martes, 17 de julio de 2018

La Dignidad Del Trabajo


El filósofo y economista Karl Marx ya lo anunció en el siglo XIX: “el trabajo dignifica al hombre”. Una frase que no puede tener más vigencia. Aunque quizás, eso sí, “el trabajo dignifica a las personas”, suene mejor en la actual coyuntura.

A día de hoy el trabajo se ha convertido en el principal factor de inclusión social y debe estar al alcance de TODOS, sin ningún tipo de discriminación por razón de sexo, edad, discapacidad… Sobran los motivos para argumentarlo y quizás pueden parecer obvios, pero conviene recordarlos brevemente.

Por qué el empleo dignifica a las personas

1)-  Porque nos diferencia de otros seres vivos. El desempeño de una labor cotidiana y remunerada es patrimonio exclusivo de la humanidad. A diferencia de otros seres vivos, las personas podemos modificar nuestra esencia, nuestra rutina y/o nuestra conducta con la realización de una actividad libre y constante. Cuando trabajamos, por tanto, nos sentimos parte activa de la sociedad de la que formamos parte.

2).-Porque es fuente de motivación y las personas no funcionamos sin ella. El trabajo no es sólo el entorno donde pasamos un tercio de nuestro día, sino que es motor de motivación; una motivación que todos necesitamos para ser felices. Sin motivación no hay acción y sin acción nos sentimos inertes.

3)- Porque nos brinda los mayores momentos de autoestima.  Es en el trabajo donde alcanzamos los mayores picos de realización personal. Comprobamos que, gracias a nuestros conocimientos o experiencia, podemos realizar una labor útil y remunerada. Esta remuneración nos permite, a su vez,  mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros seres queridos. Todo ello hace que nos sintamos socialmente reconocidos y valorados. Autoestima, en definitiva.

4)- Porque previene patologías mentales. Trabajar exige una rutina, una planificación y una constancia. Mantener la mente ocupada con los quehaceres del trabajo permite que aparquemos, aunque sea momentáneamente,  preocupaciones y quebraderos de cabeza. Así, focalizando nuestra atención en las tareas rutinarias (o no) del trabajo, mantenemos una equilibrada salud emocional y prevenimos trastornos como la depresión.
También previene de circunstancias indeseables como la violencia de género.

5).-Porque normaliza y combate la exclusión, equiparando a las personas, más allá de cualquier diferencia. Cuando atravesamos una situación difícil, discriminatoria o de especial vulnerabilidad, el empleo aporta  equilibrio para normalizar nuestra vida, consiguiendo que esas aparentes desventajas o limitaciones queden sepultadas bajo el desempeño de una actividad productiva y remunerada, que nos equipara a cualquier otra persona y demuestra nuestro talento, por encima de cualquier circunstancia que pueda estigmatizarnos.


lunes, 16 de julio de 2018

El Valioso Aporte De La Filosofía


En la Conferencia Mundial de Humanidades, celebrada en Bélgica en agosto de 2017, se fijaron principios rectores para la enseñanza de las humanidades.

La UNESCO se esfuerza por difundir esta visión y dar a conocer los nuevos usos que de unos años a esta parte revolucionan esta disciplina entre los más jóvenes, incluso fuera del contexto escolar, en los nuevos medios de comunicación, y la utilización que hacen hoy los filósofos del dibujo, la música y la cultura visual.

La directora general de la UNESCO recordó que, aún hoy, la filosofía es un baluarte contra la estrechez de miras, una forma de cultivar la distancia crítica ante la saturación informativa y los discursos simplistas que tienen por objetivo enfrentar a las culturas entre sí.

“Por ello urge convocar la filosofía, que si bien no da respuestas, permite hacer las buenas preguntas. Nos invita, como escribió el poeta Rabindranath Tagore, a “trascender los límites de nuestra sensibilidad y nuestra visión mental para acceder a una mayor libertad”.

