“Todos atravesamos
momentos difíciles a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, aunque nos
parezcan a veces imposibles cuando nos encontramos sumergidos en ellos, solemos
tarde o temprano superarlos para continuar avanzando.
Las dificultades que
nos encontramos en uno u otros momentos de nuestras vidas como la pérdida de un
ser querido, una ruptura amorosa o la mala noticia de un despido pueden
ahogarnos en un mar de malestar del que nos será muy difícil escapar sino
ponemos en marcha unas estrategias adecuadas. Ninguno nos encontramos a salvo
de los vaivenes que puede tener nuestra existencia en momentos determinados.
Y es en estos momentos de adversidad cuando
atravesamos emociones muy poderosas como la tristeza, la impotencia, la
frustración, etc… produciendo en nosotros un intenso desequilibrio emocional.”
Cuando la adversidad se decide a golpearnos y experimentamos esas emociones tan poderosas, resulta beneficioso expresar aquello que sentimos ya sea con algún familiar o amigo, o a través de la escritura, para llegar a hacerlo cada vez más consciente y poder reconocerlo.
Cuando expresamos los sentimientos ya sea hablando
o escribiendo, lo que estamos haciendo es liberarlos. Si ponemos
palabras a qué o cómo nos sentimos, nos será más fácil aceptar las malas
noticias que nos sucedan. Ya que lo que hacemos es asociar nuestros
pensamientos con los sentimientos de forma rápida y casi simultánea. Por eso,
cuando nuestras emociones sean demasiado negativas, podemos emplear la
escritura como medio para expresarlas, librándonos de ellas sin tener
repercusiones exteriores.
Cualquier situación adversa puede ser vista como una interrupción de
nuestra trayectoria vital, pero si lo relatamos, estaremos más cerca de la
posibilidad de aceptarlo y seguir avanzando.
Incluso si tenemos dificultades a la hora de la
escritura, también podemos utilizar otro tipo de actividades como la pintura,
el baile, el deporte o el teatro, que nos ayudaran a canalizar y reconocer
nuestras emociones, puntos imprescindibles para poder llegar a controlar y
elaborar lo que sentimos. Y tras esto, poner en marcha todo nuestro propio mecanismo
de resolución de problemas en el que utilizaremos nuestros
propios recursos para avanzar y hacernos paso ante la dificultad que
se nos presenta.
Además ante una situación difícil hay veces que nos cuesta aceptar que nos afecta, negándonos a reconocer que en cierto modo nos duele. Pero este dolor, en parte es necesario, porque nos ayudará a elaborar todo lo sucedido, además de poder llegar a asumir la pérdida.
En estas situaciones, las personas de nuestro
alrededor quizás puedan intentar con la mejor de sus intenciones que nos
volvamos a sentir bien tan rápido como sea posible, pudiendo tener el efecto
contrario, ya que pueden originarnos sentimientos de culpabilidad por no
responder como los demás esperaban o incluso sentirnos no comprendidos. Todos
necesitamos nuestro tiempo de asimilación y elaboración, unos más extensos
que otros, lo importante es respetarlo, y no acelerarlo o posponerlo, sino
manteniendo un cierto equilibrio. Es como atravesar por un proceso de duelo o
pérdida, ya que se necesita un período de adaptación emocional necesario, pasando
por una serie de etapas.
Y con el tiempo, tras haber superado ese momento
difícil, seremos capaces de confiar en nuestra capacidad de sobreponernos a
nuevas dificultades. Cada prueba superada nos irá fortaleciendo. Y
aunque las dificultades o adversidades nos muestren nuestras partes más
vulnerables, el hecho de superarlas nos ayudará a avanzar con más seguridad y
confianza.”
Hugo W Arostegui
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