Cuando se tratan temas relacionados
con la economía, la mayoría de los mortales pensamos, debido a la tremenda
importancia que los hechos económicos han adquirido, que el manejo de esta
disciplina, conocida como la reina de las ciencias sociales, debe estar en
manos de especialistas en la materia y que solamente éstos “iniciados” son los
únicos que pueden emitir una opinión autorizada al respecto.
La relevancia adquirida por la economía en la vida de las naciones ha otorgado superpoderes a quienes tienen la responsabilidad de conducir la orientación de la misma, convirtiéndolos en verdaderos “popes”, referentes ineludibles a la hora de tomar decisiones en cualquier área de actividad de un país.
Lo que hace la diferencia en economía, es la intervención del poder político, por eso, cuando hablamos de economía, siempre nos referimos por extensión, a la expresión,
“ que tipo de política económica aplica tal o cual gobierno”.
Es el gobernante que interviene en la economía, - no precisamente para cambiar sus enunciados desde el punto de vista de su aplicación como ciencia - sino que todo gobierno, como responsable del bienestar de la sociedad en su conjunto, es quien tiene el deber de orientar su programa económico a la satisfacción de las necesidades de todos los sectores que la componen, evitando la captura del Estado por intereses corporativos cercanos al poder de turno.
Es de absoluta responsabilidad del gobernante – el político- asegurarse de que en los ciclos de crecimiento económico se puedan generar los recursos que permitan enfrentar con éxito los inevitables ciclos de contracción de la misma – que ciertamente se han de producir – debe instrumentar salidas para impedir que éstos ciclos negativos se extiendan en demasía, y sobre todo, asegurar que los resultados positivos del crecimiento económico – cuando éstos se alcanzan - no se concentren en determinados sectores de privilegio, sino que a través de su política social y fiscal, debe lograr una distribución de la renta nacional, lo mas justa y equitativa posible entre toda la sociedad.
En países con crisis macro recurrentes , que por efecto de la globalización sufren las consecuencias directas e indirectas de los resultados de la economía mundial, muestran un crecimiento inferior al de países estables, es necesario la consolidación de acuerdos regionales que fortalezcan la apertura al comercio internacional.
Esto no sólo genera ganancias de bienestar para los consumidores, sino que permite aprovechar las economías de escala derivadas del acceso a mercados de mayor tamaño y favorece la búsqueda permanente de mayor eficiencia.
Sin duda, el poder político es responsable ante la sociedad toda, de defender sus intereses, y debe orientar su política económica a la búsqueda del desarrollo social, poniendo énfasis en mejorar las tasas de desempleo, invertir en salud, educación, y actualización de su tecnología.
Toda política económica debe tener claras sus prioridades y todo ciudadano, cada elector, debe exigir de sus gobernantes una información seria y responsable, evitando el manejo de esta disciplina como algo privativo de ciertos especialistas en la materia, algo inaccesible al conocimiento del ciudadano común, al cual no se le brinda ninguna explicación en un lenguaje entendible, franco y sincero.
La sociedad debe reclamar al gobernante, definiciones precisas sobre su política social, cuando éstas políticas se asumen y se incorporan al plan de gobierno, deberán condicionar la orientación económica y fiscal, subordinándolas al compromiso social contraído.
Economía y política se unen en la búsqueda del bienestar social, el orden de los factores en este caso altera el producto, no es la sociedad la que está al servicio de la economía y la política fiscal, sino que éstas son las herramientas a utilizar para alcanzar los objetivos que la sociedad se ha propuesto, entender este principio es fundamental.
¿Podrá haber en los próximos años una tarea más prioritaria para el sistema político?.
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