“Esta es una oportunidad que hay que aprovechar: exhorto a todos los Estados Miembros a que den vida a este mensaje, que entronca con la esencia misma del mandato de la UNESCO”, concluyó.


El Desprendimiento


Desprenderse de todo lo que uno ha vivido duele, saber que en el camino tenemos que ir dejando a un lado a personas, momentos y lugares porque ya no nos pueden acompañar en nuestra vida, duele, y mucho.

Lo sabemos tan bien que preferimos ignorarlo para evadir un sufrimiento que es ineludible, pero necesario para nuestro crecimiento. Como saber que parte de ti muere todos los días y que, a pesar de ello, no estás preparado para morir; que la juventud es sólo un proceso y la vejez un resultado; que los cambios son inevitables al igual que las lágrimas y las risas; que perder y ganar pueden ser un gran equilibrio al final.
Sabemos que desprendernos duele porque es un proceso indispensable para nuestra evolución como seres humanos y, por lo tanto, es muy sano. Es una invitación para seguir adelante y para vivir mejor. Hoy es diferente de ayer y tienes que vivir con lo que haces hoy, no con lo que hiciste ayer.
El desprendimiento es un gran maestro. Se nos olvida que llegamos desnudos al mundo, nada nos pertenece. Nacemos empacando una maleta que nos acompañará a lo largo de nuestra vida, la cual tendrá que estar vacía al final, porque los equipajes pesados no se llevan cuando morimos, por salud espiritual.
Uno aprende la lección cuando se desprende del momento. A mí nadie me enseñó cómo se tiene que enterrar a un ser querido, lo aprendí cuando no tuve más opción. ¿Qué me enseñó? Que sigo vivo, enterré a otra persona, yo aún tengo batallas que librar porque lo único que no puedo perder, todavía, es la vida.
Nos enseñan a vivir, pero no a morir; a seguir lo que dicta la ley cívica, la moral y lo tradicional, pero nadie nos enseña a ser auténticos. Tenemos que ir lidiando y robando personalidades que no son la nuestra, hasta encontrarnos con nosotros mismos. Y el día que eso pasa nos desprendemos de todo lo demás, de todo lo que aprendimos y de todas las mentiras que creímos, porque ya no las necesitamos. De hecho, ya nos pesan en nuestro andar.
Puedo compararlo con la piel de una cebolla. Hay que ir perdiendo capas para llegar al corazón, a lo que importa para ser más ligeros y, con ello, más felices.
Desprenderse de las palabras; hablar menos, pero escuchar más. Soltar las críticas. Las opiniones de los demás son sólo eso, opiniones, y no son mías. ¿Por qué creerlas y conservarlas?
Que cada quien cargue con su cruz. Despréndete de los juicios.
Empieza el año, los proyectos, los finales y los comienzos. Llega el momento en que la toma de decisiones es fundamental, así que no tengas miedo a la hora de decidir algo nuevo o diferente. Admírate por tener el valor de tomar decisiones.
 No importa qué tan grandes o pequeñas sean, todas harán eco en tu vida. Pero, sobre todo, toma la decisión de desprenderte y… ¡asómbrate!, que ya verás lo que pasa a continuación. Muchos le llaman “libertad”.
Me gusta  retratar la vida diaria y los problemas que nos rodean.


Irse Al Garete


Cuando algo nos ha salido mal decimos que “se ha ido al garete”, pero también podemos usar esta expresión para indicarle a alguien que nos deje de molestar, diciéndole que se vaya al “garete”.

Al parecer y según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra “garete” viene de la construcción francesa “être égaré”, cuyo significado es “andar extraviado”.

Su uso comenzó siendo marinero, usándose para indicar que una embarcación andaba a la deriva, sin rumbo ni gobierno, y a merced de los vientos y corrientes marinas; evolucionando hasta el uso actual de tal expresión.

Al garete también puede utilizarse en locuciones verbales. En este sentido, irse algo al garete significa que ha fracasado o se ha estropeado. Por ejemplo: “El país se fue al garete”.

