Esto que te estoy diciendo, si aún no lo has
aprendido, se denominan principios básicos de convivencia, el desconocimiento
de los mismos, no nos exime de su vigencia, sólo demostrará el grado de
desviación que hayamos alcanzado en la ruta que nos conduce a nuestra propia
realización, cuánto más tardemos en comprenderlo, mayor serán las posibilidades
de frustración, este es un camino donde no existen atajos ni desvíos,
ciertamente, por el bien de nuestra propia especie, no deberíamos pretender que
alguien realice alguna tarea, por sencilla o compleja que nos parezca,
que podamos estar capacitados para efectuarla por nosotros mismos.
Y esto no es por puro egoísmo, todo lo
contrario, es la ley de la vida, la misma ley que impulsa a los pájaros a
expulsar a sus pichones de sus nidos, una vez crecidas suficientemente sus
alas, para que aprendan a volar por sí mismos y sobrevivan.
De manera que, si ya haz testado la fortaleza y
longitud de tus propias alas y consideras que estás en condiciones de volar
libremente, adelante. Pero… Cuidado!
Las aves no se arrojan solas al vacío, ni se
separan de su grupo, permanecen juntas y se protegen mutuamente.
Hablando en términos tecnológicos, imagínate una
gran aeronave, dotada de todos los elementos necesarios para garantizar la
mayor seguridad en su desplazamiento por el espacio aéreo, piensas que esta
majestuosa aeronave, ¿prescindiría de su contacto con la Torre de
Control? ¿Viajarías tú en una aeronave, por mejor equipamiento que posea,
si su piloto se comportara de tal manera? Sin duda que eres lo suficientemente
inteligente como para no cometer semejante imprudencia.
Cuánto más experimentado sea el piloto, mayor serán
las precauciones que tome al pilotear su nave.
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
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