Hablar bien en público requiere de un buen entrenamiento, pero también de una gran honestidad y de saber conectar con nuestras emociones desde nuestro interior. Construir nuestra autoconfianza es un paso previo fundamental para poder expresarnos con soltura y naturalidad, de forma abierta y sin temores.
Es mucha la oferta de cursos y formación en habilidades de oratoria que hay en el mercado. Sin embargo, aprender a utilizar las herramientas no es suficiente. Por eso, los programas Dale Carnegie van más allá y parten de la construcción de una autoconfianza, necesaria para brillar como oradores o ponentes.
Algunas de las cuestiones a tener en cuenta y que nos ayudarán a realizar una mejor presentación o ponencia, son las siguientes. Sin embargo, sólo con el hecho de trabajar previamente en nosotros mismos para hacer aflorar nuestro auténtico potencial, será posible transmitir un mensaje creíble y potente.
Consejos para una mejor presentación
#1. Preparación y ensayo
Las presentaciones en público que mejor funcionan son las que mejor se han preparado. Y ello significa haberles dedicado unas cuantas horas de trabajo. Aunque nos parezca que determinados oradores saben improvisar, incluso esas aparentes improvisaciones han sido ensayadas previamente. Teniendo en cuenta esta premisa nos aseguramos buena parte del éxito.
#2. Buen uso de las pausas y de los silencios
Las pausas y los silencios sirven para tomar mayor control del discurso. Crean sensación de expectativa ante lo que se va a decir y ayudan a reforzar el mensaje para que se tenga en cuenta en su debida importancia. Ayudan a dar más autoridad al emisor y transmiten confianza a la audiencia. Por si fuera poco, bien empleadas, las pausas dan tiempo a que el público integre el contenido y comprenda bien el significado de lo que el orador está transmitiendo.
#3. Poner las emociones a nuestro favor
Reconectar con nuestro interior y poner a trabajar las emociones en nuestro favor nos ayudará a sintonizar con el público. Ser honestos con nosotros mismos y con los demás es el camino más efectivo para llegar a nuestros oyentes. La empatía, la asertividad, la humildad y la generosidad son grandes aliadas. Dale Carnegie afirmaba que las personas ‘somos criaturas emocionales’, más que seres basados en la lógica.
#4. Conocer a nuestra audiencia
Conocer a nuestra audiencia antes de dar una charla, nos ayudará a enfocarla mejor. Podremos averiguar qué esperan de nosotros, qué contenidos les interesan, qué dudas, preocupaciones o necesidades tienen. De ese modo, podremos dar respuesta a sus inquietudes y haremos de nuestra ponencia algo útil, interesante y motivante.
#5. Práctica, práctica y práctica
El ‘cómo’ y no sólo el ‘qué’ es importante en una charla. A veces, incluso más. Por eso, ensayar y practicar nos dará las habilidades para hacer de nuestra charla una ponencia amena e interesante incluso aunque el tema no sea completamente nuevo. Una nueva manera de explicar algo ya conocido es también una forma de hacer comprender el mensaje desde un nuevo punto de vista. El cómo aporta riqueza a una ponencia.
Practicar mucho nos permitirá también alinear nuestra gestualidad con nuestro mensaje hablado.
Recordemos lo que decía el prestigioso psicólogo Albert Mehrabian, quien afirmaba que el lenguaje verbal sólo un 7 por ciento en la comunicación de emociones y sentimientos. En cambio, un 38 por ciento de la comunicación corresponde al lenguaje paraverbal o vocal (entonación, proyección, timbre, tono, énfasis, pausas, ritmo); y el 55 por ciento restante al lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada, movimiento de los ojos, respiración).
La importancia de los elementos no verbales sobre los verbales aumenta cuando son incongruentes entre ellos. No hay nada menos creíble que una charla cuyo contenido no se vea reforzado por nuestro lenguaje corporal. Los gestos conectan con nuestro inconsciente. De forma intuitiva captamos que algo falla, que algo no encaja y desconfiamos del mensaje y de la persona que lo emite.
viernes, 1 de mayo de 2020
La Solidaridad
Se ha escrito y hecho muchísimo en nombre de la “solidaridad”. Incluso,
algunos han llegado a decir que “ser solidario” es parte del talante chileno,
sobre todo porque nos asoma en momentos de dolor, en terremotos y en las
desgracias más desgarradoras: donde hay infortunio, lo más seguro es que allí
nos encontremos con dos chilenos, uno en adversidad, otro ayudando a quien lo
necesita.
Para qué hablar de la Teletón, que ha cuadrado a nuestros conciudadanos
bajo sus filas durante años y años, pese a las críticas más furibundas en su
contra.
En cada una de estas acciones sociales visibilizamos la solidaridad.
Cuando un país entero se vuelca hacia las personas con discapacidad, o cuando
un grupo de universitarios realiza trabajos que van en beneficio directo de una
comunidad que tiene necesidades materiales y espirituales, hay allí formas
nobles de concretar la solidaridad, es decir, de responsabilizarse por la
suerte de los demás; pero, ¿qué implica “responsabilizarse” por los más
desventajados?, ¿”asistirlos” para que salgan de la pobreza, entregándoles
herramientas para que lo hagan por sí mismos, premiar sus “méritos” con beneficios
de distinta índole, redistribuir la riqueza del conjunto del país entre quienes
no la poseen, reformar las estructuras e instituciones sociales injustas,
cambiando todo lo que sea carente del más mínimo sentido de humanidad?
Todas estas preguntas, legítimas y razonables, revelan que el asunto no
es tan sencillo como parece. Las respuestas exigen una serie de precisiones que
no todos están dispuestos a asumir.
En nuestro país, por el contrario, nos hemos
acostumbrado a hablar de la solidaridad a troche y moche. Cualquier asunto con
olor a “social”, ya es solidario. Y así, usualmente “imponemos” nuestro parecer
por sobre las sensibilidades ajenas ─pasamos “retroexcavadora”─ donde
ciertamente hay injusticias, pero también complejidades políticas, técnicas y
culturales que no se solucionan con payasadas, ni tampoco negando la sal y el
agua a quienes a veces tienen más iniciativa que nosotros.
¿Qué nos exige, en consecuencia, la “solidaridad”
en nuestros días? Reflexión seria: hay tras la palabra “solidaridad” distintos
conceptos y miradas sobre la persona y la sociedad, que requieren ser
ponderadas, interpretadas y analizadas críticamente. La filosofía, la teoría
política o la economía tienen un rol indispensable, que no siempre empleamos
correctamente.
Del Dicho Al Hecho
¿Qué relación hay entre las palabras que decimos y
sus consecuencias, lo que ellas provocan? La forma en que se regula la libertad
de expresión depende de la respuesta.
Estados Unidos tiene una cultura poderosa de
libertad de expresión. Proviene de la Primera Enmienda -"el Congreso no
dictará normas que restrinjan la libre expresión"-, y de la enjundia que
la Suprema Corte ha dado a esa brevedad.
No obstante, en un fallo de 1919 esa Corte
determinó que la libertad de expresión no ampara a quien grita falsamente
¡fuego! en un teatro repleto, causando pánico (Schenck vs. United States).
En ese caso, la relación entre palabra y
consecuencia peligrosa parece evidente. Y el peligro es de tal grado, dadas las
circunstancias, que justifica desconocer la libre expresión del gritón
mentiroso.
En Chile, un proyecto recién ingresado al Congreso
pone de relieve esta relación. Busca castigar a quien "públicamente o a
través de cualquier medio apto para su difusión pública incitare directamente a
la violencia física en contra de un grupo de personas o de un miembro de tal
grupo, basado en la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual,
identidad de género, religión o creencias de la víctima".
El discurso y sus consecuencias. En este caso suele
llamarse "discurso del odio" ( hatespeech ). El proyecto es muy
discutible.
Parece ser un delito de peligro, es decir, no exige
que se produzca el resultado dañino. No es necesario que alguien ejerza
"violencia física" incitado directamente por otro para que este otro
sea castigado: basta la incitación. El que baste esta mera potencia resulta muy
amenazante para la libertad de expresión.
El verbo "incitar" es poco usado en el Código Penal. Un caso se refiere a los que incitan a otros a desconocer sus deberes militares. El otro está pasado de moda, pero es interesante aquí: el que incita a otro a provocar o aceptar un duelo tiene un castigo, solo si el duelo se realiza.
Si el proyecto buscara evitar la violencia física, se podría vincular el discurso incitador al ejercicio efectivo de ella, como en el duelo. Así se logra un objetivo valioso sin hacer pagar el alto costo que sobre la libre expresión impone el mero peligro.
O, incluso, se podría confiar en las reglas actuales de participación criminal, en el sentido de que si se prueba que la violencia física fue directamente incitada por alguien, a este se le puede atribuir alguna forma de autoría en el delito violento.
Pareciera, más bien, que lo que el proyecto realmente persigue es limitar discursos relativos a la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual, género, o religión de la víctima. Además de amenazar la libre expresión, esto plantea otros problemas. Por ejemplo, de coherencia. ¿Por qué solo aplican estos criterios y no, por ejemplo, las convicciones políticas de la víctima, o sus características físicas, gustos culinarios o estéticos?
¿Por qué los criterios se basan en las víctimas, y no en los victimarios? Incitador e incitado podrían ser de una secta que ordena golpear a las personas, sin preguntarse por su raza, sexo o creencias. ¿Quedan fuera del "discurso del odio"?
El problema es que la coherencia exige expandir los sujetos y criterios al infinito, ahogando definitivamente la libertad de expresión.
Por esto, mejor olvidarse del proyecto o pensarlo mejor, conectando más directa y evidentemente las palabras y sus consecuencias.
Como cuando se grita falsamente ¡fuego! en un teatro lleno de gente.
El verbo "incitar" es poco usado en el Código Penal. Un caso se refiere a los que incitan a otros a desconocer sus deberes militares. El otro está pasado de moda, pero es interesante aquí: el que incita a otro a provocar o aceptar un duelo tiene un castigo, solo si el duelo se realiza.
Si el proyecto buscara evitar la violencia física, se podría vincular el discurso incitador al ejercicio efectivo de ella, como en el duelo. Así se logra un objetivo valioso sin hacer pagar el alto costo que sobre la libre expresión impone el mero peligro.
O, incluso, se podría confiar en las reglas actuales de participación criminal, en el sentido de que si se prueba que la violencia física fue directamente incitada por alguien, a este se le puede atribuir alguna forma de autoría en el delito violento.
Pareciera, más bien, que lo que el proyecto realmente persigue es limitar discursos relativos a la raza, origen nacional o étnico, sexo, orientación sexual, género, o religión de la víctima. Además de amenazar la libre expresión, esto plantea otros problemas. Por ejemplo, de coherencia. ¿Por qué solo aplican estos criterios y no, por ejemplo, las convicciones políticas de la víctima, o sus características físicas, gustos culinarios o estéticos?
¿Por qué los criterios se basan en las víctimas, y no en los victimarios? Incitador e incitado podrían ser de una secta que ordena golpear a las personas, sin preguntarse por su raza, sexo o creencias. ¿Quedan fuera del "discurso del odio"?
El problema es que la coherencia exige expandir los sujetos y criterios al infinito, ahogando definitivamente la libertad de expresión.
Por esto, mejor olvidarse del proyecto o pensarlo mejor, conectando más directa y evidentemente las palabras y sus consecuencias.
Como cuando se grita falsamente ¡fuego! en un teatro lleno de gente.
Nuestra Sombra
Cuando nos sentimos atacados, cuando nos molesta algo de alguien estamos
viendo la proyección de nuestra propia sombra
Carl Gustav Jung (1875-1961) psicólogo y médico psiquiatra
suizo, dedicó toda su carrera al estudio de la psique humana. A lo largo de sus
numerosos ensayos fue desarrollando primero, su “Psicología Analítica” y, más
tarde, lo que denominó “Psicología Compleja”. Jung habla de la psique y no de la
mente, porque, según él, la psique abarca todos los procesos de la mente, los
conscientes y los inconscientes.
Entre muchas de sus aportaciones desarrolló el concepto de Arquetipo.
Por definición, un arquetipo es un modelo original, un ejemplo ideal o un
prototipo.
Un símbolo reconocido por todos. Para Jung son la forma que le es dada a
algunas experiencias y recuerdos de nuestros primeros antepasados. De alguna
manera, son como patrones de conducta que se heredan de
generación en generación y que están guardados en nuestro inconsciente.
Si por definición la sombra es inconsciente quiere decir que estamos
sometidos a ella.
Jung define el arquetipo sombra como el aspecto inconsciente de la
personalidad caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo Consciente no
reconoce como propios. El inconsciente lucha por mostrarse, pero es reprimido
continuamente por el ego.
La sombra está formada por energía psíquica reprimida
que se proyecta en el exterior. Hay muchas formas de alimentar la sombra.
La más usual es la que conocemos como “luchar para ser bueno”. Por eso
Jung decía “Prefiero ser un individuo completo que una persona buena”.
Podemos decir también que tenemos creencias-sombra que
son las que controlan nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros
comportamientos.
Cada experiencia de la vida es una oportunidad de elegir de nuevo, una
oportunidad de enmendar viejos errores que nos permite crecer, experimentar y
desarrollarnos. En este sentido, Jung nos dice: “las crisis son magníficas
oportunidades para familiarizarnos con la sombra”.
Integrar la propia sombra nos va a permitir
convivir con nuestra luz y nuestra oscuridad. Nos va a permitir ser
lo que somos.
Cada persona tiene su sombra. Una manera de empezar a detectarla es
cambiar nuestro diálogo interno y aprender a distinguir que cuando nos quejamos
de algo o de alguien nos estamos quejando de algo propio.
Por ejemplo, si nos lamentamos de que nadie nos escucha, nos podemos
preguntar si nos estamos escuchando a nosotros mismos y así sucesivamente, nos
invita a reconocer la propia sombra para encontrar nuestra plenitud.
Con Cabeza Erguida
La vida está llena de sorpresas. A veces nos depara
momentos muy tristes, pero en otras ocasiones nos brinda mucha alegría.
Queremos compartir contigo un repertorio acerca de
las mejores frases para reflexionar y levantar el ánimo, en esos instantes en
los que parece que todo es muy complicado. Bien podrían servirte cuando
necesites apoyar a un amigo o incluso, a ti mismo.
“Con la frente en alto debemos vivir, sin dar pie a
nada que nos haga bajar la mirada, en ocasiones podemos tropezar o cometer
errores que nos cuesten mucho, pero siempre está la opción de volvernos a
levantar”
1. Cuando todo en el horizonte se ve demasiado oscuro, no te dejes caer.
Una vez que las estrellas han dejado de brillar, es porque el sol se encuentra
a punto de salir. Mantén tu vista siempre en el cielo con esperanza, pues
llegará el momento en que puedas resurgir de la adversidad más fuerte que
nunca.
2. La diferencias de las consecuencias que sufrimos día a día, es
directamente proporcional a nuestras acciones. Encárgate siempre de crear tu
propio camino, camina ofreciendo lo mejor de ti a quiénes te rodean, pues un
día puede que sea demasiado tarde para cambiar las cosas a tu alrededor.
3. La gente siempre va a decepcionarte, de una u otra manera.
Absolutamente nadie es perfecto, ni siquiera tú mismo. No te aferres a los
errores del pasado que pudieron haber cometido otros, o en las cosas en las que
pudieras haber fallado. Vive el presente y labra tu futuro sin resentimientos y
acepta que todos cometemos equivocaciones.
4. Hay verdades que son aún más dolorosas que los engaños en sí. No
obstante, siempre vale la pena ir por la vida con honestidad. Trata de ser
sincero con la gente que amas, aunque esto signifique decepcionarlos en
ocasiones. Las mentiras pueden resultar reconfortantes en un principio, pero
suelen volverse una carga muy pesada a largo plazo.
5. El pasado es imposible de cambiar. El porvenir en cambio, puede
depender de tus decisiones. No bases tus días en los tiempos que ya han
transcurrido. Piensa en las cosas que te deparan, perdona tus equivocaciones y
continúa tu camino con la frente en alto, pues no hay peor cosa que el estar
encadenado a los sucesos del ayer.
6. Siempre existirán personas que quieran impedir tus triunfos, pero en
ti está la capacidad de impedirlo. No caigas en provocaciones, no cedas ante
los intentos de quebrar tu voluntad ni mucho menos te prestes a escuchar a
quiénes te menosprecian. Las agresiones son el mayor símbolo de la envidia
ajena.
7. Hay momentos en la vida que duran una eternidad y otros, que apenas
persisten por algunos minutos. De ti depende el quedarte con lo mejor de cada
uno de ellos, por más intensos o fugaces que se presenten.
8. De nada sirve esperar a que algo suceda, si no movemos las
circunstancias a nuestro favor. Si tienes una idea, defiéndela ante las
posibilidades del fracaso, pues no hay nada peor que preguntarse, que habría
pasado si tan solo nos hubiéramos arriesgado a intentar algo distinto.
9. Olvidar los instantes oscuros es una tarea muy difícil, que contrario
a todo lo que pudiéramos creer, nunca nos hará del todo bien. La mayor virtud
de los errores y desgracias, es tener presente la importancia de trabajar para
procurar que nunca se vuelvan a repetir. Trata de salir siempre adelante y no
dejes que los hechos del pasado obstruyan tu camino, sin embargo nunca los
olvides del todo, pues hasta en las cosas más dolorosas hay una enseñanza.
El Camino En Que Andamos
En este largo camino de la vida pero a la vez tan
corto, nos encontramos con personas que nos ayudan a construir las vivencias,
personas de toda condición, con sus manías y con sus virtudes, pero que cada
una de ellas es especial en ciertas etapas y, por desgracia, solo unas pocas
estarán a nuestro lado al final del camino.
Aunque muchos piensen que el recorrer este camino
en soledad es algo amargo, tampoco lo es tanto, porque la soledad es un
ingrediente más en la vida de las personas, un ingrediente que nos hace pensar
y madurar y es que, ¿quién no se ha sentido alguna
vez solo?.
Y es que la vida está cargada de sueños, porque soñar es gratis y solo
luchando por el camino se alcanzan esos sueños, porque el que no lucha no gana
y lo puedo decir con la fe que sólo la da la experiencia.
La vida es pasado, presente y futuro y todo ello la conforma, ya que
tengo claro que la vida no está construida con los años vividos sino con las
experiencias disfrutadas, experiencias de todo tipo pero es que eso es lo que
hace a la persona ser como es y yo, por suerte, me considero una buena persona,
que intenta ayudar lo máximo posible a los demás, que no se rinde ante las
adversidades, que lucha, día a día, contras las piedras con las que tropieza,
que si esa piedra le hace caer, se levanta las veces que haga falta y, por
supuesto, soy una persona que comete errores y es que la vida, también, está
cargada de errores, pero errores con los que se aprende a realizarse a uno
mismo.
Las Alternativas
Muchas veces pensamos que estamos en el camino incorrecto, que nos
ocurren cosas que no nos merecemos y que no parecen justas, sin
embargo, no nos damos cuenta que la vida nos pone enfrente aquellas experiencias que
necesitamos para aprender en la vida, para trascender y para seguir
progresando.
Debemos tener la fortaleza en la vida para confiar en nosotros mismos,
tener la valentía para asumir nuestras acciones, las consecuencias de nuestros
actos y dejar de lamentarnos por cada nueva situación que nos toca vivir,
abrirnos al progreso, abrirnos a la oportunidad y el entendimiento y dejar
las quejas a un lado, dejar los pensamientos negativos, dejar
los malestares y las emociones tóxicas, que sencillamente nos limitan y se
convierten en una carga muy pesada para nuestro espíritu.
"La mayoría ve obstáculos; pocos ven objetivos; la historia registra
los éxitos de esto últimos, mientras que el olvido es la recompensa de los
primeros"
Alfred A. Montapert.
Podemos decir de alguna manera, que tarde o temprano se llega ese
despertar de conciencia que nos hace llevar una vida más equilibrada,
serena y armoniosa, sin embargo, si reflexionamos, nos preguntamos cuál es el
camino realmente más simple? el camino de la felicidad o el camino del
sufrimiento?.. Concluir alguna de estas dos alternativas sin revisar a
profundidad lo que pudiera significar no tiene ningún sentido, lo que sí
podemos saber es que cada experiencia que nos toca experimentar, deja una
huella en nuestra alma.
Amplitud De Horizontes
Hojeando papeles viejos encontré una charla que ofrecí hace 25 años
sobre cómo enfrentar los nuevos valores de la sociedad cambiante en que
vivimos.
Mi argumento básico era que no se trataba de apegarse a valores que ya
han sido sustituidos por conceptos diferentes, sino de darle un sentido
diferente, más abarcador, a los nuevos valores. Decía que asistimos a una época
en que la técnica, que nació al servicio del hombre, se ha convertido en
ideología y ha puesto al hombre a su servicio. En consecuencia, el profesional
en esa sociedad se representa en un técnico frío, un homo eficiencis, que
conoce mucho de las reglas y poco de la gente.
Sin embargo, todas las historias de éxito que se escuchan se basan en
tratar bien a la gente.
Creo que la principal regla para la transformación de los valores
modernos es ampliar su horizonte humano. Que los jóvenes no se queden en la
ingeniería, la administración, la computación o las estadísticas, sino que le
añadan el componente humanístico y moral, pues aunque para sobrevivir como
profesionales tienen que aplicar y conocer la filosofía de la eficiencia, para
vivir una vida plena tienen que disponer de una batería ética alcalina que les
recargue el corazón.
El hombre o mujer exitoso del futuro tendrá que serlo dentro de los
valores de esa sociedad, pero ser reconocido por su forma de vida. Ojalá todos
fuésemos individualistas en el cumplimiento del deber y de nuestras
responsabilidades. Si alguien quiere influir en la sociedad del futuro tendrá
que ser eficiente y exitoso, pero también ser moralmente valioso
.
La pobreza material y espiritual no inspira a nadie. La generosidad y la
vida con moderación, sí.
Ojalá estas reflexiones le sirvan a alguien.
La Opinión De Los Otros
La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás
piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a
“qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre
nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas
inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia
nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que
precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar
diferente”.
Querer tener razón es la enfermedad crónica
de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las
personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de
las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El
problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha
sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás
antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener
razón).
En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones
y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las
ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos.
¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en
posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos
impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos
tenemos nuestra propia lógica.
Lo que Pueda Pasar
Uno de los grandes errores del ser humano es creer que a él nunca le
tocará pasar por alguno de los grandes males por los que pasan los demás. De
ahí que le cueste aceptar serenamente, que, el día menos pensado, le puedan
diagnosticar, por ejemplo: un cáncer. Creerse infalible es vivir alejado de la
realidad.
Lo importante es, “no bajar la guardia” y procurar, si llega el caso,
que sus seres queridos vivan la inesperada y nunca grata situación, con la
mayor naturalidad posible: sin traumas innecesarios.
Lamentablemente, todo hijo de vecino, está expuesto a los más diversos
infortunios; a tener que soportar las más duras pruebas y, perder la serenidad,
es un flaco favor que se hace uno a si mismo.
Hay muchas ineludibles realidades que los seres humanos, tal vez por no
ser gratas, pretendemos ignorar, por ejemplo: creer que nunca envejeceremos,
dejando para mañana tantas y tantas cosas que hubiésemos podido hacer
hoy.
Cuando reparamos en que “no tenemos tiempo, para perder el tiempo”, casi
siempre es tarde. Es entonces cuando nos entran las prisas; cuando queremos
recuperar, atolondradamente, el tiempo perdido; cuando valoramos las “pequeñas
cosas” a las que nunca dimos importancia, pasando olímpicamente de ellas.
¡Craso error!
Las
personas de mi generación, o sea, a las que nos conviene olvidarnos del
calendario, hemos vivido situaciones sociales que nunca habíamos sospechado
vivir, ni siquiera en un mal sueño. Ello ha sido fruto de la evolución de los
tiempos.
A unos, más
que a otros, nos ha costado encajarlo; pero, lo inteligente es aceptarlo, con
total naturalidad y positivamente.
Integrar Las Diferencias
Las personas monocrónicas son las que se manejan con un tiempo
lineal, realizando una tarea detrás de otra. Por el contrario, para las
policrónicas, el tiempo es circular y tratan de hacer muchas cosas a la vez;
pueden empezar algo y pensar en alguna otra más.
Esto provoca que estos dos perfiles puedan terminar en conflicto entre
ellos. Sin embargo, cada uno puede ser bueno para tareas diferentes, en función
de si requieren un mayor grado de detalle y concentración o un mayor dinamismo,
de modo que las organizaciones necesitan ambos, por lo que lo más importante es
saber integrarlos.
De la misma manera, existen personas muy optimistas y otras que son más
realistas. De nuevo, lo mejor para una organización es contar con ambos, con el
entusiasmo de unos, pero también con el realismo de los otros, porque de otra
forma se estaría continuamente abocado a la locura.
Igualmente, existen también culturas muy colectivas en las que a la
gente le gusta trabajar en equipo y compartirlo todo, mientras que otras que
tienden a ser más individualistas
.
La clave está en integrar las diferencias, haciendo que cada uno se
sienta aceptado y valorado en el equipo. Este es el activo crucial, porque la
diversidad presenta un doble filo: puede ser muy buena si se gestiona de forma
adecuada porque proporciona innovación, flexibilidad y variedad de opiniones,
pero, si no está equilibrada, habrá caos y falta de motivación. Por tanto, ser
diferente no es bueno o malo en sí mismo. Vivimos en un mundo de diversidad,
pero podemos extraer valor de las diferencias, tomar las de cada uno, juntarlas
y conseguir un contexto más flexible.
Todos pertenecemos a muchas identidades: de origen, de crecimiento y de
aspiración.
Las identidades de origen son básicamente nuestro legado: el sexo, la
cultura, la lengua… Es lo que nos hace conectar con el pasado. No dependen de
nosotros; nacemos con ellas. A estas les vamos añadiendo otras durante la vida;
es lo que llamamos identidades de crecimiento, entre las que se encuentran
nuestros amigos de secundaria o nuestros intereses, pero también nuestros
estudios, elecciones vitales, etc. Mientras que las identidades de origen
representan nuestro pasado, las de crecimiento representan nuestro presente, lo
que compartimos con los demás, nuestro apego emocional.
Finalmente, tenemos las identidades de aspiración, en las que realmente
queremos depositar y potenciar nuestras diferencias. Nuestras identidades de
origen nos permiten estar conectados al pasado, ser parte del grupo. Las de
crecimiento nos ayudarán a tener amigos, a relacionarnos con los otros. Y las
de aspiración nos ayudarán a encontrar a la gente con la que nos gustaría
desarrollarnos y a la que querríamos aproximarnos.
Las estrategias de las empresas deben centrarse en el origen,
permitiendo a las personas eliminar las barreras para que puedan integrarse
plenamente en la organización, para a continuación crear el contexto para que
desarrollen su comunidad de aspiración. Para ello hay diferentes estrategias,
tanto en el inicio, que es tarea más del departamento de diversidad, como en
las comunidades de aspiración, más ligadas al departamento de innovación.
Diversidad es una palabra muy de actualidad, pero no es la primera
vez, ya que ha habido al menos tres ciclos en los últimos quince años en los
que se ha puesto de moda. Esto es positivo en cierto sentido, ya que se trata
en los debates y en los periódicos, pero su evolución es siempre en espiral. En
cada círculo, entendemos un poco más sobre ella y, sobre todo, que la
comunicación debe ser real. En caso contrario, puede conducir a un conflicto.
Vivimos en un mundo colaborativo, en el que se ha implantado lo que ya conocemos
como “economía colaborativa” y en el que fórmulas como el crowdfunding o
la creación de forma conjunta están a la orden del día.
Después de más de cien años de individualismo, la sociedad está
preparada para otro cambio de comunidad y las organizaciones no son una
excepción a ello, así que tendrán que crear también un tipo de mecanismos
colaborativos para que las personas puedan crear de forma conjunta.
Para mantener la aspiración hay que proponer un proyecto en el que
trabajen las personas y, al acabarlo, formar parte de otro. El primero que
llevó esto a cabo fue Google, cuyos empleados pasan el 60 % de su tiempo
en una posición fija, el 30 % en una posición que pueden elegir y el
10 % libres para crear.
Por tanto, de lo que se trata es de tener un proyecto común y de qué
puede aportar cada uno a ese proyecto. Para ello se necesita que las personas
se sientan libres en la organización, porque, como Hannah Arendt dijo, “Solo
entre iguales puedes ser diferente”.
Protagonistas
El protagonista es el personaje
principal de la historia, quien sostiene la trama y, generalmente, es
el centro de atención de la misma. Están mejor caracterizados que el resto de
personajes y se da a conocer una mayor cantidad de información sobre él
respecto al resto del elenco. El protagonista participa en los eventos más
relevantes de la historia y por regla general son sus actos los que
hacen que la trama avance.
En una historia puede
haber varios protagonistas, en cuyo caso todos son igual de relevantes y
todos desencadenan acontecimientos fundamentales en la trama. A menudo, cuando
en la historia participan personajes secundarios con mucha frecuencia (como los
inseparables amigos del protagonista) es muy común confundir a estos con
protagonistas. Es importante que el escritor tenga clara la diferencia entre
llevar en su historia a tres protagonistas o a un protagonista y a sus dos
amigos. De lo contrario el lector puede terminar confundiéndose y ser incapaz
de seguir adecuadamente el argumento central.
Uno de los mayores
fallos que puede cometer un escritor es convertir a su protagonista en el
ombligo del universo en el que vive. Es un error muy común y generalmente
ocasionado por la falta de planificación o por un exceso de aprecio hacia
ese personaje. Un paso siempre previo a la labor de crear los personajes de tu
historia es crear el mundo donde vivirán. Recuerda que NO es el mundo el
que se adapta a los personajes, sino que son los personajes quienes se adaptan
al mundo. Ten esto muy presente antes de empezar a crear personajes. Aunque tu
idea inicial haya sido en torno al héroe y aparentemente no importe el
mundo en el que viva, y lo único relevante sea lo que le ocurre o lo que hace,
aún así debes empezar por el mundo.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu
personaje es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si
existe la religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin
antes haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples
incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se
percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha
sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún personaje
realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar donde nadie
puede elegir dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos
impuestos por la propia existencia que muy a menudo nos superan. Un
personaje que se precie debe toparse y enfrentarse a este tipo de
obstáculos en algún momento de su vida. Por ello debe vivir en un mundo donde
haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades
cotidianas.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu
personaje es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si
existe la religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin
antes haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo.
Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples
incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se
percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha
sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún personaje realista
tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar donde nadie
puede elegir dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos
impuestos por la propia existencia que muy a menudo nos superan. Un
personaje que se precie debe toparse y enfrentarse a este tipo de
obstáculos en algún momento de su vida.
Por ello debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades cotidianas.
Por ello debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean simples trivialidades cotidianas.
La Memoria Retiene
Milan Kundera
La memoria sensorial recoge distintos registros sensoriales: lo que
escuchamos, vemos, sentimos, olemos o saboreamos se guarda en registros
diferentes.
Nuestras neuronas tardan entre medio segundo y dos segundos en decidir qué hacer con las señales recibidas.
Nuestras neuronas tardan entre medio segundo y dos segundos en decidir qué hacer con las señales recibidas.
Lo que nos resulta irrelevante o aburrido se
elimina inmediatamente; lo que nos resulta interesante, emocionante o nuevo
pasa automáticamente a la memoria operativa.Por tanto, depende de cómo sea un
evento, una charla, una presentación, una clase, un trabajo, una relación…
podemos imaginar si estamos optimizando el aprendizaje y el recuerdo o
no.Afirman investigadores de la Universidad de Birmingham en un artículo
publicado en la revista Nature Neuroscience.Según el estudio, dirigido por
Maria Wimber, el recuerdo es un camino de doble sentido.
Estudios anteriores habían mostrado que recordar algo de forma repetida estabiliza por un lado el contenido de la memoria. Pero también había indicios de que recordar alguna cosa puede provocar el olvido de otra.
Los expertos creen que el responsable de esto es un mecanismo de inhibición que reprime los recuerdos que provocan interrupciones cuando alguien quiere recordar algo concreto. Poco a poco esa represión provoca que se borre ese recuerdo.
La memoria de cada uno es algo muy personal y a la par que subjetiva ¿nunca te has preguntado por qué los recuerdos sobre un mismo hecho varían según la persona que los recuerde? ¿Cómo es posible que, si partimos de un sólo acontecimiento como referencia, se pueda interpretar de tan distinta forma entre unas personas y otras? Lo cierto es que vamos cambiando inconscientemente la percepción de lo ocurrido de tal forma que cada vez que recordamos algo que nos ha causado un fuerte impacto emocional recreamos lo ocurrido y lo reescribimos en la memoria según el estado de ánimo.
Por esta razón, alteramos la realidad de forma involuntaria cuando pasa a formar parte de nuestros recuerdos.
Sin Imposturas
Hay que vivir sin imposturas
Vivir de modo que con el tiempo
Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,
y oigamos la voz del futuro.
Hay que dejar blancos
En el destino y no en el papel
y en los márgenes anotar
Pasajes y capítulos de la vida entera.
Debemos sumirnos en el anónimo
Y ocultar en él nuestros pasos
Tal como se oculta el paisaje
Tras una niebla espesa.
Otros siguiendo tus huellas, frescas
Recorrerán tu camino palmo a palmo,
Pero tú mismo no debes distinguir
La derrota de la victoria
No debes renunciar ni a una brizna de ti mismo.
Tú debes estar vivo.
Solamente vivir
Hasta el final.
BORIS PASTERNAK (Versión de Gabriel Barra)
Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,
y oigamos la voz del futuro.
Hay que dejar blancos
En el destino y no en el papel
y en los márgenes anotar
Pasajes y capítulos de la vida entera.
Debemos sumirnos en el anónimo
Y ocultar en él nuestros pasos
Tal como se oculta el paisaje
Tras una niebla espesa.
Otros siguiendo tus huellas, frescas
Recorrerán tu camino palmo a palmo,
Pero tú mismo no debes distinguir
La derrota de la victoria
No debes renunciar ni a una brizna de ti mismo.
Tú debes estar vivo.
Solamente vivir
Hasta el final.
BORIS PASTERNAK (Versión de Gabriel Barra)
Las Solo Intenciones
En la vida las intenciones sobran, incluso muchos dichos y refranes
versan sobre ellas, tenemos miles de intenciones en la vida, los deseos, los
anhelos, lo que queremos se convierte en una firme intención tarde o temprano, incluso
nos rodean las intenciones y los intereses de los demás, de manera que todo
fluye en torno a meras intenciones, buenas y malas, puras o desafiantes,
positivas u oscuras, sin la existencia de la voluntad, nunca dejarán de ser
solo eso, intenciones.
Cuando establecemos una relación con alguien, cuando perdonamos, cuando
decidimos dar oportunidades, no solo a los demás, sino también a nosotros
mismos, lo hacemos desde una intención, que principalmente trata de que
las cosas funcionen, de que la confianza, la transparencia, la verdad y el amor
siempre sean nuestros principales pasos y que puedan permanecer el mayor tiempo
posible, sin embargo, si nuestros deseos no van en consonancia con
nuestras acciones o simplemente no forman parte de la voluntad de nuestra pareja,
difícilmente lograremos llevar esta relación con mayor éxito.
En la vida, la voluntad es el motor conductor y propulsor de lo que
queremos alcanzar, del lugar al cual queremos llegar, de nuestras acciones y
decisiones y sin voluntad la intención no cuenta, pues dudosamente terminará
dando algún fruto si no va precedida por acciones concretas, por deseos
genuinos que se manifiesten en hechos.
Es curioso para muchas personas, que algunas relaciones resulten eternas,
y no solo eternas, sino que además conserven esa chispa y esa llama que la
encendió desde la primera vez y que de alguna manera sigue viva, solemos
pensar que irremediablemente las relaciones cambian, para peor
desafortunadamente, todo suele enfriarse y aquello que fue más nunca será, pues
ocurre que las relaciones que tienden a esparcirse en el camino, son
aquellas que pretenden mantenerse puramente de intenciones, son esas relaciones
donde la voluntad quedó vencida, por la costumbre, por el cansancio o porque
simplemente la emoción fue sorprendida por el desamor, entonces la intención
emerge…como único camino de seguir adelante.
El pilar de las relaciones se llama voluntad, para amar, para confiar,
para aprender, para vivir intensamente cada segundo al lado de esa persona que
nos acompaña y que nos eligió así como nosotros la elegimos, voluntad para
desear y ser mejores, voluntad para ser y hacer.
No todo en la vida es color rosa, las relaciones afrontan dificultades,
penas, tempestades y situaciones que pueden desequilibrar las cosas en
determinados momentos, pero cuando la voluntad en la pareja priva, nada
puede ocurrir que no pueda superarse, ninguna herida puede hacerse tan profunda
que no pueda ser sanada, la intención de levantarse como pareja, se transforma
en acción, el amor es su columna y no hay puentes tambaleantes que
cruzar, simplemente la voluntad y la claridad de saber hacia dónde nos
dirigimos y con quien queremos estar.
No llenes tu vida de intenciones, sé voluntad, permite que la acción y
la fortaleza de esa intención se manifieste, no vivas de intenciones que no
tienen largos caminos recorridos, suelen ser tan repetitivas que tarde o
temprano te darás cuenta de que para la intención la voluntad no existe, pues cuando
la voluntad se hace presente la intención se convierte en una realidad viva y
tangible.
Ambiciones
La ambición es una energía poderosa. Es querer, crecer, tener, expandir,
explorar, avanzar, descubrir, conseguir.
La ambición es necesaria porque sin ella retrocedemos, aflojamos y nos conformamos con una vida gris.
Pero no nos damos permiso y escondemos nuestra ambición, algo tan absurdo como esconder el hambre, el sueño o la sed. La vemos como algo sucio debido a filosofías religiosas y espirituales que nos hacen creer que querer es la fuente de nuestra infelicidad y que debemos aplacar esas ansias y aceptar las cosas como son.
Intentar aplacar la ambición es querer luchar contra algo para lo
que estamos programados como humanos que somos. No hay nada de malo en la
ambición. ¿O crees que la Vida nos ha diseñado mal y piensas que debemos
corregirlo?
Como te decía, la ambición está vinculada con el conseguir y la
misma palabra ya lo indica: con-seguir. Alcanzar cosas y continuar alcanzando
cosas, hitos, etapas, fases.
Nunca dejarás de querer más y mejor. Nunca.
Es muy gratificante cuando alcanzas un objetivo. Es la realización
misma. Una sensación con la que te sientes pleno, orgulloso de ti mismo,
poderoso, capaz y valioso.
Te invito a ser ambicioso sin censuras ni prejuicios. Sí, tú.
Partiendo desde el punto donde estés. Da igual si estás en el más profundo de
los agujeros y no sabes cómo saldrás de esta o si las cosas te vienen de cara y
no osas pedirle más a la vida por temor a parecer desagradecido.
La ambición es necesaria porque sin ella retrocedemos, aflojamos y nos conformamos con una vida gris.
Es como las cuerdas de un violín. Debes tensarlas a diario para
que el instrumento esté afinado y produzca la melodía correcta. Tu ambición es
esa tensión, la misma que te permite avanzar y no tirar para atrás.
Pero no nos damos permiso y escondemos nuestra ambición, algo tan absurdo como esconder el hambre, el sueño o la sed. La vemos como algo sucio debido a filosofías religiosas y espirituales que nos hacen creer que querer es la fuente de nuestra infelicidad y que debemos aplacar esas ansias y aceptar las cosas como son.
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