Andar al garete, por su parte, se refiere a llevar una vida desordenada, disipada, sin rumbo. Por ejemplo: “Desde que a Luis la esposa lo dejó, anda al garete”.

Estar al garete, asimismo, se usa para significar estar a la deriva, desorientado, sin propósito definido. Por ejemplo: “Cuando llegamos a la ciudad, el primer día sentimos que estábamos al garete”.

Por otro lado, quedar al garete se refiere a quedarse una embarcación a la deriva en el mar por algún desperfecto inesperado (haber perdido las anclas, tener una avería en las máquinas, etc.), de modo que queda a la voluntad de las corrientes o los vientos. 

Por ejemplo: “El capitán se dio cuenta de que se habían quedado al garete”.

Un sinónimo de la expresión al garete es a la deriva.


La Conquista De La Ilusión


La ilusión puede tener su origen en el sentimiento de incapacidad. Ella nace en este tiempo vacío de los pensamientos, y nos distrae del momento presente.

Cuando nos observamos a nosotros mismos, nos encontramos entre las ideas y sus formas. El ser humano es, en verdad, un pozo de dudas, que se convierten en miedos, estorbando su desarrollo, su crecimiento y su éxito, en todas las instancias de su vida.

Cuando nos encontramos, nos confrontamos con las potencias interiores y exteriores de nuestro ser provenientes de la naturaleza, y con nuestro propio dinamismo instintivo. La ilusión aparece en una fase precoz del desarrollo natural de los deseos, para hacer suceder lo que no es real.

Confundimos ilusión con sueños y deseos, pero las ilusiones se quedan en el vacío del ser humano, en cambio los sueños y deseos podemos realizarlos, pues muchos de ellos dependen sólo de nosotros mismos. Cada cual debe buscar las armas necesarias para su realización. Cuanto menos dañemos al prójimo, más nos acercaremos a la realización de un sueño duradero.

Cuando lleguemos a adquirir la fuerza de transformar las ilusiones en sueños, y los sueños en realidad, estaremos dominando las fuerzas que destruyen nuestros miedos y lanzándonos al mundo mágico de los deseos. En ese nuevo mundo, estaremos extrayendo de nuestro interior las energías necesarias para dominar las ilusiones exteriores, fruto exclusivo de nuestros pensamientos mal definidos.

Tenemos que mantener siempre la serenidad, de lo contrario seremos siempre incapaces de oponernos a tales energías. Por un movimiento racional, ella recurre siempre a afectos opuestos, a otras fuerzas emocionales, cuya función es dominar lo más perfectamente posible lo que escapa al control de la razón.


En ese proceso el ser humano desarrolla lo que podemos denominar “ilusión”, moldeándola de acuerdo a su propia experiencia individual en las primarias de la vida. Confrontándose con fuerzas peligrosas, primitivas e incomprensibles, se acuerda del tiempo en que se sentía seguro con la presencia de la madre o del padre, de sabiduría y poder superiores a los suyos, cuyo amor y protección podía conquistar mediante la obediencia y el respeto.

Las Mochilas Ajenas


A lo largo de nuestra vida , casi sin darnos cuenta, vamos cargando una mochila emocional de palabras no dichas, sentimientos no expresados, heridas que duelen, historias ajenas que asumimos como propias, lealtades familiares que hacemos nuestras entre otras muchas cosas.

En piloto automático llevamos un peso en los hombros que cada vez pesa más y más. Llega un punto que es tanto el peso que explotamos, o lo soltamos de golpe, o incluso nos rendimos. En el mejor de los casos pedimos ayuda. Pero a menudo podemos pensar que este peso nos toca llevarlo solos, que no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Enfado no expresado, miedo no resulto, tristeza de compañera perpetua…. ¡¡Cuántas cosas vamos acumulando en nuestra mochila!!

Todo lo que vivimos deja una marca en nuestro cuerpo a lo largo de los años. Tenemos memoria emocional, que se va acumulando en nuestro día a día. 

