Haciendo una retrospectiva en
los confines de mi mente, lo que equivale a decir que nos hemos introducido con
la intención de curiosear cómo estaba su interior, digamos que de vez en
cuando, no siempre sino cuando se puede, realizamos lo que puede llamarse una
“retroinspeción” ( la verdad es que ni sabemos si está bien escrita esta definición)
Lo que sí podemos comentar es
que hemos quedado impresionados por la vastedad de nuestra mente y sobre todo
el orden que imperaba en todos los rincones, incluyendo por debajo de las
alfombras.
Si por mi fuese sería una
tarea prácticamente imposible de realizar pero es más que evidente de que allí
he tenido una ayuda que no puedo dejar pasar inadvertida, pues como digo,
asombrosamente todo estaba en su lugar aún aquellas que podrían considerarse
como insignificantes, como pueden ser pequeños objetos, prendas de vestir,
reconocimientos, etc. allí estaban como también pude apreciar una enorme
colección de audiovisuales con la inclusión de voces y gestos como los de mis
abuelos, padres, hijos e inclusive, nietos.
Al percibir el orden imperante
es que me vino a la mente lo que había aprendido sobre la mitología griega, sin
duda alguna la cuna de nuestro pensamiento, dónde siempre ha existido el
reconocimiento por la invalorable labor de las Musas, reconocimiento que
persiste en la literatura que afortunadamente no es transmitido por
generaciones.
Siempre hemos tenido una gran
consideración por quienes han sido puestos en nuestras vidas para oficiar como
“ángeles de la guarda” siempre pensamos en la labor de los ángeles varones pero
esta vez queremos mencionar a aquellas personas del sexo femenino que sin
duda alguna han desarrollado y aún desarrollan una muy importante labor, sin
dejar de mencionar a quienes teniendo alguna otra orientación sexual también
realizan esta labor tan importante.
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