el tiempo por mí no pasa en mi ensoñación?
Amigos míos, soñar es libre (y gratis)… no hagamos que tenga
un coste para nosotros. Separar lo que nos gustaría que fuera, de lo que va a
pasar en realidad.
Lograremos tener mucha menos frustración, y aumentaremos nuestra
autoestima
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