La capacidad de mantener la calma en situaciones difíciles puede aprenderse y practicarse. Ser paciente es una herramienta excelente para combatir el estrés y ser feliz.
Cultivar la paciencia puede ser muy beneficioso para el ser
humano, porque ayuda a regular el estrés y educar el carácter. Y a pesar de ser
una cualidad como cualquier otra, muy pocos saben cómo ponerla en práctica.
Sus significados en diferentes culturas
Para el diccionario de la Real Academia Española, la
paciencia es la capacidad de soportar algo sin alterarse, o bien hacerlo de
manera minuciosa o lenta. La palabra proviene del latín patientia, y su
concepto varía de una tradición a otra.
Para los orientales, la paciencia se relaciona con la
fortaleza de carácter. Ellos creen que cuanto más madura y evolucionada está la
personalidad, más fácil debe ser mantener la calma en cualquier situación. Para
lograrlo, se entrenan con largos períodos de meditación y votos de silencio.
El budismo utiliza el término kshanti, que
significa “tolerancia” y “perdón”. Cuentan los historiadores que Buda, fundador
de esta religión, no solo permaneció seis años en estricto ayuno, sino que se
sentó finalmente a los pies de una higuera de la India, decidido a no
levantarse de allí hasta haber alcanzado la iluminación. Él es sin duda un
claro ejemplo de lo que la paciencia puede lograr.
Para los cristianos, la paciencia va de la mano de la fe y
trata acerca de la espera de Dios como salvador de la Tierra. Para ellos es lo
contrario a la ira.
“La Biblia alaba la paciencia como un fruto del espíritu
(Gálatas 5:22) el cual debe ser producido por todos los hombres (1
Tesalonicenses 5:14). La paciencia revela nuestra fe en los planes, la
omnipotencia y el amor de Dios”.
Cotidianamente, se la puede encontrar en un majestuoso roble
que nació siendo semilla y tardó más de 25 años en adquirir su tamaño final, en
el esfuerzo de una flor esperando el deshielo para surgir bajo la nieve o
simplemente en cualquier nido construido ramito por ramito. Basta con sentarse
a observar sus manifestaciones, ya que todo en la naturaleza está regido por
ciclos y cada uno de ellos lleva su tiempo particular.
Una y otra vez, repiten este ciclo, casi pareciéndose a la madre naturaleza, pero bastante alejados de la sabia paciencia.
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