Pues bien, esa tal gratuidad del aire pasa a ser
una quimera, una ilusión, en las “necesidades básicas” del hombre moderno.
Sin importar mucho, la latitud ni la época del año,
lo evidente es que para asegurar nuestro confort y estar acorde con “nuestro
status” el aire debe estar “acondicionado” tanto en nuestros hogares, lugares
de trabajo, centro de estudios, donde nos atiende nuestro “personal trainer”
etc. etc. incluyendo al transporte colectivo y por supuesto, nuestro propio
automóvil.
Como puede apreciarse la gratuidad del aire se ha
incorporado al vastísimo campo de nuestras “ilusiones” haciendo sentir su
“cruda realidad” en las cuentas que por concepto de energía debemos pagar todos
los meses.
Alicia continúa viviendo en “el país de las
maravillas” y según tengo entendido no es nuestra vecina.
Así es.
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