Evo: Dícese de aquello que es sin
principio ni fin.
Hubo una vez, en que las inteligencias,
carentes aún de organización, pugnaban unas contra otras.
En medio de la disputa, algunas de ellas,
comenzaron a emitir ondas sonoras de intensa vibración, con la finalidad de
imponer su criterio sobre las otras, lo que fue respondido con una reacción
similar por parte de las demás.
A medida en que aumentaba el descomunal ruido,
se dice que las menos desarrolladas aunaron esfuerzos en virtud de sus
posibilidades acústicas generando tal estrépito que nadie podía siquiera lograr
la mínima concentración.
Tal estridencia generó el caos entre ellas, y
de este caos surgió el desorden jamás conocido anteriormente.
En medio de tal desorden no pudo establecerse
el control y su ausencia dio lugar a que se instalase entre ellas la no
conocida hasta entonces imprudencia.
La imprudencia trajo consigo la ausencia de
límites.
Fue entonces que: El caos, el desorden, la
ausencia de control, la imprudencia y la absoluta carencia de límites,
colapsaron de tal forma que ya nada podía impedir que se produjese, lo
que los científicos modernos han denominado, La gran explosión, que como todos
sabemos, se piensa, que haya sido la causa originaria del universo.
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