Para
ayudarnos a comprender mejor como es el estado de los hijos de Dios antes de la
creación de la tierra, es necesario de que nos despojemos de toda tendencia que
nos lleve, siquiera a intentar, al uso de una imaginación, condicionada o
manipulada por divagues especulativos, que nos quieran convencer, de que la
vida en los cielos puede ser una réplica mejorada de nuestra vida terrenal.
Para los que nos encontramos en este estado, es decir, viviendo esta etapa terrenal de nuestra existencia, lo primero que debemos saber, es que el viaje que hemos emprendido, no tiene retorno, jamás podremos volver a experimentar las mismas sensaciones, aquello ya fue, por más trascendente que haya sido, nos es vedado el regreso, la ley de progreso eterno nos ha cerrado esa puerta definitivamente.
Para los que nos encontramos en este estado, es decir, viviendo esta etapa terrenal de nuestra existencia, lo primero que debemos saber, es que el viaje que hemos emprendido, no tiene retorno, jamás podremos volver a experimentar las mismas sensaciones, aquello ya fue, por más trascendente que haya sido, nos es vedado el regreso, la ley de progreso eterno nos ha cerrado esa puerta definitivamente.
Todos
conocemos lo que la madre naturaleza nos enseña al respecto, el estado previo
de la hermosa mariposa pasa por el gusano que se arrastra , alimenta, y a su
debido tiempo, construye la crisálida, donde pacientemente, prepara la
transformación que le permita, en el instante preciso, lucir las galas de su
incomparable belleza y volar libremente por la floresta. El gusano no es un
estado inferior de la bella mariposa, el gusano es la mariposa.
De
la misma manera, que la etapa del gusano, no es comparable a la majestuosidad
del estado de la mariposa, ocurre lo mismo con las condiciones en que se
desarrollaba nuestra vida pre mortal. Esa etapa no es, en absoluto comparable,
con la que vivimos ahora, o la que podamos alcanzar, de acuerdo al grado de
gloria que nos pueda corresponder.
Tenemos la tendencia a comparar nuestro estado actual con el anterior y es por eso que pensamos en términos de hogar celestial, imaginando: tiempos, contactos, y tipos de relaciones, con un grado de intimidad y cercanía que nos lleva a pensar en un Dios, esencialmente padre, rodeado de sus hijos y hasta es posible que nos veamos sentados en sus rodillas.
Sin duda, es un sentimiento noble y dotado de una carga emotiva sencillamente conmovedora, pero es bueno que entendamos, que el lirismo de nuestras emociones humanas, no necesariamente concuerda, con los dictados de la realidad expresada en las escrituras
Tenemos la tendencia a comparar nuestro estado actual con el anterior y es por eso que pensamos en términos de hogar celestial, imaginando: tiempos, contactos, y tipos de relaciones, con un grado de intimidad y cercanía que nos lleva a pensar en un Dios, esencialmente padre, rodeado de sus hijos y hasta es posible que nos veamos sentados en sus rodillas.
Sin duda, es un sentimiento noble y dotado de una carga emotiva sencillamente conmovedora, pero es bueno que entendamos, que el lirismo de nuestras emociones humanas, no necesariamente concuerda, con los dictados de la realidad expresada en las escrituras
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Nuestros
cuerpos espirituales fueron creados en la plenitud de nuestra vida adulta, como
inteligencias, fuimos organizados en esas condiciones, la gran obra de Dios ya
estaba en proceso, y una vez iniciada, nada la detiene, el gusano y la mariposa
(en sentido figurado) están comprendidos en forma simultánea, no existe el
tiempo, por la sencilla razón, de que estamos hablando, en términos de
Eternidad.
Hoy en
día, todos podemos tener acceso al conocimiento, de cómo han sido nuestros
días, en la etapa de gestación dentro del vientre materno, a pesar de que cada
uno de nosotros ha estado allí, seguramente no lo recuerda, la información
científica que nos la cuenta, nadie la pone en duda y la acepta como correcta,
es por eso que alardeamos de que hemos vencido a la ignorancia que teníamos al
respecto, ¿no es así?
La
ciencia conocida, lamentablemente, esta vez, no nos puede ayudar como tan
convincentemente lo ha hecho, en nuestra etapa en el vientre materno. ¿Estamos
dispuestos a recurrir a otras fuentes? ¿Estamos dispuestos a pagar este precio,
y alardear después que hemos vencido a la ignorancia?
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