Parece que existe una necesidad de sentirse como
“una parte activa” en los aconteceres del día a día, cada vez que algún suceso
sacude la monotonía dentro de la cual nos sentimos inmersos, sumadas, a
la vez, a que las consabidas noticias que recibimos, nos alertan de que
“algo trascendente está ocurriendo”.
Este sacudón producto de lo inesperado, nos pone en
situación de alerta, e impulsados por la oportunidad de “aparecer en escena” y
si podemos, aprovechar la ocasión de marcar con nuestra presencia mostrando en
el escenario de los hechos, toda nuestra capacidad de accionar de acuerdo a las
circunstancias.
Así nos comportamos siempre que sentimos, en una
actitud similar a la asumida por aquel “aficionado a la pesca” que
estando horas y horas mirando el mar impasible, cuando siente el tirón propio
del pez que ha “picado el anzuelo” comienza una inusitada actividad procurando
atraer hacia la orilla al asombrado pez que intenta vanamente liberarse.
Pasamos horas y horas dejando deslizar los toques
que van surgiendo en nuestros muros, algunos respondemos y otros quedarán para
después, pero he aquí que de repente, surge de súbito, en nuestros visores, “la
noticia” la cual como si fuese un pez “picando el anzuelo” nos hace sonrojar
por la emoción.
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