Desde traumas del pasado, heridas infantiles hasta lemas familiares y responsabilidades que no son nuestras. En la mochila también van vivencias positivas, pero esas no pesan normalmente. Esas son livianas y ligeras. Lo que pesa, es lo que duele, son los asuntos pendientes no resueltos, lo que me hubiera gustado decir y no dije.

"Las heridas emocionales de nuestra infancia que no quedan sanadas, dejan una marca en nuestro cuerpo y se acumulan en nuestra mochila emocional".
¿Podemos gestionar nuestra mochila emocional? O ya es una carga insalvable y perdida? ¿Es posible soltar lastre? ¿Es posible dejar ir? ¿Hay posibilidad de vaciar nuestro pasado y sentirnos ligeros en nuestro presente? La respuesta es un rotundo SÍ.

¿Okay, se puede. ¿Pero, cómo? ¿Cómo lo hago si llevo tantos y tantos años con esta mochila que ya parece parte de mi piel? ¿Si ya no sé lo que es vivir sin esta mochila porque incluso me he acomodado a ella?

1. Se consciente de que la mochila PESA: Porque a veces llevamos tanto equipaje que ya nos hemos habituado a él y lo normalizamos o incluso lo minimizamos. - : ¡No pesa tanto! Nos podemos decir. Pero en realidad sí que duele y pesa.
2. Ponla delante de ti en vez de detrás: Cierra los ojos. Visualiza tu mochila emocional delante ¿Qué color tiene? ¿Qué forma tiene esta mochila? ¿Cuán grande es?
3. Abre la mochila: Mientras cierras los ojos, imagina que vas vaciando esta mochila poco a poco. ¿Qué hay dentro? ¿Cuántas cosas pendientes tienes sin resolver? Desenreda el nudo que compone esta mochila. Si separas la carga de pronto ya no parece tan pesada.
4. Identifica qué cosas te cuesta más soltar: Una vez vayas sacando las cosas poco a poco, Ej. La rabia hacia una situación, el hacerte cargo de asuntos que no son tuyos, el pasado que fue mejor.
5. Suelta lo que ya no te sirve: Identifica lo que te toca aceptar a ti y el resto déjalo a quien corresponda. (Con el pasado, con tus padres, a la vida)…
6. Deja solo lo que te va servir de aprendizaje de vida: Hay cicatrices que al tocarlas nos refuerzan y nos vuelven resilientes;  nos empujan a vivir con más fuerza.


Suelta amarres, deja la mochila medio vacía para hacer espacio a las nuevas experiencias que tienes por delante

Objetivos De Vida



“¿QUÉ QUIERES de la vida?” Con esta pregunta empieza A Guide to the Good Life, el libro de William B. Irvine sobre el estoicismo. “De todas las cosas a las que podrías dedicar tu vida, ¿cuál de ellas crees que es la más valiosa?” continúa. 

“Si vives sin un gran objetivo, no tienes una filosofía de vida coherente. ¿Y por qué es importante tener una filosofía tal? Porque si no la tienes, corres el riesgo de malvivir –de que, a pesar de todo lo que hagas, a pesar de todas las cosas placenteras de las que disfrutes, acabes viviendo una mala vida.”

Las palabras de William me hicieron reflexionar. Llevaba varios días dándole vueltas a cuál va a ser el siguiente paso en mi viaje, y la idea de “un gran objetivo vital” me hizo detenerme. Al fin y al cabo, tenía sentido empezar clarificando ese gran objetivo para poder alinear el resto de mis planes con él. 

Saqué un cuaderno, un bolígrafo y me puse a pensar.

Empecé descartando el vivir para ganar dinero o para acumular cualquier tipo de riqueza material. Sencillamente, no le veo el sentido a dedicar mi vida a algo así sabiendo que al morir lo voy a perder todo. Además, millonarios como Bill Gates o Warren Buffett, que ya han logrado ese objetivo, ahora se dedican por completo a la filantropía, lo que deja claro que el dinero no es un buen objetivo vital.

