martes, 18 de junio de 2019

La Idiosincrasia

Se dice que de poetas y de locos todos tenemos un poco, de manera que cada cual o cada cuala, desarrollamos ciertas características muy particulares que nos definen e identifican, son ciertos rasgos que bien pueden representar el  cómo, posiblemente la vida misma, en su constante deambular por lo cotidiano va bosquejando, tal como lo haría un caricaturista, lo que bien se define como “nuestra idiosincrasia”

Y aunque tal “representación” de nuestra “puesta en escena” nos parezca que no se esfuerza lo suficiente con el concepto de “fulano de tal” que cada uno ha elaborado para sí mismo, lo cierto e innegable es que tal definición, vale decir, nuestra idiosincrasia, es aquella imagen que irradiamos y que permanecerá en nosotros, “conditio sine qua non.”

“Sine qua non expresión en latín que en español significa “sin la cual no”. Es una expresión que hace referencia a la condición o acción que es indispensable, imprescindible o esencial para que suceda algo.

“La idiosincrasia es una característica de comportamiento, manera característica de pensar, sentir, actuar, rasgos y carácter propios o culturales, distintivos y peculiares de un individuo o un grupo, y es la palabra de origen griego ἰδιοσυγκρασία, que se define como temperamento particular. La idiosincrasia identifica, por tanto, las similitudes de comportamiento en los aspectos culturales, en las costumbres sociales y en el desempeño profesional. El término tiene varios sentidos, depende de dónde se utiliza, y también se puede aplicar a los símbolos que significan algo para una persona en particular.

La idiosincrasia, en la medicina y en la fisiología, se refiere a cómo los médicos definían la enfermedad en el siglo XIX, es decir, cada enfermedad se relaciona con cada paciente, en lugar de evidencias como lo es actualmente. Era un tecnicismo que indicaba peculiaridad o particularidad individual. En psiquiatría, el término idiosincrasia es una condición mental específica de un paciente, y en el psicoanálisis se utiliza para referirse a la forma como los individuos reaccionan, perciben y experimentan una situación común.

En economía, la idiosincrasia es parte de la teoría de la cartera o la teoría del portafolio, donde existen riesgos de cambios en los precios debido a circunstancias especiales en determinados casos.

En la religión, la idiosincrasia es el comportamiento extraño o diferente del usual en las personas, diferente de lo común.

La comedia de observación se basa en gran medida de la idiosincrasia, porque algunos detalles de la conducta de determinadas personas pueden ser muy divertidos.”



Asumir Decepciones

Suele decirse que toda decepción tiene su impacto emocional en el ser humano.

Es, por tanto, un proceso normal que forma parte de nuestro ciclo vital. Ahora bien, es conveniente saber gestionarlas de modo adecuado para que no acaben cerrando nuestro corazón para siempre.
La vida debe ser siempre una invitación continua a experimentar, a arriesgarnos, a mantener la ilusión. Y, desde luego, toda decepción duele, pero si las vivimos es por algo: para aprender.

 Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona. Se mira al espejo y se convence a sí mismo de que no hay nada positivo en su imagen, que no agrada, que su personalidad no parece estar hecha para encajar con otras parejas.

Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, es su mundo, sus creencias y nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.
Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, “no encajamos con sus mundos”. Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por personas maravillosas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.

Lo complejo de las decepciones es que en ocasiones, nos llegan de personas que nos son muy significativasPor tanto, es normal sufrirlas.


Ahora bien, ese sufrimiento debe ser puntual y no cargarlo para siempre en nuestro corazón, o quedaremos prisioneros de nuestros propios enemigos. Las decepciones se asumen, y después, nos deben servir de aprendizaje.

