Ocurren cosas en la vida de las
personas que pareciera que tienen el poder de marcarles como con un sello indeleble en una forma tal que su
imagen pública pasa a fundirse tal como si fuese una amalgama con sus aptitudes
creando un nuevo personaje donde lo único esperable es una total falta de
consideración tanto por la tarea que se realiza como para los destinatarios de
la misma.
Nos referimos a lo que bien puede
definirse como “una plaga social” el mal de displicencia que una vez que logra
hospedarse en un individuo se incorpora
a su accionar destruyendo sus proyectos e ilusiones, una condición esencial en
toda proyección constructiva.
Esta displicencia puede
observarse en la que se adopta como “una
forma o estilo de vida” y comprende a todos sin excepción, lo que constituye un
desafío de toda la sociedad encontrar los medios que permitan superar tales
tendencias.
La actitud displicente puede observarse,
y por lo tanto es corregible, en el
comportamiento de un individuo y se
manifiesta en una primera instancia en sí mismo, en cómo asuma sus
responsabilidades, y luego se traslada a su comportamiento social, generando resistencias y rechazo, un
verdadero “circulo vicioso” que se retroalimenta en la mediocridad.
La displicencia se manifiesta tanto
en el hogar de un individuo como en el ámbito estudiantil, lugares de trabajo,
servicios públicos , relaciones humanas en general, etc. etc.
“Todas las personas en el mundo
poseen un potencial humano ilimitado, pero necesitan
descubrir sus pasiones personales, están guardadas en algún lugar. Hay gente
que desde temprana edad puede identificar las cosas que más le apasionan y
todos los días van entrenando en el perfeccionamiento de su trabajo, en esos
casos no se cae en la displicencia, porque a pesar de las dificultades, existe
la motivación para volverlo a intentar todas las veces que sea necesario.
Nunca dejar
tiempo para que la apatía aparezca:
Las personas más proactivas y que
logran muchos éxitos han desarrollado la costumbre de no dejar tiempo para que
la apatía aparezca, en cuanto sienten un poco de desánimo, inmediatamente se
mueven y ocupan su mente de manera positiva. Poseer una agenda llena de tareas
agradables es medicina efectiva para evitar la displicencia.”
Hugo W Arostegui
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