jueves, 31 de octubre de 2019

Compartamos


Compartir es el acto de participación recíproca en algo, ya sea material o inmaterial. Lleva implícito el valor de dar (la generosidad) y de recibir, aceptar o acoger lo que otra persona ofrece. 

Cuando estamos recién nacidos, vivimos fundamentalmente de lo que recibimos; a medida que crecemos, nos vamos dando cuenta de que saber vivir, significa que en la medida que se da, se recibe. Al compartir se produce una ruptura con el egoísmo de aquella persona que se cree autosuficiente. También se produce ruptura con la subestima de aquella que piensa que no tiene nada que dar ni ofrecer.

El ser humano tiene mucho que compartir a lo largo de su vida: bienes materiales, ideas, proyectos, actividades, sentimientos, experiencias, sufrimientos, dificultades, dinero, entre otros. Para una persona es importante recordar que para poder recibir es fundamental dar. Sobretodo dar desinteresadamente, con el propósito de propiciar las condiciones que permitan crear prosperidad, 
bienestar y abundancia, para así ayudar a construir un modo de vida que le haga feliz a ella y a todos.

Se puede decir y concluir que compartir es dar y saber recibir, ofrecer y aceptar a las personas, manifestar y comprender ideas y sentimientos, cooperar en actividades y admitir cooperación, ser solidarios con todas las personas, sin prejuicios; y sentirse corresponsable de la paz y del bienestar de todas las personas.

Desde siempre los seres humanos tendemos a compartir con amigos y conocidos, nuestros pensamientos, sentimientos y las distintas formas de percibir la realidad. Hoy, a través de las redes sociales, las personas intercambian información constantemente. Por esa razón cabe preguntarse por qué a veces nos cuesta compartir el conocimiento.

Esto viene desde la escuela. Es común ver como muchos niños tapan su hoja de ejercicios para evitar que sus compañeros le copien. 

Desde ese momento crecemos con la falsa ilusión de que acaparar el conocimiento nos da más poder. Será que compartir lo que uno sabe podría quitarle a las personas poder ante su entorno. 

Será que retener el conocimiento y no compartirlo nos da el poder que necesitamos para enfrentar la realidad. Las respuestas a estas interrogantes son diversas pero lo importante es comprender por qué es importante compartir lo que sabemos y no reservarlo únicamente para nosotros.

El conocimiento es el único recurso que no se extingue con el uso. Su reproducción es ilimitada, a diferencia de otros recursos que, al utilizarlos, se agotan en lugar de multiplicarse. Además, el conocimiento que se comparte se refuerza en la persona que lo posee.


miércoles, 30 de octubre de 2019

Transitar El Presente


Quien está presente, afina su intuición y sabe distinguir lo verdadero de lo que no es. Aquel que disfruta cada momento es más feliz y se arrepiente menos, pues entiende que equivocarse es parte del aprendizaje.

Ayer es historia, mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo, por eso lo llamamos presente”. Esta frase que le dice el maestro tortuga Oogway a Kung Fu Panda, no es sólo para una película de niños. Aunque de autor desconocido, reúne en sí misma una verdad que siempre han enseñado los grandes maestros y que también han recogido autores modernos.

Uno de los más conocidos es el alemán Eckhart Tolle, quien a través de su libro “El poder del ahora”, explica cómo el origen del sufrimiento humano se basa en la actividad incesante de la mente. Esta insiste en mantenernos ocupados con hechos pasados o angustiados por la incertidumbre del futuro. 

Atrapados en este mundo de ideas, somos incapaces de atrapar (y disfrutar) el momento.

Conocido es el significado de pre-ocuparse, es decir “ocuparse antes de tiempo”. Qué falta de sentido perder momentos vitales cuando sabemos que llegado el minuto, sí tendremos que ocuparnos y resolver de alguna forma las dificultades que se presenten.

Don Miguel Ruiz en su libro “Los cuatro acuerdos”, habla del “metote”, el ruido que se produce en la mente, que unido a los condicionamientos y el deber ser, terminan por confundir al ser humano y sumergirlo en un estado de angustia que lo aleja de la felicidad.

Orwell en 1984 reconoce algo de esta especie de esquizofrenia de la mente cuando se refiere al “doble pensar”, esa habilidad del ser humano para poner una etiqueta en la mente y hacerla funcionar paralelamente con otro pensamiento. ¿En cuántas cosas puedes pensar al mismo tiempo? ¿Cuánta energía demanda? Mucha.

Estar presente es sólo ser.“Cuando te lavas los dientes, estás con tus dientes; cuando te duchas, estás contigo bajo el agua; si te duele algo, aceptas ese dolor, lo haces tuyo y lo aceptas…hasta que desaparece”.

En ese entonces, creí comprender algo de eso. Me lavaba los dientes con cuidado, tratando de ser mis dientes y me duchaba de la misma manera… pero han pasado muchos años antes de entender algo el significado profundo de esa enseñanza.

