martes, 18 de junio de 2019

Inspiradora Motivación

Cada vez que me siento ante la pantalla de mi ordenador me surge casi involuntariamente una interrogante, entonces me pregunto: cuál es la razón, si es que existe alguna, para  intentar plasmar en un escrito el caudal de vivencias que me conmueven y a las cuales no les permito que se acumulen en mi intelecto  para evitar que cual si fuesen ríos embravecidos desborden mi mente e inunden mis escasas neuronas que a esta altura pienso que ni saben nadar.

Es entonces que las respuestas a tales interrogantes, a medida que voy tecleando las palabras en el teclado, parecen acudir en mi auxilio, es como si alguien me arrojara desde la borda un salvavidas del cual me aferro con vehemencia para evitar, con el agua al cuello, tener que tragar mis palabras a las que apenas puedo contener, una tecla se une a la otra y las letras van formando una palabra y las palabras se refugian en nuevas frases que hilvanan un contenido que la mente, casi desordenadamente, como dando manotazos, las intenta ordenar en un comentario coherente.


Pienso que es en estos instantes cruciales, que parecen aguijones que se clavan  en mi cerebro, que me doy cuenta donde es que reside la chispa que enciende todo el proceso y, lógicamente, cuando siento su presencia dominante me someto voluntariamente a sus requerimientos, esa chispa inspiradora tiene un nombre: Motivación.

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