Insastifacción


Antiguamente, cuando éramos más jóvenes, a quienes padecían de una Insastifacción crónica, se les decía que “tenían el mal de la parda Flora”  lo que se acompañaba con la siguiente frase: a la parda Flora si le haces una caricia grita y si no la atiendes llora”.
Pues bien. Resulta que este mal “el mal de la parda Flora” continúa muy activo en las redes sociales y son varias las personas que padecen actualmente de este mal, que como lo hemos mencionado, ahora ostenta una denominación científica más acorde con los tiempos modernos de la era informática.
Todavía podemos escuchar ciertos comentarios de gente que ha realizado ingentes esfuerzos por lograr sus objetivos y una vez que éstos han sido alcanzados, en lugar de demostrar su satisfacción por el aparente éxito de su trabajoso emprendimiento, suelen manifestar a los cuatro vientos, de que no están en absoluto conformes con los resultados obtenidos, en fin, parece que este “mal de la parda Flora” continúa haciendo de las suyas aún en plena era informática.
Agregamos:
La insatisfacción es un sentimiento que aparece cuando las cosas que tenemos o que hemos conseguido no nos parecen suficientes o no cubren por sí mismas nuestras expectativas. Todas las personas sufrimos de alguna u otra manera de un sentimiento de insatisfacción ‘sana’, que nos ayuda a seguir buscando, a intentar ser mejores cada vez, y a progresar en nuestra jerarquía de prioridades, en busca de la autorrealización. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la insatisfacción es una emoción buena y necesaria, que nos impulsa hacia el crecimiento personal.
Sin embargo, algunas personas, lejos de manifestar un sentimiento de insatisfacción concreto suscitado por un determinado suceso, algo natural que todos hemos experimentado en alguna ocasión, presentan unos elevados niveles de insatisfacción crónica, que se mantienen en diferentes momentos de su vida, interfiriendo de manera significativa en todos los aspectos de la misma.
La causa más frecuente de la insatisfacción crónica son los problemas del estado de ánimo, como el trastorno depresivo; pero puede existir una insatisfacción crónica sin presencia de depresión en aquellos casos en los que la persona no se siente realizada, o considera que lo que ocurre en su vida no persigue ningún objetivo concreto, bien porque ella misma no acierte a establecerlo, o bien porque otras personas o circunstancias le impidan conseguirlo. En el primer caso, la insatisfacción cursa con elevados niveles de frustración, tristeza y apatía, mientras que, en el segundo caso, es la ira quien coge de la mano a la insatisfacción para hacerle la ‘tarea’ más complicada a quien la padece.
Finalmente, existen personas para quienes la insatisfacción no está siempre presente, sino que aparece poco tiempo después de haber conseguido su objetivo. Este hecho, que podría parecer contradictorio, suele ocurrir en personas que tienen un pronunciado rasgo de búsqueda de sensaciones y que, por lo tanto, rápidamente se 'cansan' de sus logros, y pierden interés por ellos. También ocurre en aquellos casos en los que las metas han sido demasiado fáciles de conseguir por lo que, una vez alcanzadas, pierden interés.
En definitiva, parece que gritar y llorar, continúa vigente

El Valor De Saber Desprendernos

Seguramente muchas de las situaciones que nos causan mayores “cargos de conciencia” sean esas cosas por las cuales recurrimos más asiduamente al “refugio de los egos evadidos” es decir, cuando algo que valoramos como únicamente nuestro, algo que nos pertenece por derecho intransferible, que hemos adquirido soberanamente y que nadie nos lo puede arrebatar.

Cuando alguien, seguramente más necesitado, nos solicita colaboración, argumentando la necesidad que padece y por la cual recurre a nuestra solidaridad, es entonces que nos invade el egoísmo y buscamos instintivamente al refugio de las infaltables excusas donde intentamos vanamente “adormecer nuestra conciencia” para no caer en manos de los  agobiantes “sentimientos de culpa”.

El sentido de posesión se relaciona estrechamente con el de egoísmo y cuando estos dos intereses se asocian suelen provocar la presencia de la angustia, la cual, en su soledad, se oprime contra el corazón generando ese “complejo de culpa” al cual tanto tememos y buscamos a toda costa evitar.

Cuando nos encontramos en situaciones como las descritas es muy importante considerar de que no existen otros antídotos más eficaces que la puesta en práctica del “valor del desprendimiento” es a través de este medio, el valor genuino del desprendimiento, el modo humano de practicar la solidaridad entre todos y el único medio por el cual nos podemos despojar del egoísmo, el cual es el enemigo natural de la generosidad.


El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos y, si es necesario, para ponerlos al servicio de los demás.

El desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos tenemos necesidades y en algunos casos encontramos personas con carencias. En cualquier situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para colaborar en el bienestar de los demás, no importa si es mucho o poco lo que hacemos y aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de aportar. En la generosidad que requiere el desprendimiento no cabe el ofrecer algo que nos sobra.

El valor del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre ellos: la importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás.

En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese compás, sin embargo si no tenemos cuidado puede llegar el momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior.

