“La amplitud de miras es la actitud del que mira
las cosas con corazón limpio. Todo es limpio para los que miran las cosas con
ojos limpios. Con la mirada serena, aprende uno a descubrir el lado bueno de
las cosas, que todas lo tienen, y a distinguir lo esencial de lo accesorio. Es
la mejor actitud para descubrir el valor que todos los seres llevan consigo,
para descubrir la belleza de la vida y apreciar a las personas.
Lo verdaderamente importante, las cosas realmente
necesarias, son muy pocas. «Sólo una cosa es necesaria», por la que la
jerarquización de los valores no resulta excesivamente difícil y facilita notablemente
las opciones personales.
De este modo, con esta sencillez el individuo se
expansiona anímicamente y desarrolla una flexibilidad mental que le hace quitar
hierro e importancia a muchos problemas o a tantas cosas que se bastan para
desasosegarnos y quitarnos la paz del espíritu, pero que, reducidos a su
dimensión real, pueden ser perfectamente asumidos en una vida que
fundamentalmente sigue siendo bella.
Esta flexibilidad te convierte en un «espíritu
libre», por encima de las minucias escrupulosas, de las normas rígidas y de las
observaciones incordiantes e impertinentes.
Adopta una actitud equilibradamente crítica, tan
lejos del permisivismo de manga ancha como del estrecho fariseísmo que todo lo
juzga con las miras cortas del convencionalismo legal.”
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