Así, la cercanía, nos nubla, nos enceguece; es decir, ser parte de un ambiente determinado, con personas que vemos diariamente, en una rutina compartida e irrefutable, inmodificable, nos crea la percepción de simplicidad, de esa familiaridad de la que hablaba el filósofo austriaco.
“El mar es para los que están lejos” leí hace muchos libros atrás, quizá, esto ejemplifique el punto: los que están lejos evocan, reviven, desmenuzan el lugar en sentimientos, en sensaciones y entienden por qué quisieran estar ahí, en el mar, al que ya le dan otro significado porque lo han comprendido, han visto esos detalles que no ven los locales, porque para ellos es sólo algo que está ahí.
Y habría que colocar esta afirmación en el contexto social actual. Ahora que vienen las elecciones conviene traer a cuento la cotidianeidad.
Sí, la mayoría de los individuos sociales entienden su realidad, porque la viven; es decir, en la práctica van consiguiéndose verdades, lógicas y razonamientos que nos sirven para identificar los signos problemáticos familiares y de país.
Entendemos de cierta manera qué es la corrupción y qué se deriva de ésta, porqué de la violencia, porqué de ciertas reformas, porqué la injusticia y demás, pero pocas veces profundizamos en el tema.
Bourdieu decía que ahí es donde entraban los estudiosos, los analistas, los expertos, etcétera, para explicar aquella comprensión empírica que tienen las personas con relación a su entorno, decir los porqués: agregar los elementos sustanciales que servirán de impulso a las verdades que se requieren para lograr cambios.
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