Debemos recordar que en el orden de los afectos, las personas y su bienestar ocupan el primer lugar antes que nuestra persona misma o lo que poseemos.

Existen personas que materialmente ponen el corazón en las cosas materiales. A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al valor económico que tienen o simplemente por el trabajo que supuso adquirirlos. A esta particular forma de afecto se le llama apego y de ninguna manera se relaciona con el hecho de cuidar las cosas y hacer buen uso de ellas.

Cuando nuestro aprecio es mayor por las cosas que por las personas, nos parece absurdo compartir lo que tenemos, o en su defecto lo hacemos a regañadientes. El desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para ofrecerlo gustosamente a los demás.

No debemos confundir el desprendimiento con el hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha convertido en un estorbo, esta actitud manifiesta poco respeto por la persona que lo recibe, independientemente de su condición y situación actual. Somos tan soberbios que consideramos un insulto recibir algo de segunda mano, ¿por qué los demás deben soportar lo que nosotros consideramos desprecio?

Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero nuestros recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición de las personas, porque requiere prescindir de nuestro descanso, gustos, preferencias y comodidades para llevarse a efecto.

Nos sorprendemos con el médico que atiende enfermos sin cobrar honorarios; personas que pasan los días trabajando en obras de caridad; profesores que trabajan horas extras desinteresadamente; padres de familia que se niegan gustos y diversiones personales para pensando en su familia; lo más inaudito es que muchos de ellos no viven en una condición del todo desahogada. El verdadero desprendimiento no tiene medida, sin calcular cuánto es lo indispensable para cumplir, es una entrega generosa de todo, Sí, de todo lo que tenemos.

El valor del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al convertirnos en personas más altruistas y generosas, brindará un mejor ambiente en nuestras relaciones con amigos y familiares y nos convertirá en personas que tienen el corazón puesto en el lugar correcto.

Inspiradora Motivación

Cada vez que me siento ante la pantalla de mi ordenador me surge casi involuntariamente una interrogante, entonces me pregunto: cuál es la razón, si es que existe alguna, para  intentar plasmar en un escrito el caudal de vivencias que me conmueven y a las cuales no les permito que se acumulen en mi intelecto  para evitar que cual si fuesen ríos embravecidos desborden mi mente e inunden mis escasas neuronas que a esta altura pienso que ni saben nadar.

Es entonces que las respuestas a tales interrogantes, a medida que voy tecleando las palabras en el teclado, parecen acudir en mi auxilio, es como si alguien me arrojara desde la borda un salvavidas del cual me aferro con vehemencia para evitar, con el agua al cuello, tener que tragar mis palabras a las que apenas puedo contener, una tecla se une a la otra y las letras van formando una palabra y las palabras se refugian en nuevas frases que hilvanan un contenido que la mente, casi desordenadamente, como dando manotazos, las intenta ordenar en un comentario coherente.


Pienso que es en estos instantes cruciales, que parecen aguijones que se clavan  en mi cerebro, que me doy cuenta donde es que reside la chispa que enciende todo el proceso y, lógicamente, cuando siento su presencia dominante me someto voluntariamente a sus requerimientos, esa chispa inspiradora tiene un nombre: Motivación.

Doña Soledad

Hace ya más de cincuenta años que fue editado este libro del cual soy autor, para ese entonces yo era un joven cuya edad no había alcanzado los veinticinco años de vida y por el título de esta obra se puede apreciar que para aquel entonces aún podía convivir en mi fuero íntimo con esta compañera constante a quién aprendí a valorar y llamarle cariñosamente por su nombre: Soledad.

Ahora, pasados todos estos años, corresponde hacerle al término soledad algunas precisiones, al mencionar el vínculo que hemos mantenido desde siempre con la soledad no quiere decir que haya habido una ausencia de personas que han sido muy significativas en nuestra vida, lo que ocurre es que una vez que incursionamos por los senderos del pensamiento nos encontramos con que se torna muy difícil encontrar a alguien que nos pueda entender y para quienes comparten nuestro día a día se les parece que todo lo que hacemos o decimos carece de sentido y ese tipo de sentimiento va creando una barrera que puede tornarse infranqueable.

Cuando me cuentan que el sentimiento de soledad es algo insostenible de soportar pienso que es el momento de aprovechar esta situación para realizarnos una retrospectiva la cual será sin duda una excelente oportunidad de madurar y crecer como persona.

