jueves, 27 de junio de 2019

Esparcir Las Semillas


Parábola del sembrador (Mr. 4.1-9; Lc. 8.4-8)
“Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.
Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
El que tiene oídos para oír, oiga.”
Esta enseñanza que Jesús habló utilizando la modalidad de parábola se refería a la conocida siembra del voleo con la salvedad de que esta siembra la realizó el sembrador esparciendo las semillas en un terreno sin una preparación previa, como suele suceder con aquellas personas a las cuales poco o nada les interesa las condiciones en las cuales se encuentran.
En lo personal he tenido la experiencia de sembrar al voleo y lo que hacíamos era colgarnos un morral lleno de semillas y en una tierra a la cual habíamos preparado previamente, utilizando nuestras manos las hundíamos en el contenido del morral y las esparcíamos al voleo entre los surcos a las semillas, confiando que a su debido tiempo, la generosidad de sus entrañas las harían germinar abundantemente.
Está claro que el sentido de la parábola de Jesús estaba dirigido a quienes descuidan su preparación previa permitiendo que en su interior crezcan sin control los pedregales y las malezas tornando estériles todo intento de las semillas sembradas por germinar dentro de ellas.

Salvando las distancias, (y ésta es un poco la intención de este artículo) los que regularmente exponemos por escrito nuestras impresiones utilizamos la modalidad del sembrador, nuestros morrales están rebosantes de palabras ordenadas en diversos temas los cuales “esparcimos al voleo” confiando que han de caer, como seguramente sucede, en aquellas mentes que han de ser receptoras y árbitros a la vez de su contenido.

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