Quien está presente, afina su intuición y sabe distinguir lo verdadero de lo que no es. Aquel que disfruta cada momento es más feliz y se arrepiente menos, pues entiende que equivocarse es parte del aprendizaje. Estar presente es emocionarse con un abrazo, con el canto de un pájaro o la sencillez de la lluvia.

Dicen que la presencia permite envejecer más lentamente. Tolle explica que al identificarnos con el ser nos alejamos de los efectos que el tiempo tiene en el cuerpo físico. 

Estar presente nos vuelve más livianos y nos identifica con una frecuencia vibratoria menos densa que nos aleja de los problemas de la materialidad. Pero lo más importante, permite vivir cada momento –sin juicio ni calificación- y abrir una puerta a lo que cada uno es en realidad.


Ser Y Estar


Si no estamos presentes no podemos ser aquello que decimos. Y a veces hay quienes están físicamente, pero no están. Están, a la vez, presentes y ausentes. Si nuestra presencia, en cambio, está llena con nuestro ser, entonces sí lograremos aportar a diferencia. Con reconocer al semejante, creo, no alcanza. Hace falta el atributo más importante de todos. Y a la vez, uno de los más difíciles de lograr. Hace falta estar presentes. Estar ahí, sí. Pero también estar presentes en el sentido de ofrendar. Ser, para el otro, un presente. Regalar nuestra disposición amorosa.

Alguien que ofrenda dispone en un tiempo y un espacio para hacer con el otro. Sin acción, creo, no hay presencia genuina. El que está presente pone vocación y se ofrece en su estar y en su hacer. Si lo que quieres es ofrendar, trata de que nunca te dé lo mismo estar allí que en otra parte.

Que no te sea indiferente el hecho de que tus acciones en ese presente tenga algún efecto en los demás.

Asegura que el efecto de tu presencia sea positivo. No seas un obstáculo, sino un regalo. Asegúrate de que tu presencia sirva. No alcanza con decir presente, debes verificar con tu conciencia si te encuentras ahí voluntariamente o si te han llevado.

Son, me parece, dos maneras casi opuestas de estar presentes. Podemos presentarnos ante el reclamo y la demanda de alguien, o bien hacerlo en términos proactivos, voluntarios.

Es decir: ¿Nos llaman y vamos? ¿O estamos dispuestos a acudir antes de que nos convoquen?

Son dos maneras de ser que cambian radicalmente nuestro hacer. La primera es por arrastre, y sólo surge cuando nos llaman la atención. La segunda es diferente, y a esto aspiramos, si es que buscamos un pleno desarrollo de lo humano. Vayamos al frente. Estemos presentes y disponibles para los que lo necesitan. Pongamos el cuerpo y el espíritu.

Por supuesto que nos haremos daño el uno al otro. Pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a ser presencia, significa aceptar el riesgo de la ausencia.


Manipulados


Verosímil es aquello que tiene apariencia de verdadero, que resulta creíble para quien lo observa. Esto no implica que se trate de una situación real, sino que es transmitida en un contexto determinado, respetando una serie de reglas y manteniendo un nivel aceptable de coherencia entre los diferentes elementos que la constituyen.

Se considerará a algo como verosímil cuando tenga apariencia de verdadero, por tanto, es que algo verosímil resulta creíble ya que no da lugar a la falsedad.

Lo verosímil podrá ser real o no pero sí tiene aspecto de serlo y ello lo hace creíble, posible.
Cuando se sucede algún suceso policial sobre el cual no hay muchos datos ni testigos, sino una sola persona que lo presenció, las autoridades policiales lo escucharán y entonces si sus dichos se ajustan a lo posible, admisible, de acuerdo al escenario y a las pericias, podrán entonces tomar a ese testimonio como verosímil para seguir la pesquisa y encontrar la verdad del hecho.

Aunque ojo, algo que es verosímil no es imposible que pueda ser falso en algunos casos, de todos modos, al ser considerado como verosímil terminará por coincidir con el contexto en el cual recibió esa calificación.
“No sé si lo que Juan contó sucedió realmente, de todas maneras sonaba bastante verosímil.”

Mientras que la corriente principal de la filosofía moral moderna da por supuesto que la situación típica en los juicios morales debiera ser la de certeza, la filosofía moral de Aristóteles está dominada por la idea de verosimilitud. Su concepto central, el de virtud, está doblemente penetrado por aquella idea, tanto en su aspecto psicológico como en el epistemológico: no sabemos con certeza, sino sólo con probabilidad, en qué consiste por ejemplo la acción generosa en general ni tampoco en el caso concreto. Sin embargo, la verosimilitud es una base suficiente para la práctica.

Con demasiada frecuencia la frontera entre real y verosímil es difusa; lo es porque con "verosimilitud" es posible explicar y justificar actitudes, modelos, ideas o motivaciones mejor con los hechos mismos. Así, la "realidad" pasa a un segundo plano, incluso se vuelve irrelevante, ante el irresistible peso de algo que "bien pudo ser de esta manera".