Existen innumerables ocasiones en las cuales podamos dar de nuestra soledad para desarrollar toda nuestra empatía hacia quienes se encuentran sufriendo la incomprensión de aquellos que aunque nos parezcan indiferentes simplemente “no sintonizan” ocurre que “están en otra” como se suele decir vulgarmente, muchas veces el decir que ”nos sentimos solos” no es más que un medio de proclamar que necesitamos más atención, en estos casos nos será de gran utilidad el poder descubrir todo nuestro potencial y encontrar en el servicio a los demás un medio invalorable de aumentar nuestra propia autoestima.



lunes, 17 de junio de 2019

El Sentido De La Visión


¿Quién quiero ser?; ¿A dónde quiero llegar? ; ¿Qué quiero tener? ;¿Qué tipo de gente quiero tener a mi lado?; ¿En cuánto tiempo lo puedo lograr? Son algunas de las preguntas cuyas respuestas pueden ir delineando la visión personal.

Al hacerlo. sin embargo, es muy importante no confundir los medios con los fines. Si el fin que se plantea es tener, se está equivocando la meta. Si se busca tener fama, tener dinero, tener una pareja, tener lo que otros tienen o lo que otros dicen que hay que tener, en cualquier caso nada será suficiente. 

Cuando se tiene un poco, se quiere más. ¿Cuánto dinero es suficiente?, ¿Cuánta fama?, ¿Se está dispuesto a vivir en la indiferencia, el desamor o el maltrato con tal de estar en pareja?
La visión tiene que ver con aquellos logros que le dan sentido a la vida de una persona porque la enriquecen y mejoran el mundo donde esa persona se desarrolla. El amor, la cooperación, la empatía y la creatividad son algunos valores que cuando se alcanzan producen sentido en la vida de las personas.

Escribir un diario, enviar cartas, mantener conversaciones profundas, son algunas actividades que contribuyen a poner en claro lo que se quiere y así diseñar la visión personal. Lo importante es que las respuestas vengan de adentro de la persona y no del afuera. No todos necesitan lo mismo.
Beneficios de vivir atento a la visión personal
Tener una visión es como tener un Norte hacia dónde dirigirse sin dudar. Todas las acciones de la vida pueden entonces valorarse de acuerdo a cómo se ajusten a la visión personal. Actuar en consecuencia produce no sólo el estar más cerca de la meta sino también una gran tranquilidad espiritual.

Por otra parte, vivir en pos de la meta planteada le otorga a la vida sentido y hace que las dificultades se tomen como transitorias y sea más fácil superarlas. El Psicólogo Alemán Víktor Frankl, en su libro El Hombre en Busca de Sentido escribe "Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla." Así, cuando se tiene una meta superior, las dificultades son en realidad oportunidades para sacar lo mejor de cada uno en el intento de superarlas.
Síntomas de que está faltando definir la visión
La sensación de insatisfacción, de que nada es suficiente, lleva muchas veces al consumo de psicofármacos y la búsqueda de respuestas que sean dadas por el afuera. Y es ahí más que nunca cuando es necesario buscar el sentido de la propia vida, la razón para vivir. Muchas personas lo descubren luego de pasar por experiencias extremas, como haber estado cerca de la muerte. Sería deseable poder experimentarlo sin tener que llegar tan lejos.


Diseñar la propia vida es el trabajo más importante que una persona viene a realizar, pues abarca todo lo demás que le va a pasar. El producto de su obra pueden ser hijos felices, un buen hogar, un legado creativo, una sociedad dónde valga la pena vivir y sobre todo el hecho de convertirse en un ser único, valioso y especial.

El Nudismo Virtual

Los adelantos tecnológicos que prácticamente han revolucionado el área de las comunicaciones, nos  han introducido abruptamente casi en una forma imperceptible en la necesidad de tener que compartir espacios que nos han prácticamente despojado de aquellas zonas en las cuales podíamos sentirnos seguros en la protección de nuestra cada vez más expuesta intimidad.

Los nuevos tiempos nos remiten a la época en la cual -según nos han contado- Adán y Eva  se paseaban inocentemente completamente desnudos en los jardines del entonces llamado, Paraíso Terrenal.

En las redes sociales nos estamos acostumbrando al “nudismo virtual” la capacidad de asombro se ha visto superada por todo lo que se muestra en nuestros muros y la total impunidad que campea a lo largo y a lo ancho de nuestros sitios.