El siguiente “gran objetivo” que consideré fue la felicidad. ¿Era una buena idea dedicar mi vida a ser feliz? Cuando me puse a pensar en esto, me di cuenta de que no tenía muy claro qué era exactamente la felicidad. Sentía que el concepto de felicidad englobaba muchas emociones positivas, pero que unas eran muy diferentes de otras. Por ejemplo, soy feliz cuando me como un helado (placer físico) o cuando completo un proyecto importante para mí (satisfacción). 

En ambos casos siento felicidad, pero son dos tipos de felicidad muy diferentes.

Con la intención de resolver mis dudas, me puse a investigar más sobre el tema, y así es como encontré esta charla TED de Daniel Kahneman que me aclaró muchas cosas sobre cómo vivir la vida alineado a una filosofía que encajara conmigo al 100%.


domingo, 15 de julio de 2018

No te calles nunca

El Poder de Las Palabras
No te calles nunca
No te calles nunca. Se fuerte para levantar la voz contra aquello que consideres injusto.

No te calles nuca. Se valiente para apoyar a aquellos que lo necesitan.

No te calles nunca. Alza la voz contra el abuso, contra el maltrato, contra las injusticias.

No te calles nunca. Que tu voz sirva para apoyar la necesidad de que el mundo sea un lugar más justo, que sea un lugar donde todos tengamos cabida.

No te calles nunca. Defiende aquello que es justo, que tu voz se oiga alta y clara cuando sea necesario y cuantas veces lo sea. Si todos alzamos la voz nos oirán, por fuerza nos oirán porque somos muchos.

No te calles nunca. Que la injustica no te sea indiferente, que tu voz sea capaz de alzarse contra aquello que tus ojos vean y no sea correcto, contra aquello que tus oídos oigan y no sea correcto.

No te calles nunca. No dejes que nadie te obligue a callar, no dejes que ganen aquellos que oprimen, que maltratan, que humillan.

Las palabras tienen poder
Somos muchos, somos legión todos los que pensamos que otro mundo es posible, todos los que creemos en que hay lugar para todos en nuestro hogar.

Las palabras tienen un gran poder, no las dejemos morir en nuestra garganta, dejemos que broten, que se oigan altas y claras expresando aquello que debe ser oído, aquello que debe ser entendido.


Alza tu voz, alcemos nuestras voces, que todo el mundo sea un clamor tan alto que nadie pueda ignorarlo, que no les quede más remedio que escuchar.

Antonio Machado


Convicciones


Las convicciones no surgen ni se construyen solas; son principios y valores que determinan conductas y decisiones como resultado de un proceso de formación; el cual inicia, por lo regular, en el seno del hogar o de la familia, y va cobrando forma con el tiempo a partir de las ideas y enseñanzas que recibimos de las experiencias en nuestra relación con otras personas, en la escuela, en la comunidad, en centros de trabajo o en la experiencia diaria.

Las convicciones nos empujan, definen e incitan a actuar en lo cotidiano. Si formulamos que todos los seres humanos tienen convicciones que los distinguen, debemos notar la consistencia que cada quien tiene para con ellas, porque aun cuando las poseemos, no siempre somos conscientes acerca de éstas, de manera que podamos ordenarlas y examinarlas a fin de que continúen rigiendo nuestras elecciones y comportamientos.

De ahí que algunas personas lleguen a establecer una escala conceptual de principios y valores que derivan en causas e ideologías; dicho sea de paso, estas últimas se relacionan con tener razones para proceder y banderas que defender. 

En la medida en que las convicciones constituyen un ejercicio de certeza y persuasión respecto a ideas a las que estamos firmemente adheridos, entonces nos conducen a adquirir compromisos y asumir responsabilidades; y valga decir, estos dos componentes son los motores para cumplir metas y obtener resultados en consecuencia.

