Cuando mencionamos al tiempo nuestra
tendencia es de describirlo como si fuese uno de los tantos enseres que la
cotidianidad nos ha puesto a nuestro servicio, en realidad todo lo que podamos
expresar sobre él (el tiempo) no pasa de una mera hipótesis sobre la cual hemos
formulado algunos conceptos tan equivocados como todo lo referente a nuestra
propia construcción de la realidad virtual en la cual nos ubicamos.
Se dice que nuestra vida comienza
cuando tomamos conciencia de que estamos regulados por el tiempo, cumpleaños,
fiestas, regalos, felicitaciones se van acumulando a nuevas expectativas que
surgen cada vez que le mencionamos, estudio, crecimiento, consolidación de
nuestro desarrollo físico, independencia, adultez, noviazgos, matrimonios, etc.
todas nuestras expectativas están directamente relacionadas con lo que pensamos
que podemos hacer con este regalo de la vida que llamamos tiempo mediante el
cual nos extendemos en considerarlo “un derecho adquirido” que sumado a
todo lo que hayamos podido experimentar nos permite consideramos aptos como
para decidir lo que vamos a realizar con “nuestro tiempo” tal como si
tuviésemos algún tipo de dominio cronológico sobre el calendario que pasa y
pasa en nuestros almanaques.
El tiempo y la realidad se mueven en
forma independiente de nuestra “temporalidad” cuando identificamos su presencia
es como cuando visitamos “la casa de loa espejos” e intentamos apreciar
nuestras figuras, sin duda, la “distorcionalidad” de la imagen con relación al
estereotipo que traíamos pre elaborado en nuestra mente, tal es así, que “lo
que vemos”, nos asombraría tanto que su presunta “realidad” nos
resultaría un tanto grotesca y algo bastante difícil de asimilar.
Tal la relación existente entre nuestro
concepto del tiempo y la realidad, que indefectiblemente, es lo que es,
totalmente independiente e insensible a nuestro sentido de la estética.
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