Soplo interior de Dios. Este es el significado original
de entusiasmo, un término
procedente del griego y que sentimos en nuestra piel cuando algo bueno se
aproxima.
El mayor ejemplo gráfico de entusiasmo lo encontramos
en el brillo de los ojos de un niño durante la tarde del 5 de enero, a solo
unas horas de que lleguen los Reyes Magos cargados de regalos. Por lo tanto, el entusiasmo es una motivación extra que
va un paso más allá de lo que generalmente nos mueve.
Por ejemplo, entusiasmo es
ver las ganas con las que tu hijo saca los libros de su mochila para estudiar
si le has prometido que tendrá un premio en
el próximo examen en el que obtenga una buena nota. La sonrisa no desaparecerá
de su cara porque está anticipando la vibración que sentirá cuando consiga su
éxito.
Cuando trabajamos duro para alcanzar un objetivo,
además de sentir una fuerza inusual, eres capaz de percibir la sensación de haber hecho bien las cosas al
poner todo de tu parte en la consecución del logro. Ni tú ni nadie te reprochará
que no hicieras todo lo que podías o exploraste únicamente una parte del
conjunto de posibilidades.
Así, el mejor beneficio se
centra en sentir paz, sosiego y tranquilidad contigo
misma por haber tenido la mejor actitud posible. Aunque existe la posibilidad
de que los resultados no sean los esperados, tendrás la garantía de que
exprimiste al máximo cada una de las opciones posibles.
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