Nuestras convicciones anuncian a otros lo que nos motiva y las pautas bajo las cuales nos disponemos a alcanzar objetivos. Para afirmarse como tal, la convicción necesita ser probada y esto ocurre cuando se enfrenta a sucesos o circunstancias que la amenazan o desafían. No es casual que una de las acepciones de la palabra convicción sea "prueba". Desde esta perspectiva, nuestra convicción puede o no pasar el examen de su solidez. 

Si lo hace, afirma que nuestras acciones están en línea con lo que hemos creído; si no, evidencia que la convicción no era tal o que se reducía a un plano estrictamente dogmático.

Lo importante es que en lo relativo a cuestiones en el plano individual y de bienestar colectivo, nuestras convicciones deben ser firmes e inalterables, ya que mantenerlas así, es fundamental para fortalecer la identidad y permitirnos tomar decisiones que den congruencia al pensar, decir y actuar


La Realidad De Los Sueños


Una mala compañera llamada ansiedad nos lleva a ansiar que todo suceda rápidamente, por arte de magia y que en un abrir y cerrar de ojos todo funcione.

El ímpetu de los comienzos es apasionante, pero en esa fuerza corremos el riesgo de atropellarnos. Las metas necesitan de dos patas inseparables: objetivos claros y paciencia.

Cumplir un sueño, está más lejos del cuento de hadas y más cerca de la realidad del sacrificio. En una época signada por la cultura de lo instantáneo, creemos que es posible lograr metas a corto plazo, pero generalmente sucede bastante poco.

El peligro de tener una visión exitista y rápida, es que la tolerancia a la frustración será escasa. Entonces, apenas nos atraviese el mínimo problema se tenderá al abandono de los objetivos y aquel sueño que proyectamos corre el riesgo de quedar sólo como un mal recuerdo.

No es un mal de unos pocos. La escasa proyección a planes de largo plazo, es el mal de la época. Para pensar en la cultura del trabajo debemos remontarnos a aquellos inmigrantes de principios del siglo XX que comenzaron su trayectoria laboral como obreros o trabajadores incansables y de a poco, con sacrificio extremo y dedicación plena iniciaron su camino hasta lograr una estabilidad.

Entonces, no debería separarse el contexto de la tendencia. Sin dudas, muchos valores e instituciones están en crisis y por lo tanto, no es casual que los proyectos, las metas o los sueños quieran lograrse de un día para el otro, sin tener en cuenta la búsqueda, el camino, los aciertos y los fracasos que implica poder obtener alguna aspiración.

Uno de ellos es el compromiso. La responsabilidad como parámetro es fundamental para lograr una meta: ser coherente entre lo que se dice y se hace con uno mismo y con las personas involucradas; ser ordenado en los objetivos y que el principal involucrado en la meta demuestre su esfuerzo trabajando igual o más que sus compañeros.

Otro valor fundamental es el sacrificio. Todos podemos ser creadores o tener excelentes ideas, pero el arte más admirable es llevarlas a cabo ¿Cuántos creyeron ser los ideólogos de enormes sueños pero ante el gran trabajo que conllevan quedaron en palabras? Es que ser creativo es sólo una parte de la tarea. El 90 por ciento de un sueño se basa en lo que hacemos por él y no en lo que decimos del mismo.


Recuperar los valores perdidos quizá sea le primer paso para pensar un sueño. El ser y el hacer son inseparables para poder lograr nuestros objetivos. Proyectar a largo plazo a través de la cultura del trabajo será la mejor forma que aquellas ideas de las deseamos vivir se conviertan en hechos.

Saber Quién Somos


Cuando nos comparamos con el resto de animales acostumbramos a dar cuenta de nuestra capacidad única para reconocer la existencia de nosotros mismos y de los demás en tanto que seres con motivaciones, objetivos y puntos de vista diferentes y cambiantes. Somos, de algún modo, seres conscientes. Esto puede ser motivo de un cierto orgullo un tanto injustificable, desde luego, pero también es solo una cara de la moneda.