Un ejemplo de lo que digo es la famosa frase de Galileo, "Eppur si muove", apócrifa según la mayoría de las fuentes, pero coherente con el contexto en el que se supone que fue pronunciada y con la personalidad del personaje.

Pero cuando el recurso de la "verosimilitud" llega demasiado lejos la frontera con la manipulación también se vuelve difusa. Y la tentación de suplantar lo real y poner en su lugar lo verosímil para favorecer determinados intereses, se convierte en una peligrosa y lamentable costumbre. Sobre todo cuando hay intereses importantes que defender. La historia está llena de ejemplos.

Y en nuestros días ésta es mucho más fácil con ayuda de la fotografía y la informática (a nadie se le escapa que el uso de herramientas de retoque fotográfico está al alcance casi de cualquiera) y su impacto mucho mayor gracias a las medios de comunicación y, sobre todo, internet.


Asumir Nuestra Cuota Parte


Le estás dando demasiadas vueltas. Te estás rayando. El problema se hace más y más grande en tu cabeza, y lo estás pasando mal. Puede que no sea para tanto, puede que sí. Puede que sólo haya sido una mala decisión, un mal día, un mal momento.

Si has tenido un mal día, y parece que todo te sale mal. Si te da por el pesimismo y tienes esa tristeza tonta que te ata nudos en la garganta. Si te quedas mirando al techo en tu habitación, dando vueltas en la cama, mirando la lluvia por la ventana, sorbiéndote las lágrimas. Es el momento, en serio, llámame.

Si simplemente no quieres quedarte en casa, si te apetece caminar, charlar, disfrutar del sol tumbados en el césped o de un día de lluvia con un chocolate entre las manos. Cuenta conmigo, 
yo te acompaño. Entiéndeme, no te estoy haciendo un favor. No me cuesta nada, me apetece. Vamos a planear una tarde improvisada, pero cuenta conmigo. No te quedes en casa.

Si tienes un problema, si algo te preocupa y ese sentimiento se ha quedado aferrado en tu pecho. Pues vente, puedes contármelo, podemos buscar soluciones, pedir consejos o simplemente dejar que te desahogues. Podemos inventarnos insultos nuevos para quien haga falta, planear asesinatos fallidos, o brindar por todas las personas que hacen nuestra vida más complicada. O puedes no contármelo, y sencillamente vamos a hacer que lo olvides durante todas las horas que necesites un descanso. Hay tantos y tantos temas de los que podemos hablar que te juro que el silencio no va a ser un problema. Yo tengo cuerda.

Si te sientes solo, cuenta conmigo. Si necesitas alguien en quien confiar, alguien con quien reír o un hombro en el que llorar. Si necesitas compañía, alguien que te endulce el día, yo me hago con toneladas de azúcar para el café. Que no estás sólo. Que eres alguien importante, eres alguien esencial, especial, alguien sencillamente increíble. 

No tienes ni idea lo complicado que es encontrar a alguien como tú. Que estoy dispuesto a ayudarte en lo que necesites. Que de todo se sale y es mucho más fácil si alguien te toma de la mano. 

Que tú puedes, tú puedes con todo, no se trata de debilidad, se trata de hacerlo más fácil. Porque puedes recorrer tú sólo todo el camino pero, ¿sabes qué? Me encantaría recorrerlo contigo. Porque, no lo olvides, puedes contar conmigo. Siempre.

https://compartiendomacarrones.com


Así Somos


Imagina una vida sin sentimientos. ¿Sería posible disfrutar de algo? Funcionamos con un cuerpo físico, mental, emocional y espiritual. Si consideramos la palabra 'sentimiento' y la aplicamos a estos niveles de conciencia podremos examinar a lo que nos conducirá. ¿Cómo sería experimentar la vida en un cuerpo carente de la capacidad de sentir a nivel físico? Estaríamos entumecidos, insensibles al tacto, el placer o el dolor. ¿Sería posible mantenernos en contacto con lo que somos sin la capacidad de sentir a un nivel mental, emocional o espiritual? 

Nuestros sentimientos son la esencia de quienes somos. Alimentan la energía que constantemente reinventamos a lo largo de nuestras vidas. Nuestros sentimientos nos mantienen informados de nuestro estado de ánimo; le imprimen expresión a nuestras vidas. Los sentimientos nos motivan o nos deprimen. Son el núcleo de nuestros problemas y nos impulsar a la acción, positiva o negativa. Nosotros somos nuestros sentimientos en todas las etapas de nuestras vidas. Nos informan cómo estamos: optimistas, esperanzados, deprimidos o tristes. Le dan valor y sentido a nuestra existencia, a nuestras relaciones, a nuestros sueños y aspiraciones. 

