La mente se comporta como receptora de todas las
inquietudes que de alguna forma repercuten en el interior de un intelecto tan
ocupado como el mío que intenta inútilmente no dejar pasar sus reclamos, Y digo
inútilmente, pues la estridencia de su constante insistencia ya ha despertado
al bucólico adormecer de la conciencia.
Es entonces que percibimos que lo que sucede hoy es
parte de nuestro presente, y que tal condición, no admite postergaciones, es
por eso que la mente insiste y repercute como si fuese un instrumento de
percusión con tal insistencia que al despertar de nuestra conciencia nos
conmina a no dejar escondidos, a la espera de otro tiempo, esos reclamos que
nuestra mente se empeña tanto en rememorar.
Está bien, ocupemos al pensamiento para que active
a los sentimientos y que éstos, los sentimientos, describan en nuestra mente su
sentir, para que ella, nuestra mente, en su amplitud y generosidad, le susurre
suavemente al intelecto cuales han de ser las acciones a realizar para
describir sobre una página en blanco, como ésta que está a nuestro frente, de
tal forma, que lo que perciba en la lectura de lo que se expone, conduzca lo
que está impreso directamente a su corazón.
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