Y es que si bien estar dotados de consciencia puede resultar ventajoso al ir a la par con nuestra habilidad para pensar cosas abstractas, también es una fuente de potenciales problemas que el resto de especies no tienen que afrontar. Y uno de esos posibles problemas puede surgir cuando, inevitablemente, aparece en nuestra corriente de pensamientos una pregunta clásica: ¿Quién soy yo?

La caja de pandora: ¿Quién soy yo?

“¿Quién soy yo?” es una de esas preguntas existenciales que, si no sabemos responder, pueden llegar a convertirse en un obstáculo a la hora de ser felices. Saber quién es uno mismo y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar no ya en los grandes proyectos, sino en todos los detalles de la cotidianidad.

Pero no poder responder a esta pregunta en un momento no quiere decir que todo esté perdido. Actualmente no hay nada que nos haga suponer que la capacidad para plantearse adecuadamente y responder con éxito la cuestión "¿quién soy yo?" sea en sí misma una capacidad innata, algo inamovible e independiente de nuestras elecciones y el ambiente en el que elegimos vivir. En ocasiones, es necesario hacernos esta pregunta para poder seguir creciendo, pues es un indicador de si estamos en el camino correcto.

Además, hay que tener en cuenta que, desde el primer minuto, nuestro conocimiento sobre nosotros mismos está limitado. Aunque parezca engañoso, muchos aspectos de nuestra propia personalidad son mejor conocidos por quienes nos rodean que por nosotros. ¿Por qué? Porque nuestra visión sobre mucho de lo que hacemos, está sesgada.

Dado que nuestra vida es más importante para nosotros que para la mayoría, tenemos interés en deformar la realidad, la interpretación sobre lo que nos ocurre, para que encaje en esa narración que hemos creado para darle una respuesta a la pregunta de "quién soy"; la historia que supuestamente explica lo que es nuestra existencia, como individuos.

Así pues, debemos ser humildes a la hora de extraer conclusiones acerca de quiénes somos, y admitir que siempre hay espacio para la rectificación.



sábado, 14 de julio de 2018

Falacias

Desde tiempos de Aristóteles se había estudiado el tema de las falacias, es decir, de los engaños en los que se propone un argumento que parece correcto pero que en realidad engaña a las personas y les lleva a ciertas conclusiones infundadas.

En ellas no necesariamente se parte de premisas falsas o se propone una conclusión falsa, pues su característica principal consiste en la forma incorrecta de razonar. En una falacia se quiere hacer pasar por verdadero algo sin realmente probarlo. En efecto, puede aparentemente demostrarse una cierta conclusión de forma incorrecta, independientemente de que la conclusión sea verdadera o falsa. 

Por ejemplo, se nos dice o hace creer que un determinado efecto es debido a cierta causa por el simple hecho de que primero se dio la presunta causa y luego el supuesto efecto: ya que fulano hizo el baile de la lluvia y después llovió, la causa de la lluvia es el baile.

En otro caso puede ser que la conclusión sea verdad, por ejemplo si alguien se come un antojito callejero y después se enferma del estómago; aquí puede ser que el antojito sea la causa, pero no es suficiente que se lo haya comido primero para saber si de veras es la causa del malestar.

Existen varios tipos de falacias y se suelen usar a menudo en el mundo y en la cultura en que vivimos. Diariamente se recurre a las falacias en la publicidad de los productos que nos ofrece el mercado y se nos bombardea con falacias para hacernos comprar lo que los comerciantes desean.

Al menos creo que existe una cierta conciencia entre la gente de que ciertos vendedores suelen "enredar" a los posibles clientes. Mucho más serio es el problema del uso de las falacias en el campo social y político. Esto se agudiza en los tiempos de las campañas, porque los candidatos y sus partidos tratan de ganar a como dé lugar el voto de los ciudadanos y cómo "en la guerra y el amor todo se vale" emplean todos los medios, incluso el de hacer pasar por correctos razonamientos erróneos que llevan a las conclusiones que les favorecen en orden a la adquisición del poder.