Por eso es tan importante identificar los sentimientos involucrados con nuestras vidas. En nuestros problemas están nuestras oportunidades para cambiar. Después de haber identificado el problema la pregunta que sigue es: "¿Cómo me hace sentir esto? ¿Cuál es el sentimiento asociado al problema, y dónde lo puedo 'sentir' en mi cuerpo? " 

El resultado es cambiar la resonancia asociada a la sensación. No sólo somos nuestros sentimientos cuando los experimentamos, por eso tenemos que entender nuestros sentimientos y su origen. 

Podemos escapar de nuestros sentimientos, hasta cierto punto. Pasa todo el tiempo. Se le conoce como negación. En un proceso de duelo por la pérdida causada por la muerte de alguien querido o el final de una relación, podemos tratar de bloquear los sentimientos asociados con el evento, bloquear el flujo de energía de los sentimientos desde el núcleo interno de la conciencia mental. Algunas formas de represión pueden ser muy agobiantes. Esto puede suceder cuando el dolor, la tristeza y fuerzas similares nos empujan hasta el borde de nuestra capacidad para aceptar el dolor y la pérdida. 

El ser experimenta todo esto en el centro de nuestra naturaleza emocional. Los sentimientos deben ser identificados, aceptados y sentidos antes de que puedan ser tratados. Identificar su naturaleza y lo que están tratando de decirnos es esencial para entender el estado actual de ser. El conocimiento informado de nuestros sentimientos es esencial para que mantengamos buenas relaciones. 

Los sentimientos son la información sobre quién y qué somos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos en nuestra evolución personal, o lo que nos está limitando para seguir adelante con nuestras vidas. Reciclar los viejos sentimientos nos mantiene atrapados en nuestras vidas y son una manera de permanecer en lo que nos es familiar y nos limita. Reconocer nuestros sentimientos y cambiar la resonancia con ellos es lo que nos impulsa al crecimiento. Aceptar nuestros sentimientos y trabajar nuestros patrones inconscientes asociados a esos sentimientos nos permite liberarnos de su control sobre la psique y responder a su necesidad de ser identificados y expresados. Sólo los podemos liberar después de haberlos aceptado y expresado en un ambiente seguro. 

Nos validamos a nosotros y a los demás al escuchar y comprender los sentimientos expresados. En nuestra comunicación con los demás reconocer un sentimiento puede verificar: "Tú eres importante. Tú eres valioso. Eres digno de ser escuchado". Durante cualquier diferencia de opinión o discusión, una manera de liberar la energía negativa es dejar claro lo que fue el incidente, libre de juicios, y luego decir "esto es lo que yo siento" o "así es como me hizo sentir". De este modo sólo afirmamos los hechos y los sentimientos asociados. Cuando nos sentimos escuchados nos sentimos validados y podemos llegar a algún tipo de conclusión y sentir paz. 

Los sentimientos son transitorios, a veces nos sentimos atrapados por ellos, pero a menudo pasamos de un sentimiento a otro. Esa es la naturaleza de lo que somos. Reconocer nuestros sentimientos es importante. Por eso, en una sesión el hacer la pregunta "¿y cómo te hace sentir?" crea una posibilidad inesperada para que la persona identifique y reconozca la sensación consciente por primera vez. 

Como seres emocionales, somos sensibles a ser acariciados o golpeados. Debemos celebrar lo que sentimos, aunque sea dolor, porque ese sentimiento fluirá en nosotros. Una vez que sea reconocido sabremos que podemos sobrevivir y seguir adelante con nuestras vidas hacia una mayor coherencia.

martes, 29 de octubre de 2019

Compartir El Placer


Se puede entender al placer como aquello positivo que se siente al satisfacer una necesidad o conseguir un objetivo. Existen, por lo tanto, múltiples fuentes de placer de acuerdo al contexto. 

Aquello que provoca placer se conoce como placentero.

Las relaciones sexuales, en este sentido, pueden calificarse como placenteras. Las personas suelen disfrutar al estimular sus órganos genitales, por lo que el sexo provoca placer físico.

Dentro de este tipo de placer, el sexual, hay que tener en cuenta que no sólo se alcanza con la estimulación de los genitales sino también con la excitación provocada al acariciar otras partes del cuerpo. Esas zonas que, de igual modo, provocan placer son conocidas como zonas erógenas y entre ellas se encuentran el cuello, el pecho, los lóbulos de las orejas…

Asimismo no hay que olvidarse que cada persona encuentra ese placer sexual en distintas posturas, con diferentes fantasías e incluso con variadas experiencias. Ejemplos de esto son quienes se excitan llevando a cabo acciones de sadomasoquismo, los que necesitan vestir o que su pareja lleve determinadas prendas…

Lo que está claro, como así lo demuestran distintos estudios, es que experimentar el placer sexual ayuda a mejorar el sueño, a ponerle fin al estrés o a contar con mayor autoestima.

La ingesta de una comida que nos gusta también puede considerarse como un placer. Cuando el alimento ingresa al paladar, e incluso antes a través de la vista y el olfato, podemos sentir algo agradable que surge de los sabores y aromas.

