Nuestros abuelos
ya conocían un refrán que solía utilizarse cuando sentían que se intentaba
esgrimir en tono de excusa que los que les había pasado ya les había ocurrido a
otras tantas personas más, la respuesta era expresada en toda su extensión la
cual nos decía: “el mal de muchos es el consuelo de los tontos”
Todo desafío al
cual nos enfrentamos en la vida suele estar acompañado de sus consecuentes
obstáculos, en caso contrario no revestiría esta condición de “desafío” cuánto
mayor es la relevancia de lo que pretendemos conquistar tendremos, en
contrapartida, la necesidad de realizar los mayores esfuerzos imaginables para
poder coronar con éxito nuestra victoria.
Resulta obvio
que como siempre suele acontecer en todos los emprendimientos humanos nos
encontremos con competidores que no puedan soportar el esfuerzo requerido y
abandonen antes de alcanzar la meta propuesta, quizás, veamos en esta actitud,
la de claudicar ante las exigencias, una buena excusa para sumarnos al
abandono, pero cuando se presentan estos momentos de flaqueza es cuando deben
aflorar nuestras convicciones, recurrir a la autoestima que nos tengamos y
demostrar que somos capaces de marcar la diferencia.
“Se puede decir
que este refrán está relacionado con la desgracia o consuelo, ya que existen
personas que se consuelan con saber que no solo a ellas le pasa una desdicha o
infortunio, siendo esta idea absurda ya que los problemas no mejoran porque
afectan a todos.
La expresión
de esta frase enseña a todos los individuos que por buscar
personas que se encuentran en la misma situación de desdicha no es suficiente
para solventar el problema, aunque no es menos cierto que pueda sentir consuelo
con otros que se encuentren en la misma dificultad, por ejemplo: el alumno que
fue expulsado de clase junto con todos sus compañeros, de seguro es un alivio
para él que todos recibieron el mismo castigo, pero esto no solventara el
problema en el cual está inmerso.
En ocasiones, se usa únicamente la
primera parte en un texto, y otras veces la segunda parte, por ejemplo: mal de
muchos…, consuelos de tontos… Además, tiene
algunas variantes, como “mal de muchos, gozo es”, “mal de muchos,
consuela horrores”, “mal de muchos, consuelos de bobos”, entre otros.”
Este resulta ser “el valor agregado”
que debemos aportar para poder marcar la diferencia entre lo que se “pretenda
ser” y lo que seamos en realidad.
Hugo W Arostegui
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