Tal cúmulo y tránsito de información puede conspirar contra algunos valores esenciales que hacen a la convivencia social tales como la confianza, la sinceridad o la propia honestidad en nuestros procedimientos, podemos determinar que la honestidad es un valor humano que tiene como significado esencial que una persona no sólo se respete a sí misma sino que además sienta lo mismo con respecto a sus semejantes.

Todo ello da lugar a que se establezca que poseer dicha honestidad es algo imprescindible en la naturaleza del ser humano pues se convierte en pieza clave en todo tipo de relaciones.

Así, es eje en la amistad, en el seno de la familia, en la relación amorosa y de igual manera en cualquier tipo de relación social.


La Advertencia Del Ratón


Recordando estos “inocentes cuentos infantiles” con los cuales intentábamos conciliar nuestro sueño con un ojo cerrado y el otro semiabierto.


“Resulta que un ratón estaba mirando por un agujero en la pared cuando vio cómo un granjero y su esposa abrían un paquete. 

Aterrorizado, descubrió que era una trampa para ratones. 

Fue corriendo al patio de la granja para advertir a todos: 

-Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa! 

La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo: 
-Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que para usted este es un gran problema, mas a mí no me perjudica en nada, no me incomoda. 

El ratón fue hasta el cordero y le dijo: 
-Hay una ratonera en la casa, una ratonera! 

-Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones. 

El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le respondió:
-Pero, ¿acaso estoy yo en peligro?....Pienso que no.

Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. 

Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando a su víctima. 
La mujer del granjero corrió para ver lo que habían atrapado. 

En la oscuridad, ella no vio que la ratonera había atrapado la cola de una serpiente venenosa. 
La serpiente la mordió y el granjero la llevó inmediatamente al hospital. 

Ella volvió con fiebre alta. 
Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien nada mejor que una nutritiva sopa. 
El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. 

Como la mujer continuaba grave, los amigos y vecinos fueron a visitarla. 
Para agasajarlos y darles de comer, el granjero mató al cordero. 
La mujer no se mejoró y terminó muriéndose. 

El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral. 

Por ello entonces recuerde, la próxima vez que oiga que alguien tiene un problema y crea que no le afecta porque no es algo suyo y no le debe prestar atención... piénselo dos veces. 
El mundo no anda mal solo por la maldad de los malos, sino además, por la apatía de los buenos.”


Una fábula revestida de cierto maquiavelismo, como algunas cosas que ocurren a nuestro alrededor en esta granjita tan particular que denominamos pomposamente “redes sociales”





El Escorpión Y La Rana


“Uno de los secretos profundos de la vida es que lo único que merece la pena hacer es lo que hacemos por los demás.”
"Lewis Carroll"
Historias de debajo de la luna
Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
—¿Que te lleve a mi espalda? —Contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.

Nosotros, los humanos, tal como el camaleón, solemos impregnarnos con los matices de nuestro entorno, quizás sea por esta causa que se nos haga necesario estar atentos a los dictados de nuestra conciencia, la cual nos susurrará en nuestro interior la verdadera constitución de nuestra naturaleza.


“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen.”   Mateo 7:6

Nuestros Contactos


 Todos los días recibo a través de las redes sociales un caudal enorme de expresiones referentes a distintas situaciones que el diario vivir nos impone en su constante deambular por los diversos escenarios en los cuales la vida misma desarrolla su protagonismo.

 Existe una manifiesta voluntad de compartir, de difundir a los cuatro vientos de nuestro universo virtual todo aquello que nos agobia, que nos impide inhalar el aire fresco vital que necesitamos para insuflarnos nuevamente de una renovada capacidad.

 Los periódicos contactos que vamos intercambiando con nuestros amigos de las redes sociales van elaborando un entramado solidario para los cuales han desaparecido las distancias como también las ocasionales diferencias de orden social o político, digamos que lo que prima en estos encuentros es la necesidad intrínseca que anida en cada uno de decirnos cosas y de esta manera darle un sacudón emocional a nuestras vidas alejando los fantasmas y los miedos que suelen acecharnos en el día a día.

Es por eso que responder preguntas y compartir una opinión con quien nos la solicita forma parte de nuestra razón de ser, en el cultivo de la solidaridad y la necesaria puesta en práctica de los valores que nos identifican con el sentido de dar de nosotros mismos lo mejor que tenemos sin esperar en el ejercicio de nuestra solidaridad otra recompensa que no fuese el deseo de compartir experiencias que no se cotizan en ningún mercado de valores.

