martes, 16 de agosto de 2016

Integridad


En el sentido estricto de la palabra, la persona considerada íntegra, sería aquella que no ha tenido ningún tipo de contaminación y permanece inviolable con respecto a sus ideas originales a lo largo de todo su  proceso formativo.

Ahora bien, desde los albores de la historia conocida de nuestra humanidad, se dice que ante la alternativa de una severa advertencia en la cual incluía la expulsión de su hogar original, nuestros primeros padres prefirieron “el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal” a la seguridad que les representaba “el paraíso” para caer en la desobediencia y  el pecado original en un nuevo mundo, el exterior, también denominado “ el mundo solitario y triste”

De manera que por aquello de “reconocimiento de culpa relevo de prueba” podemos afirmar  que la condición humana original constituye la primera “especie en extinción” lo que nos indica que hablar de integridad original en el ser humano es una franca incongruencia.

Lo que pretendemos mencionar en este artículo es el valor de la integridad como medio de conducirse por la vida, para destacar esta condición humana como esencial en la toma de decisiones donde tengamos que anteponer nuestros intereses particulares a aquellos que resulten más beneficiosos para toda la comunidad, es a esta integridad a la que nos referimos.

Agregamos:

“Con respecto a una persona, la integridad personal puede referirse a un individuo educado, honesto, que tiene control emocional, que tiene respeto por sí mismo, apropiado, que tiene respeto por los demás, responsable, disciplinado, directo, puntual, leal, pulcro y que tiene firmeza en sus acciones, por lo tanto, es atento, correcto e intachable.
La integridad, en este último caso, es un valor y una cualidad de quien tiene entereza moral, rectitud y honradez en la conducta y en el comportamiento.

En general, una persona íntegra es alguien en quien se puede confiar.”


Hugo W Arostegui

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