Otros placeres no son físicos, sino que resultan más bien simbólicos. Tener un hobby como coleccionar sellos postales; jugar a un videojuego; leer un libro; dibujar; o escuchar música son algunas actividades que pueden producir placer.

Cuando una persona persigue el placer como principal finalidad de su existencia, se dirá que es hedonista. El hedonismo es la doctrina que siguen aquellos que viven para maximizar los placeres y minimizar el dolor. Hay que destacar, sin embargo, que ciertas posiciones morales consideran que el hedonista es egoísta porque no piensa en los problemas del prójimo, sino que sólo privilegia su placer.

El placer físico es una sensación correspondiente a una situación positiva –operación, función, evento, estado– del organismo viviente. Se lo puede mencionar también con verbos como gustar, gozar, sentir agrado, disfrutar, etc. El placer no existe aisladamente, sino que está unido a una situación vital buena percibida con una connotación sensible positiva. Por ejemplo, una persona puede sentirse bien o a gusto mientras pasea, come, hace deporte o descansa. Lo que gusta –el objeto del placer– se dice gustoso, agradable, deleitable. La sensación contraria es el disgusto o desagrado, que en su caso extremo es dolorosa, por lo que de ordinario placer y dolor se ven como sensaciones físicas opuestas.

Agrado, gusto, placer, complacencia, son términos con significados analógicos, es decir, indican algo común pero con connotaciones diversas. Pueden usarse de modos variados en distintas circunstancias, no sólo físicas, sino también psicológicas, espirituales, intelectuales, etc., como cuando decimos "encuentro agradable esta novela", "me gusta estudiar matemáticas". Términos cercanos a placer, aunque con matices semánticos peculiares, son: deleite, gusto, complacencia, gozo, delicia, agrado, disfrute, alegría, dicha, felicidad, beatitud, gratificación, satisfacción, contento, bienestar, sentirse bien, sentirse cómodo. 

Algunas de estas situaciones no son sensaciones, sino emociones, estados anímicos o psicosomáticos, o situaciones de la voluntad. Podríamos llamarlas en general sensaciones afectivas positivas, así como las negativas son el dolor, el malestar, el sufrimiento, el cansancio, el aburrimiento, el disgusto y tantas otras.

En términos generales, la complacencia es el sentimiento generado por la posesión de un bien. En consecuencia, el placer físico es la sensación que surge con el bien del organismo como un todo o en sus partes, cuando está en reposo o cuando actúa. Es la vivencia o sensación del viviente cuando "se encuentra bien" o cuando realiza bien sus operaciones naturales, o las que se le han hecho connaturales por habituación. Por eso, si alguien realiza con dificultad unas tareas (p. ej., habla mal un idioma), encuentra cierto malestar ("le cuesta"), y en cambio lo hace con gusto cuando las ejecuta bien porque ya las ha aprendido.

La realización de funciones naturales biológicas, por tanto –alimentación, respiración, destreza muscular, locomoción–, o la práctica de hábitos adquiridos positivos –bailar, jugar–, siendo signo de salud corporal o psíquica, se presentan a la sensibilidad como placenteras, mientras que la enfermedad o la inhabilidad hacen sufrir. El mismo placer físico tiene un sentido analógico variado: una cosa es el placer del gusto alimenticio, otra el placer genital de tipo somático, otra el placer olfativo de un perfume, etc., así como se dan también placeres más espirituales, cuando vemos o escuchamos cosas bellas, que nos da gusto contemplar u oír.

El deleite puede relacionarse así con la belleza, pues esta última consiste en la condición armoniosa de algo visto u oído que es agradable ver o escuchar. Lo bello en su sentido originario tiene que ver con lo placentero en los sentidos que captan armonías, cosa que puede hacer sólo el hombre, ya que sus sentidos están animados por la inteligencia. Al animal puede gustarle ver algo en relación con sus instintos vitales, pero no porque contemple una armonía. 

Al gusto contemplativo lo llamamos estético.

Placer, salud y belleza se acompañan mutuamente. El cuerpo sano goza de una belleza especial derivada de lo armonioso o bien ordenado de la vida. Aunque estas características puedan separarse por circunstancias especiales, de suyo están relacionadas intrínsecamente.
Un placer nocivo, que daña a la salud, al final acaba por causar sufrimiento y afea el cuerpo, pues el cuerpo enfermo pierde belleza.

Estas nociones no deben entenderse como aplicadas al cuerpo en un sentido sólo fisiológico, sino también en cuanto el organismo humano está informado por dimensiones más altas de tipo psicológico, espiritual y personal ("cuerpo personal") (Sanguineti 2007b). Aunque comer, por ejemplo, sea fisiológicamente placentero, lo es en un sentido más alto cuando comemos en un contexto social y antropológico adecuado, como personas y no como animales. Por eso repugna ver que alguien coma sin buen gusto o de modo inmoral, y así diremos que cierto placer fisiológico "se envilece" si no es incorporado a las dimensiones de la persona: amor a los demás, sociabilidad, justicia, inteligencia. La persona humana tiene estratos jerárquicos y esto afecta a los sentidos analógicos de los conceptos de placer, salud y belleza.