Este es el sentido de nuestro aporte el cual no es otro que el intentar abrir de par en par los ventanales de nuestras vidas para recibir el aire fresco de quienes, al igual que nosotros, nos manifiestan su genuino interés en lo que pueda estar sucediendo  aquí, en el otro extremo de nuestros ordenadores.


Reciprocidad

En la dieta de intercambio de información, que diariamente consumimos con nuestros amigos virtuales, resulta un elemento vital e imprescindible la calidad de los ingredientes que compartimos, cuando notamos “cierto desequilibrio” entre lo que difundimos y las consabidas respuestas que éstas reciben, cuando la calidad de este intercambio va en detrimento de nuestras aspiraciones, entonces decimos que se ha faltado a la reciprocidad.

Este es un elemento nuevo que comienza a notarse en los contactos que mantenemos con aquellos que acceden a nuestras redes y que no logran colmar nuestras expectativas de alcanzar un intercambio acorde con “el grado de civilidad y madurez intelectual” al cual aspiramos y pretendemos merecer en contrapartida, esta es una de las circunstancias más reiterativas que nos explican el alto grado de rotación de nuestra plantilla de “nuevos amigos”.

He aquí algunos detalles que pueden resultar de gran utilidad en nuestra consideración:

“Dentro del campo de la Psicología, también se estudia a fondo la reciprocidad y es que en base a ella se establecen una serie de relaciones e interacciones sociales y personales. Así, por ejemplo, aquella ciencia coincide en subrayar que cualquier persona es más afectuosa y le tiene más cariño a aquella otra que le ha demostrado su amor y simpatía.

Esa misma regla lleva a que tengamos tendencia a contarle aspectos de nuestra vida más íntima a quienes también nos han hecho alguna confesión personal que a los que no.

Y eso también supone que en cualquier negociación comercial, se tienda a ceder ante quienes previamente también lo han hecho.

El concepto también se usa para hacer mención a lo que va y viene o que tiene ida y vuelta. En ese sentido, puede hablarse de la reciprocidad de voces (en el caso de un debate).

Dentro del ámbito de la ética, existe un elemento fundamental que hace uso del término que ahora nos ocupa. Nos estamos refiriendo a la llamada Ética de la Reciprocidad, que tiene ya su origen en la Antigua Grecia y concretamente en figuras tales como el filósofo Epicuro.

Esta teoría lo que viene a establecer es que, para poder conseguir la felicidad de la generalidad, se hace necesario el tener que minimizar los daños que se puedan causar.

De la misma manera, también viene a significar que “no hagas a los demás, lo que no deseas que te hagan a ti”.

Así, esta citada Ética de la Reciprocidad se convirtió en base fundamental de determinadas etapas y movimientos a lo largo de la Historia. Un claro ejemplo de ello fue la Revolución Francesa y las reformas que surgieron a partir de la misma en el país.

La Influencia Del Entorno

Nuestras relaciones que se manifiestan en el ejercicio recíproco del intercambio que diariamente efectuamos utilizando como punto de encuentro el centro neurálgico de las redes virtuales en las cuales convergen todas nuestras manifestaciones relacionadas con lo que nos sucede y conmueve en el ejercicio de nuestra propia capacidad de expresión cual si fuésemos gotas de una misma lluvia que empapa y da vida al vasto campo de cultivo donde se desarrolla el fruto que da forma y sentido a la vital convivencia del “ser social”  que todos conformamos.
Es claro que a partir de lo que expresamos y las consecuentes respuestas que recibimos se van conformando en un complejo entramado en el cual se puede apreciar el alto grado de coparticipación que bien puede considerarse como algo único e irrepetible propio de la gran creatividad que emerge como consecuencia natural de la puesta en escena de nuestra condición humana y multilateralidad de todo lo que percibimos en nuestros órganos sensoriales.
Tal complejidad de intercambio tiene como “consecuencia natural” la emergencia (de emerger) de nuevas sensaciones las cuales deberemos considerar como una “nueva forma de percepción” del otro o los otros.
Desde el cerebro las sensaciones nos transmiten multitud de características de todo tipo de los objetos, y nuestra respuesta perceptiva se corresponde con la selección de la información más apropiada que cada uno almacenamos en nuestro cerebro y de acuerdo con los datos sensoriales del momento de su producción.
La percepción de una imagen está, pues, directamente relacionada con la manera en la que cada individuo puede captar la realidad, y, al mismo tiempo, está también vinculada a su bagaje personal y cultural.
Podemos tratar de definir la percepción como, el proceso por el que elaboramos e interpretamos la información recibida a través de los sentidos formando objetos, situaciones, etc., en suma, unidades que poseen un sentido para nosotros.                                                           
Los psicólogos señalan que la mente configura, mediante ciertas leyes, los elementos que le llegan a través de los canales sensoriales (percepción) o de la memoria (pensamiento, inteligencia y resolución de problemas) y han planteado las leyes por las cuales los estímulos se estructuran para formar las sensaciones y percepciones.

