viernes, 5 de agosto de 2016

Ponerle Un Cascabel Al Gato

Se decir “que del dicho al hecho hay un trecho” y por más que este viejo refrán sea por demás conocido no deja de mantener su vigencia cada vez que las circunstancias nos obligan a “bajar un cable a tierra” para evitar un “corto circuito” entre nuestras fogosas ilusiones y la fría e indiferente realidad.
En la vida es imprescindible “asumir la titularidad” de nuestros actos, no está previsto que pretendamos jugar nuestro partido “sentados en el “banco de los suplentes” cuanto antes entendamos esta realidad, que no es otra cosa que “nuestra realidad” mejor estaremos preparados para salir al campo de juego, asir fuertemente nuestros cascabeles, apretar bien el cuello del gato que nos destruye nuestros sueños ratones y colgarle para que suenen bien fuerte los cascabeles, para que cuando nuestras aspiraciones corran riesgo podamos, de esta manera, evitar los malos momentos que sin duda estarán allí, en cada rincón de nuestra vida, agazapados y listos para darnos su zarpazo.
“Hay veces que cuando nos encontramos ante una situación delicada todos los miembros de un grupo sabemos cómo actuar, cual es la solución… pero el problema viene cuando hay que buscar a una persona que realice esa acción.
En este momento es cuando usamos la expresión “¿Quién le pone el cascabel al gato?”.
Esta frase viene de una fábula escrita en el Siglo XIII y que aparece en “El libro de los gatos” de Odo de Sherington.
En esta se nos cuenta como los ratones se reúnen para buscar una solución ante el elevado número de muertes que se producen por el ataque de un gato.
Para acabar con esas matanzas llegan a la conclusión de que deben ponerle un cascabel o algo que haga ruido en el cuello, de manera que cuando el felino se mueva sepan por dónde anda y no les pueda atacar por sorpresa.
Todos los ratones están de acuerdo en que esa es la mejor solución… el problema llega cuando hay que elegir al ratón que lo lleve a cabo, empezando todos y cada uno de ellos a poner diferentes excusas para evitar realizar tan peligrosa acción.”
Recuerda, en este juego no hay excusas y no venden soluciones en la farmacia.
Hugo W Arostegui



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