Un concepto relacionado con los anteriores es la limpieza, contrapuesta a la suciedad. En un sentido primario, limpio –también higiénico y saludable– es el cuerpo orgánico, y por derivación se dicen "limpias" las cosas, los alimentos, el ambiente y el vestido. La suciedad es el desorden nacido de una mezcla de cosas que se adhieren al cuerpo y le resultan antiestéticos o nocivos (residuos, substancias extrañas). La falta de limpieza es desagradable, insalubre e impide realizar bien el trabajo. Como el hombre no puede vivir sólo con su naturaleza, sino que a ésta le añade la cultura, son limpias especialmente las cosas artificiales que perfeccionan el obrar humano y crean el ambiente típicamente humano: casas, instrumentos, vestidos, transportes, etc. La limpieza y la higiene aseguran una buena relación –bella, saludable y placentera– entre el cuerpo humano y su ambiente.

El "cuerpo personal" preserva su salud/belleza no sólo cuando ejercita bien sus actividades naturales o cuando es alimentado, sino cuando vive en un ambiente adecuado (dimensión ecológica), lo que incluye el vestido (cuerpo vestido) y la limpieza (cuerpo limpio). Por esto, por ejemplo, aunque el cuerpo humano desnudo tenga una belleza fisiológica propia, en el ambiente ordinario de trabajo, convivencia social o familia, un individuo desnudo resulta feo y desagradable, pues reduce su presentación ante los demás a su pura naturaleza fisiológica.

El placer no indica una perfección inmanente cerrada o puramente "subjetiva". Muchos placeres se comparten y el gusto está precisamente en compartirlos. Cuando hay relaciones personales de amor, quien ama intenta no sólo ayudar al amado, sino que se goza en complacerle, en darle gusto, al unirse a su voluntad con amor benevolente. Los amigos se complacen mutuamente y así se ve cómo el placer espiritual –gozo– tiene una dimensión trascendente. 

Cuando La Llaga Duele

Desde La Historia Reciente:
En esta tierra, durante los «años de plomo», muchos vivimos con relativa comodidad agazapados tras un silencio mezcla de miedo y semiclandestinidad. En ese ecosistema social, muy pocos fueron los que se atrevieron a levantar su voz contra aquel auténtico poder fáctico representado por un universo ideológico que se autodefinía a sí mismo como abertzale, «patriota». 

Recuerdo con profunda tristeza el visionado de la película 'Trece entre mil', de Iñaki Arteta, un film construido con la narrativa desnuda de numerosas víctimas del terrorismo de ETA. En 2005, en una ciudad de 230.000 habitantes, en la sala no estábamos más de una docena de personas. 

En 1990, 'La carta', de Raúl Guerra Garrido, fue presentada casi a escondidas. En el año 2010, la sugerente novela del profesor Vicente Carrión Arregui 'Padre Patria' fue publicada bajo el manto del olvido por parte de la cultura oficial vasca, de la propia sociedad y en especial del mundo educativo.

En 2013, la obra 'Arresti', de Iñaki Martínez, vio la luz bajo una casi total oscuridad.

Quizás por esto, por inesperado, me ha resultado tan gratificante el éxito obtenido por la novela de Fernando Aramburu 'Patria'. Superada su décima edición, es 'best seller' número uno en España, valorada muy favorablemente por la crítica europea, premio Francisco Umbral y con un éxito de ventas inimaginable hasta hace poco en Euskadi. 

Aun así, el merecido éxito cosechado por Fernando Aramburu no se ha visto correspondido en su presentación en el País Vasco, pues la obra ha estado rodeada del mismo halo de abandono, cuando no de estigma, de sus predecesoras. La presentación en Vitoria, a la que asistí, concitó a poco más de cincuenta personas. El propio autor confesó allí, que la asistencia en su ciudad natal, Donostia, fue similar y ello gracias a la presencia de miembros de su propia familia. Resulta a todas luces contradictoria esa pobre respuesta en el ámbito público con la calurosa acogida obtenida en el ámbito privado. Y es que, en mi opinión, ciertos mecanismos no han sido totalmente desactivados en este país, y la vergüenza por el pasado está resultando más pesada de lo que podíamos haber previsto. 

Así, puedo entender el temor de la Izquierda Abertzale (Izquierda Patriótica en definitiva) a que alguien señale, incluso de forma novelada, los mecanismos que arrojaron a cientos de jóvenes vascos a sacrificar sus vidas, arrebatándoselas a los demás, en aras del «gran ideal patrio». Pero se me hace mucho más difícil comprender esa especie de veto no explícito, pero en la práctica poderosamente eficaz, del nacionalismo jeltzale (Nacionalismo Patriótico a su vez) ante esta obra, sintetizado en los «piropos» expresados a través de la pluma de un conocido articulista: «…construcción de una opinión prefabricada, reduccionismo en torno a personajes básicos; torpe retrato de Miren y Bittori, ridículo mito del matriarcado vasco; falsedad de dos bandos, el de la violencia y el de las víctimas, escenario que no es sino una caricatura que no sirve ni como alegoría; el apoyo al terrorismo fue minoritario, la sociedad vasca no es responsable de complicidad, cobardía o silencio…».

