martes, 18 de junio de 2019

Asumir Decepciones

Suele decirse que toda decepción tiene su impacto emocional en el ser humano.

Es, por tanto, un proceso normal que forma parte de nuestro ciclo vital. Ahora bien, es conveniente saber gestionarlas de modo adecuado para que no acaben cerrando nuestro corazón para siempre.
La vida debe ser siempre una invitación continua a experimentar, a arriesgarnos, a mantener la ilusión. Y, desde luego, toda decepción duele, pero si las vivimos es por algo: para aprender.

 Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona. Se mira al espejo y se convence a sí mismo de que no hay nada positivo en su imagen, que no agrada, que su personalidad no parece estar hecha para encajar con otras parejas.

Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, es su mundo, sus creencias y nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.
Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, “no encajamos con sus mundos”. Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por personas maravillosas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.

Lo complejo de las decepciones es que en ocasiones, nos llegan de personas que nos son muy significativasPor tanto, es normal sufrirlas.


Ahora bien, ese sufrimiento debe ser puntual y no cargarlo para siempre en nuestro corazón, o quedaremos prisioneros de nuestros propios enemigos. Las decepciones se asumen, y después, nos deben servir de aprendizaje.

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