No podemos vivir sin utopías, sin intentar retomar y
trascender las cosas como están.
Imaginariamente, la utopía es una alternativa posible,
legítima, válida, en la vida, por la vida, por y para su más alta y mejor
expresión.
Con plena Serenidad y Aceptación hemos de reconocer
como estamos y por donde van las cosas, y en nuestros días y pasos empuñar con
firmeza el timón de nuestra vida y experiencia personal y social, comunitaria.
Frente a la deshumanización de esta civilización que nos
degrada y oprime con la irracionalidad arbitraria de su modo de vida material,
cabe levantar un HUMANISMO ESPIRITUAL, social, libre, abierto, SABIO;
incluyente, integrador, UNIVERSAL.
Necesitamos de claridad, de ideas-luz.
Necesitamos de vivirnos y crecer en otra humanidad y
sociedad.
Otra civilización se construye con Inspiración y
Aspiraciones, con Visión, con ideas y actitudes. Y no puede ser más
que por la entrega limpia y sincera de los corazones y las mentes.
En el presente la historia está definida en su manifestación
concreta y por su inercia en marcha, también está abierta, con potenciales y
posibilidades, para el que quiera ver y hacer, contribuyendo a la Evolución
consciente, responsable; enarbolando la dignidad humana y la defensa
incondicional de los derechos humanos:
El derecho a la vida y la dignidad; a la nobleza, a la
sensibilidad, a conocer y entender.
El derecho a la Meditación, a la Luz y a la Iluminación.
El derecho a la Realización y a la Plenitud.
El Derecho a la Espiritualidad Social.
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