domingo, 23 de junio de 2019

Redención Humana

Cuando nos ubicamos en esta especie de coordenada donde confluyen cual si fuesen meteoritos, retazos de vida, episodios que han sido, que pudieron haber sucedido, que quizás nos hubiesen reconciliado con quién decimos amar mientras le dejamos desvanecer, -como quién contempla un espejismo- en medio de la bruma de nuestras postergaciones, una más entre tantas otras, como pequeñas grandes perlas de un collar que sólo el tiempo, el que se nos ha escurrido como arena entre los dedos, sería el único capaz de colgarlo en el cuello de nuestro ego, sí aquel mismo “yo”  que todo lo succiona en su mezquina voracidad. 

La vida que nos representa se manifiesta “de la piel para adentro”  y el camino de la verdadera redención pasa indefectiblemente por la casa de nuestro prójimo no de un prójimo cualquiera, impersonal, desconocido, nos referimos a aquel que no le encontraremos en el camino de “las buenas intenciones” nos referimos a aquel que ha nacido en el mismo vientre en el cual ha germinado tu  humana concepción. Ese es tu prójimo.


El anhelo es que podamos alcanzar la convivencia en paz a través de la aplicación en nuestras vidas, sin hipocresía y sin tapujos, de los valores que nos identifican como verdaderos exponentes de un linaje esencialmente humano y al referirnos al término “humano” implícitamente incluimos: “seres únicos, indivisibles, inteligentes, creados para vivir en sociedad y en armonía con su entorno

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