No solo eso, algunas veces hablamos como si la
personalidad consistiera en rasgos atractivos y admirables: Efecto,
encanto, honestidad.
Pero no vemos que la
personalidad es algo mucho más complejo de lo que indica el uso
ordinario del término, e incluye tantos rasgos positivos como negativos.
Resulta fácil hablar de aspectos o rasgos de la
personalidad sin definir el término en sí.
Y lo hacemos con frecuencia: No confió en ese hombre.
No es honesto, o, podemos decir: Quiero a Ana. Tiene buen corazón.
Pero es difícil elaborar una definición amplia de
lo que es personalidad. Un concepto actual
que podemos utilizar es:
Patrón de sentimientos y pensamientos ligados
al comportamiento que
persiste a lo largo del tiempo y
de las situaciones. La anterior es una definición bastante larga, pero es la
que advierte dos cosas importantes,
Primero: Que la personalidad se refiere a aquellos
aspectos que distinguen a un individuo de
cualquier otro, y en este sentido la personalidad es característica de
una persona.
El segundo aspecto es: Que la personalidad persiste
a través del tiempo y de las situaciones.
Los estudiosos de la psicología siempre
han tratado de comprender las diferentes personalidades.
Pero no fue sino hasta hace un siglo que los
científicos comenzaron a realizar observaciones científicas sistemáticas y a
sacar conclusiones de ellas.
Algunos teóricos ponen énfasis en las experiencias
de la primera infancia,
otros en la herencia,
y otros atribuyen el papel fundamental al medio ambiente.
Hay quienes analizan únicamente como se comportan
las personas congruentes en distintas situaciones y momentos y les restan
importancia al concepto de una personalidad única y consiente.
Pero debemos tener claro que la personalidad es
algo único de cada individuo, y es lo que nos caracteriza como entes
independientes y diferentes.
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