¿A qué obedece esta posición negacionista del nacionalismo moderado a reconocer la contribución sanadora de la obra de Aramburu? En mi opinión, a dos razones fundamentales: La primera tiene que ver con la dificultad por desligarse de su primigenia concepción mesiánica del Pueblo Vasco. Desde la misma resulta muy difícil condenar a los miembros del mismo grupo corporativo, la misma tribu. Fueron vascos equivocados, sí, pero pertenecen a nuestro propio etnos, son euskaldunes, son de «los nuestros» y numerosos lazos afectivos se entrelazan en el mundo, siempre complejo, de las lealtades primordiales. 

Los asesinados (salvo un número menor de casos), por el contrario, pertenecían a otro etnos representado en el texto por Guillermo, el 'maketo', otro grupo humano, construido como radicalmente distinto, ajeno y patógeno. La condena se produce en el discurso, pero no en las prácticas sociales, amicales o de parentesco. La segunda tendría que ver con el efecto interpelador de la novela. Las familias de 'Txato', el empresario extorsionado, y de Joxe Mari, el joven etarra, incluso la figura de don Serapio, el cura, no son sino reflejo fiel de nuestro pasado reciente. Lo queramos o no, su presencia en la novela nos revela con toda su crudeza el grado de putrefacción social al que esta sociedad llegó, y eso es doloroso. Aramburu, en un ejercicio ético que es digno de elogio, no rehúye el tema de la existencia de excesos policiales, de los asesinatos del GAL o de casos de tortura, y este hecho, que le honra, da todavía mayor credibilidad a su novela; pero no cae en la equidistancia, tan de moda, para reflejar de forma descarnada el poder aterrador que un proyecto totalitario, preñado de mitología patria, tuvo en este pequeño país. ¡Ahí está su supuesto pecado! Que esa realidad nos señala, nos interroga, y ante ella sería necesario dar respuestas, dictámenes que pueden hacer tambalearse a ese proyecto de «comunidad de destino», del que es muy difícil separar el vínculo establecido entre identidad y violencia.

Y es que Fernando Aramburu pone el dedo en la llaga de una idea terrible, la existencia de un fundamentalismo esencialista o comunitarista, basado en una visión evangélica de la patria, que siempre deriva en exigencias de inmolación en nombre de la misma.

Utilizando una idea del historiador Javier Merino, yo diría que quien alegue contra 'Patria' que con juicios de valor no se explica el pasado que pruebe a contar la historia de los campos de exterminio, del franquismo, del GAL, o de la masacre del 3 de marzo vitoriano, sin hablar de víctimas y verdugos, de asesinos y asesinados, sin hacer una valoración moral, rotunda y sin eufemismos de lo ocurrido.


Lo del título, El dedo en la llaga

La Creatividad Y El Tiempo



Entre un enorme caudal de información, esa que con el paso del tiempo se acumula en los cajones de nuestro escritorio, sin que sepamos a ciencia cierta de donde ni de parte de quién provienen, me encontré  con este manuscrito realizado en una servilleta del antiguo “Café Sorocabana”  seguramente proveniente de la mesa en que solíamos juntarnos en nuestros tan escasos como valiosos “tiempos libres”  para disfrutar en conjunto de un improvisado asueto mediante el cual  compartíamos las peripecias de nuestros día a día.

Como lo expuesto en la improvisada misiva contenía latente, todo el ingenio y la picardía propia de nuestra añeja juventud , me he tomado el atrevimiento de compartirlo tal cual ha llegado a mis manos sin poder, como es obvio, identificar a sus autores.

El manuscrito dice lo siguiente: 

LOS PSICÓLOGO/AS:

No nos entristecemos, elaboramos nuestro duelo.
No enfermamos, somatizamos.
No estudiamos, sublimamos.
No tenemos ocurrencias, tenemos Insight.
No nos equivocamos, tenemos actos fallidos.
No cambiamos de idea, resignificamos.
No hacemos disparates, desplegamos nuestra creatividad.
No hablamos, verbalizamos..
No conversamos, puntualizamos.
No respondemos, interpretamos.
No decimos estupideces, asociamos libremente.
No nos desahogan, hacemos catarsis.
No hablamos por teléfono, nos comunicamos de inconsciente a inconsciente.
No somos pesados, tenemos una ligera compulsión a la repetición.
No resolvemos nuestros problemas, elaboramos nuestros conflictos..
No nos enamoramos, hacemos transferencia.
No padecemos la crisis, estamos atravesados por el malestar.
No tenemos relaciones sexuales, liberamos la libido!!!

