En cuánto ocupamos cada vez más nuestros espacios
disponibles en la comunicación con otras personas con las que hemos establecido
“contactos” ya sea por intermedio de las “redes sociales” o por los múltiples
otros medios que actualmente disponemos, vemos que cada uno de los que
intervenimos en este trasiego de información, incluyéndonos a nosotros mismos,
traemos consigo un “bagaje enorme” de experiencias de vida, algunas simples o
“livianas” y otras sumamente pesadas y dolorosas, tan pesadas y dolorosas que
lo agobiante de su carga apenas nos sentimos capaces de soportar, muchas veces
no nos hemos desprendido de ellas por causa de aún sentirnos ligados a su contenido y
otras tantas por las resistencias que ejercen en nuestra mente las heridas que
continúan espoliando como un aguijón nuestro resentimiento.
Lo cierto es sean cual fuesen las razones por las cuales
permanecen latentes en nuestros sentimientos la realidad nos muestra que
mientras no superemos “estas marcas” que aunque consideremos que “han
cicatrizado” aún las sentimos en nuestro interior, estas marcas nos
condicionarán a tal punto de que nos pudiesen afectar en nuestras posteriores
reacciones sobre tales asuntos no superados de un todo.
Estas son las situaciones ante las cuales expresamos nuestro
deseo de superación de tales condicionamientos a través de la “limpieza
interior” de todo aquello que pudiese enturbiar la tranquilidad espiritual para que nos ilumine y embellezca nuestro
semblante poniendo una nueva sonrisa de esperanza en nuestro trato con los
demás.
“La amplitud de miras es la actitud del que mira las cosas
con corazón limpio. Todo es limpio para los que miran las cosas con ojos
limpios. Con la mirada serena, aprende uno a descubrir el lado bueno de las
cosas, que todas lo tienen, y a distinguir lo esencial de lo accesorio. Es la
mejor actitud para descubrir el valor que todos los seres llevan consigo, para
descubrir la belleza de la vida y apreciar a las personas.
Lo verdaderamente importante, las cosas realmente necesarias,
son muy pocas. «Sólo una cosa es necesaria», por la que la jerarquización de
los valores no resulta excesivamente difícil y facilita notablemente las
opciones personales.
De este modo, con esta sencillez el individuo se expansiona
anímicamente y desarrolla una flexibilidad mental que le hace quitar hierro e
importancia a muchos problemas o a tantas cosas que se bastan para
desasosegarnos y quitarnos la paz del espíritu, pero que, reducidos a su
dimensión real, pueden ser perfectamente asumidos en una vida que
fundamentalmente sigue siendo bella.
Esta flexibilidad te convierte en un «espíritu libre», por
encima de las minucias escrupulosas, de las normas rígidas y de las
observaciones incordiantes e impertinentes.
Adopta una actitud equilibradamente crítica, tan lejos del
permisivismo de manga ancha como del estrecho fariseísmo que todo lo juzga con
las miras cortas del convencionalismo legal.”
Hugo W Arostegui
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