Este fenómeno propio de la irrupción, un tanto vertiginosa, de los nuevos medios de intercomunicación virtual entre todos y cada uno, nos coloca en esta situación en la cual debemos hacer uso de todos los medios disponibles para poder “percibir a priori” los motivos e intenciones de todos aquellos que de una forma u otra acceden a “nuestro radio de acción”

domingo, 16 de junio de 2019

Moralejas De Esopo

De los grandes escritores que nos han legado su gran capacidad descriptiva en el abordaje de algunos aspectos de nuestro comportamiento, ninguno se puede comparar con las fábulas atribuidas a Esopo, quien, recurriendo al relato de ciertos personajes del reino animal, nos ha entregado sus moralejas las cuales permanecen latentes convertidas en relatos para cuentos infantiles.

La fábula de la zorra y las uvas nos dice:
“La vieja y taimada zorra estaba decepcionada. Durante todo el día había merodeado tristemente por los densos bosques y subido y bajado a las colinas, pero. .. ¿de qué le había servido? No hallaba un solo bocado; ni siquiera un ratón de campo. Cuando lo pensaba -y se estaba sintiendo tan vacía por dentro que casi no podía pensar en otra cosa-, llegó a la conclusión de que nunca había tenido más hambre en su vida. Además, sentía sed…, una sed terrible. Su garganta estaba reseca.

En ese estado de ánimo. dio la vuelta a un muro de piedra y se encontró con algo que le pareció casi un milagro, allí, frente a ella, había un viñedo lleno de racimos de frescas y deliciosas uvas, que sólo esperaban que las comiesen. Eran grandes y jugosas e impregnaban el aire con su fragancia.

La zorra no perdió el tiempo. Corrió, dio un salto y trató de asir la rama más baja, con sus hambrientas mandíbulas… ¡pero no llegó a alcanzarla! Volvió a saltar, esta vez a una altura algo mayor, y tampoco pudo atrapar con los dientes una sola uva. Cuando fracasó por tercera vez, se sentó por un momento y, con la reseca lengua colgándole, miró las docenas y docenas de ramas que pendían fuera de su alcance.

El espectáculo era insoportable para una zorra famélica, y saltó y volvió a saltar, hasta que sintió mareos. Necesitó mucho tiempo, pero, por fin, comprendió que las uvas estaban tan fuera de su alcance… como las estrellas del cielo. Y no le quedó más recurso que batirse en retirada.

-¡Bah! -murmuró para sí- ¿Quién necesita esas viejas uvas agusanadas? Están verdes…, sí, eso es lo que pasa. ¡Verdes! Por nada del mundo las comería.

-¡Ja, ja! -dijo el cuervo, que había estado observando la escena desde una rama próxima- ¡Si te dieran un racimo, veríamos si en verdad las uvas te parecían verdes!”

Esopo nos hace una clara descripción de lo que suele ocurrir cuando el esfuerzo que realizamos para alcanzar determinados objetivos en nuestra vida pareciera darse de frente con una realidad extremadamente esquiva y distante contra la cual claudicamos utilizando el recurso de la justificación: mejor abandono, no vale la pena, es una pérdida de tiempo, etc. etc.


Cuando desistimos del esfuerzo abandonamos el recurso del sacrificio para refugiarnos en la nebulosa de la excusa y el conformismo de la mediocridad.