Tal la desfachatada creatividad de aquellos tiempos.

lunes, 28 de octubre de 2019

Conducir Sobre La Marcha


El sentido de vida podría decirse es la estrella que nos guía en el camino de la vida. Esa que nos permite darle una dirección para orientar nuestra acción en el mundo aun cuando los accidentes y los acontecimientos nos desvíen, permitiéndonos sostener o reencauzar nuestra coherencia interna y, por ende, nuestro bienestar físico, mental, emocional y social.

La coherencia tiene relación con alinear internamente en una misma dirección lo que pensamos, lo que sentimos y lo que finalmente hacemos en el mundo, tanto para nosotros mismos como para los demás. Si esa acción en el mundo es coherente y conectada con un sentido de vida positivo y más elevado, creará como resultado un progresivo y sostenido estado interno de orden y de bien-estar que reforzará nuestro propósito como personas.

Ese bienestar, aun cuando pueda verse comprometido por diversas circunstancias, será una construcción, una base interna y externa (familia, pareja, amigos, compañeros) cada vez más sólida que nos sostendrá en los malos momentos e impulsará en los buenos.

Como resultado de tener un sentido de vida, una coherencia interna lo más alineada posible entre el pensar, el sentir y el actuar, así como un sistema de relaciones interpersonales en crecimiento (pareja, amigos, compañeros, hijos, familia), vivenciaremos un progresivo y sostenido estado de felicidad. Una felicidad que no es estática sino que se construye, refuerza y retroalimenta, en un trabajo continuo.

Por esto es importante meditar regularmente sobre el avance de la felicidad o el sufrimiento en uno y nuestros afectos más cercanos como una forma de medir nuestra alineación o desvío del sentido de nuestra vida.

Creer o no creer en la existencia de un sentido o un propósito es una decisión exclusivamente personal, y más allá de dejar esto en el simplismo de creer o no creer, lo recomendable es animarse a probar cómo es vivir con un sentido o sin ninguno en particular.

No todo está dicho, ni esto aquí escrito es algún tipo de dogma. Muy por el contrario hay quienes encuentran en un momento de su vida la felicidad en la ausencia total de un sentido, y en un devenir en función de lo que el mundo les propone. Aun así, es importante no cerrarse a una u otra opción, sino estar siempre atentos a meditar si a medida que pasa el tiempo crece en nosotros y nuestros seres queridos la felicidad o el sufrimiento. Así entonces, puede ser que para un momento de nuestra vida el sin sentido nos provea un tipo de felicidad, pero en otro, nos enfrente a la necesidad encontrar un sentido que nos brinde orientación y dirección una vez agotada esa etapa vital del sin sentido.

Entender que se puede sin problemas pasar de uno a otro y que la vida requiere múltiples estrategias a medida que crecemos y evolucionamos, incluso cambiar de sentido, o tener más de uno, es entender que somos seres complejos y que merecemos cuidarnos y auto-observarnos constantemente.
     

Es importante entender que somos seres sociales viviendo en comunidad, y que no podemos abstraernos de nuestro medio social. Por esta razón es posible que tropecemos en esta construcción interna y externa múltiples veces. Algunas por errores propios, pero muchas otras por situaciones que escapan a nuestras decisiones y control. 

Por eso es altamente importante ser, para con nosotros mismos, los mejores amigos posibles, tratándonos bien, amablemente, tenernos paciencia, y buscar tiempo y espacio para meditar sobre nuestra vida y la dirección que estuviera tomando.


Los Estilos De Hacer


Cuando hablamos de estilos de vida nos referimos a la manera general de vivir, es decir, los comportamientos que tiene las personas en su vida cotidiana. A lo largo de los años, las personas vamos construyendo estas formas de vivir con las acciones que realizamos cotidianamente y que con el tiempo se convierten en patrones de conducta.

Por ejemplo: cuando se es pequeño, por lo general, nos mandan a lavarnos los dientes; mas adelante, lo hacemos automáticamente al levantarnos, luego de cada comida y al acostarnos; posteriormente, este y otros hábitos similares puedes ser parte de un estilo personal de cuidado por el cuerpo y la salud.”

Algunos estilos de vida pueden ser saludables y otros no .Serán saludables, en tanto contribuyan al bienestar de todos los aspectos del ser humano, es decir, promuevan la salud física, mental, emocional y espiritual, todo lo cual favorece al desarrollo de mejores niveles de vida
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Las personas mayores las que tiene que preocuparse por mantener un estilo de vida saludable, ya que erróneamente solo se asocia al cuidado de la salud física. 

Sin embargo, un estilo de vida de este tipo va más allá pues considera el desarrollo de todas las dimensiones de la persona y su equilibrio, orientado a mejorar la calidad de nuestra existencia.

“Nunca sopla viento favorable para el marino que no sabe en que puerto echar anclas.”
Proverbio americano