Lo que resulta evidente es que se hace un tanto
complicado hilvanar una respuesta ante tales preguntas, pienso que solamente
alguien que en algún momento de su vida ha sentido en su ser interior el
impulso de transitar por el relato de sus vivencias, es quien podría estar
acreditado como para que, de alguna manera, realizar, o mejor dicho, intentar,
satisfacer con sus respuestas, la curiosidad de todo aquel que manifieste
su inclinación por dilucidar el “instante preciso” en el cual “el genio
de la inspiración creativa” se apodera de dedos, manos y teclado para plasmar
en contenido visible y entendible el fruto de su creación intelectual.
No es posible para quien escribe proveer a sus
lectores de un “manual para principiantes” si bien no deja de ser cierto
que existe la técnica del relato y que es factible la transmisión de ciertas
habilidades propias de una buena comunicación y que tales habilidades se
adquieren y desarrollan en la práctica constante de esta disciplina, llegando,
incluso, a dotarle a quien se interese, de la consecuente experiencia en la
elaboración de un relato convincente, no menos cierto resulta que quien escribe
no solamente utiliza la técnica del aprendizaje, sino que, además, debe tener
muy en cuenta “el contenido” del relato en cuestión, y este, el contenido,
suele manifestarse a través de la inspiración del autor, algo muy íntimo, imposible
de delegar al mero entendimiento del interesado, es allí , en esa
comunión entre autor y lector donde se conjugan los sentimientos , único nexo
que hace posible una comunicación creativa.
Es por eso que pienso que quién escribe, no lo haga
impulsado por otro motivo que no fuese el deseo de transmitir ciertas vivencias
que hacen a su fuero íntimo, algo muy cercano al estado espiritual de su
condición humana, esencialmente solidaria con el exterior inteligible que
percibe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario