Nuestra capacidad de razonamiento se nutre de las vivencias
que vamos incorporando a nuestras acciones diarias, a medida que nos
interrelacionamos unos con otros nos vamos interiorizando de cuáles son los
motivos que inducen a cada uno a manifestarse en una particular manera, la
cual, generalmente, no necesariamente es coincidente con la idea que
previamente hemos concebido sobre el mismo asunto.
La madurez de nuestro criterio es evidenciable en la forma
en que reaccionamos ante posturas divergentes a la nuestra, darnos cuenta de la
diversidad del escenario en el cual se materializan todas las singularidades
que componen “nuestro elenco” donde todos partimos de una misma premisa “igualdad
de elección y oportunidades” nos será de
gran utilidad a la hora de ubicarnos en el rol que nos corresponde realizar a
cada uno.
Lamentablemente no conocemos un lugar donde pueda adquirirse
un “ubicometro” ese instrumento ideal
para asegurarnos una buena ubicación en cada conflicto, en realidad nuestra
capacidad de “estacionarnos” en la postura ideal, ha de surgir de nuestra
experiencia y habilidad adquirida a la hora de conducirnos en un espacio que
debemos compartir entre todos.
“La comprensión es un proceso de creación mental por el que,
partiendo de ciertos datos aportados por un emisor, el receptor crea una imagen
del mensaje que se le quiere transmitir. Para ello es necesario dar un
significado a los datos que recibimos.
Cuando utilizamos el término "datos" nos estamos
refiriendo a cualquier información que pueda ser utilizada para llegar a
comprender un mensaje. Los datos pueden ser de diferente tipo: palabras,
conceptos, relaciones, implicaciones, formatos, estructuras, pueden ser
lingüísticos, culturales, sociales, etc.
El proceso de comprensión, contrariamente a lo que
habitualmente se cree, no es un proceso pasivo. Por el contrario, es un proceso
que exige por parte del receptor tanta o más actividad que el proceso de
expresión.
Básicamente, podríamos decir que el proceso de comprensión
consiste en aislar, identificar y unir de forma coherente unos datos externos
con los datos de que disponemos.
El proceso de comprensión en si, es el mismo en todos los
casos aunque variarán los medios y los datos que tendremos que utilizar para
llevarlo a cabo.
Un ejemplo nos ayudará a comprender esta idea: cuando un
mimo hace una representación somos capaces de comprender el mensaje que nos
quiere transmitir aunque no utilice palabras, cuando leemos una carta somos
capaces de comprenderla aunque no veamos la expresión de la cara del remitente,
cuando un amigo nos describe su lugar de vacaciones somos capaces de imaginarlo
aunque no lo hayamos visto nunca, ...
Queda claro que si bien la labor que tenemos que realizar
para comprender en cada una de las situaciones es la misma, la diferencia
estribará en los medios y los datos que tendremos que manipular para poder
llegar a hacerlo.
Es importante resaltar la necesidad que tiene el ser humano
de comprender y por lo tanto de contar con una hipótesis sobre cualquier
acontecimiento.
Ante cualquier mensaje o situación realizamos una
interpretación, la más adecuada y acorde posible a los datos disponibles en ese
momento.
Esto no quiere decir que sea la "correcta" pero si
es suficiente para saciar nuestra necesidad de interpretar la realidad que nos
rodea.
Es inevitable e imposible no realizar interpretaciones.
Todo es interpretado, aunque las interpretaciones estén
continuamente variando y completándose.
El proceso de creación de interpretaciones es la mayoría de
las veces inconsciente aunque a veces pueda ser controlado conscientemente.
La necesidad de realizar el proceso conscientemente es mayor
cuando aprendemos una segunda lengua ya que algunos de los procesos que
realizamos en nuestra primera lengua se ven anulados cuando los tenemos que
llevar a cabo en la segunda.”
www.santurtzieus.com
Hugo W Arostegui