Convicción Perseverante

Existe una condición imprescindible si pretendemos alcanzar los objetivos,- cualesquiera que éstos fuesen- algo que debemos cultivar como uno de los valores esenciales en la consolidación de nuestra personalidad, algo que nos caracterizará, que se integrará como indisoluble entre lo que pretendemos ser y aquello que somos en la realidad, si reconocemos esta condición, ésta se tornará una compañera constante aun en medio de toda adversidad, nos referimos al desarrollo de nuestra perseverancia y cuando mencionamos la palabra: “nuestra perseverancia” es porque la posesión de éste atributo será, tal como ya hemos mencionado, “un distintivo indisoluble” algo que siempre aparecerá en un 99,9% en un hipotético análisis de nuestro ADN intelectual.
 “Cuando somos perseverantes nos sobreponemos al cansancio, los contratiempos y la frustración con la ilusión de acercarnos a un sueño, de hacer realidad una meta en particular. Todos nuestros esfuerzos son válidos, ya que conocemos el valor de lo que deseamos.
Las personas perseverantes siempre terminan lo que han empezado, son decididas y tienen una voluntad firme.
La perseverancia es un valor muy reconocido y apreciado en la sociedad. Cualquiera que se plantee un objetivo, y luche contra viento y marea para conseguirlo, tiene lo necesario para alcanzar el éxito.
La persona perseverante no conoce de límites, ya que donde todos ven una ventana cerrada, ella ve una oportunidad latente y trabaja muy duro para conseguir lo que desea. Incluso puede fraguar una estrategia para utilizar sus esfuerzos de forma óptima.
La perseverancia está muy relacionada con el esfuerzo, la voluntad, la fortaleza y la paciencia. Con la práctica y fuerte convicción, ese grupo de valores puede sacarnos delante de cualquier situación complicada por la que estemos pasando.
Es así como la perseverancia no sólo sirve para cumplir nuestros sueños, sino también para levantarnos de las situaciones difíciles y los momentos en los que no nos sentimos bien anímicamente porque nos plantea ser fuertes, pacientes y no dejar de luchar


Cuando Creamos

Cuando tomamos la decisión de expresarnos sobre algún tema en cuestión partimos de la base de que el tema de referencia está instalado en nuestro pensamiento y tal forma de pensar está de alguna manera aguijoneando a nuestro intelecto para que juntos, organicemos los acontecimientos de una forma tal como para que podamos “darle vida”, intelectualmente hablando, al acto creativo que partiendo de la nada pueda darle vida a un tema que en su exposición, exprese lo que sentimos y lo que entendemos que debe ser transmitido a los demás.

La capacidad de crear es un atributo esencialmente humano y la expresión creativa es en sí misma, un arte en su máxima forma de manifestarse, pues tal como ya lo hemos dicho, partimos de un espacio en blanco, sin atributo alguno que pueda darle un sentido al acto creativo del cual emergerá convertido en un “ser pensante” con la capacidad de manifestar sus ideas y plantearse, tanto a sí mismo como a quienes acedan a su lectura, puntos de vista susceptibles de ser analizados por todos aquellos que se introduzcan en el tema.

“La palabra pensamiento proviene del verbo latino "pensare" que es sinónimo de "pensar" o "reflexionar", mientras que creativo procede de "creare", también un verbo latino que puede traducirse como "engendrar" o "producir". La creatividad es la facultad de crear. Supone establecer o introducir por primera vez algo; hacerlo nacer o producir algo de la nada. El pensamiento por su parte, se define como todo aquello que es traído a existencia mediante la actividad del intelecto.

El pensamiento creativo, por lo tanto, consiste en el desarrollo de nuevas ideas y conceptos. Se trata de la habilidad de formar nuevas combinaciones de ideas para llenar una necesidad. Por lo tanto, el resultado o producto del pensamiento creativo tiende a ser original.

Se puede entender entonces, por pensamiento creativo en la adquisición del conocimiento un modo particular de abordaje cognitivo que presenta características de originalidad, flexibilidad, plasticidad y fluidez, y funciona como estrategia o herramienta cognitiva en la formulación, construcción y resolución de situaciones problemáticas en el contexto de aprendizaje, dando lugar a la apropiación del saber.

Los elementos que conforman la creatividad serían:

1. Producir una forma de pensar nueva

2. El propósito de esta idea es darle solución a una problemática

3. La idea original deberá desarrollarse al 100% de sus capacidades

4. Tener previstas las consecuencias que la nueva idea traerá consigo.

Ejemplo del pensamiento creativo podría ser el escribir un libro, pintar, dibujar, construir algún objeto, entre otras cosas... Es necesario poner en práctica este actuar en el día a día porque de este modo el cerebro se desarrollará y se mantendrá activo; y de este modo podremos resolver las necesidades de forma rápida y eficaz