Todos nos
equivocamos… somos seres humanos: reímos cuando somos felices, nos sentimos
derrotados cuando algo no sale bien, lloramos nuestras tristezas, gozamos los
triunfos…
En fin, vivimos muy
a nuestra forma de ser, las emociones y vivencias del día a día.
Como cualquier
persona, todo el esfuerzo que dedicamos en nuestro trabajo, nuestro esfuerzo,
entrega y dedicación, son actitudes tenemos con el objetivo de trascender, ir
más allá de lo que esperamos.
Sí, trascendemos
por nuestros hechos, pero el término implica mucho más que esforzarse, lograr
un ascenso en el trabajo, etc… Trascender realmente como persona, se da como
resultado de nuestra capacidad de compartir y por lo que logramos desprender de
nuestro entorno para entregárselo a los demás.
Dejar una huella
importante en los demás, saber que lo que hicimos ha sido importante para
cambiar una actitud, solucionar un problema, es parte fundamental de lo que
debe ser nuestra forma de actuar.
En muchas
ocasiones, nosotros mismos nos negamos la oportunidad de compartir algo bueno
con los demás, damos la espalda a los problemas que a alguien le aquejan
pensando que “es su rollo”, sin tomar en cuenta que tal vez un poco de nuestra
ayuda, o el simplemente escucharle y tratar de encontrar una solución, sería de
gran utilidad.
Hoy son muchas las
asociaciones, instituciones y dependencias que nos invitan a ser partícipes del
hermoso regalo de la caridad, a través de proyectos destinados a dar un poco a
los que más lo necesitan, y no precisamente algo material.
Como padres de
familia, tratamos de ser papás y mamás ejemplares que trabajan, no descuidan su
hogar, brindan cierta comodidad económica a sus hijos y se dan lujos de vez en
cuando…Pero, ¿En qué momento ponemos el ejemplo de ayudar a alguien que
necesita un poco de ayuda? ¿Cuándo ven nuestros hijos las necesidades reales
que se viven en cuanto pobreza se refiere? ¿Cuándo les permitimos salir de su
“burbuja” para que visiten hospitales, asilos de ancianos, orfanatos, etc.?
Creo que son pocos
los que pueden jactarse de lo anterior, porque creemos que para eso está el
gobierno: para ayudar, para eso se crean instituciones: para que les den, para
eso hay ciertas asociaciones: para que atiendan necesidades de los más vulnerables.
Si realmente es
nuestro deseo trascender, tenemos que primero que nada analizar nuestro
alrededor y ver que nuestros problemas pueden ser enormes, pero tal vez ni se
comparen con los de otros, que realmente viven una situación compleja.
Amemos nuestro
trabajo; aportemos lo mejor de nosotros mismos para que nuestra pasión por la
profesión que tenemos, nos permita aportar éxitos al logro de los objetivos de
la empresa en la que laboramos.
Disfrutemos el
tiempo con nuestra familia; vivamos cada instante con ellos, que de eso
dependerá la unión, confianza y respeto con el que se pueda actuar después.
Seamos vecinos,
compañeros y ciudadanos cordiales; fomentemos una sana convivencia que se
traduzca en armonía.
Escuchemos a los
demás, demos buenos consejos y estemos dispuestos a recibirlos.
Inculquemos en
nuestras familias el valor de compartir algo con los demás; formemos niños
sensibles y atentos a la problemática actual.
Pero, nunca por
favor nunca, olvidemos la gran importancia de la labor social, la gran necesidad
de aportar algo a la sociedad, algo de lo mucho que hemos recibido; seamos
generosos y procuremos trascender con nuestros hechos, ya que ello deja una
marca imborrable en muchas familias.
Sólo recuerde esa
sonrisa que puede regalarle un niño huérfano, cuando compartimos unos minutos
con él haciéndolo sentir importante, valorado.
Sólo imagine que
“alguien” que no nos conoce bien pueda recordarlo con cariño y le esté mucho
más agradecido que cualquier otra persona.
Trascender, debe
ser un deseo de todos los seremos humanos… trascender en todos los sentidos,
trascender a pesar de todo.