Lo anterior nos conduce, por una parte, a la necesidad de que los ciudadanos seamos capaces de evaluar con lógica los argumentos que se nos proponen y ello significa que mientras mejor educación tenga la población mejor serán las posibilidades de una adecuada valoración de tales argumentos. Por otro lado, puede verse también la grave responsabilidad ética de actores, quienes deben sentirse obligados a presentar en forma correcta y verdadera cuanto proponen a la ciudadanía.

En ellas no necesariamente se parte de premisas falsas o se propone una conclusión falsa, pues su característica principal consiste en la forma incorrecta de razonar. En una falacia se quiere hacer pasar por verdadero algo sin realmente probarlo.



El Ser Responsable


De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española de la lengua la responsabilidad es “la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”.

El ejercicio de la responsabilidad individual depende de cada uno. En principio, en un contexto de libertad, y desde la perspectiva de una persona sana, es decir, libre de trastornos psicológicos graves,  todos podemos elegir libremente qué hacer con nuestra vida, hacia dónde dirigirnos, con quienes queremos estar, qué queremos ser. Podemos incluso decidir no tomar ninguna decisión acerca de nuestra vida.

La consecución de nuestros objetivos y de nuestras metas depende de muy diversos factores, pero el principal de todos ellos es ser conscientes de la responsabilidad que tenemos sobre nuestras propias vidas, sobre nuestro bienestar y sobre nuestra felicidad personal.

Ser responsable supone decidir acerca de cuáles son las acciones más adecuadas para conseguir nuestros objetivos, significa ser proactivos, tomar la iniciativa. La responsabilidad conlleva tomar conciencia acerca del nivel de atención que prestamos a nuestro trabajo, a nuestras actividades y tareas cotidianas, así como a las relaciones que mantenemos con las personas que se encuentran en nuestro entorno, ya sea personal o profesional.

Ser responsables significa asumir las consecuencias de las decisiones que tomamos, por tanto, significa excluir de toda culpa a las circunstancias o personas que nos rodean. Expresiones como “ella/él me está volviendo loca/o”, “esta persona me saca de quicio”, “todo lo que me pasa es por su culpa”, “esta situación es injusta”, son expresiones que ponen de manifiesto nuestra falta de responsabilidad.

Ser responsables supone también decidir cómo jerarquizamos nuestro tiempo, como disponemos de nuestra energía, a quiénes le dedicamos ese tiempo y esa energía. Asimismo, ser responsable afecta a la calidad de nuestra comunicación con los demás. En el ejercicio de nuestra responsabilidad somos nosotros los que nos cercioramos de que las personas han entendido el mensaje que transmitimos, y de que también hemos entendido lo que otros pretenden comunicarnos, por tanto, somos responsables de la forma y de la claridad con que expresamos nuestras ideas e interpretamos las de los demás.

La responsabilidad supone aceptar de forma incondicional que nuestra felicidad depende sólo y exclusivamente de nosotros. Esto exige un alto grado de madurez personal. Significa que no vamos a hacer depender nuestra felicidad del hecho de que otros nos quieran o no, cumplan nuestros deseos o no, actúen de la forma que creemos más oportuna o no, o nos presten o no la atención que consideramos nos merecemos.


La Evasión A Otros Mundos O A Otras Vidas

Metafísica

Cada uno de nosotros, de alguna manera, aparte de nuestras creencias, de lo que sepamos o de lo que creamos saber, nos enfrentamos a una forma de lucha interna, de encuentro entre entidades antagónicas.

Por un lado nos sentimos espirituales, nos parece que somos algo que está completamente fuera de este mundo, como de visita, que solamente tendríamos que vivir para la música, para la poesía… Hay en nosotros, sin embargo, una parte biológica, animal, terrestre, que nos impulsa a vivir en el aquí, en el ahora, a saciar nuestros apetitos de la manera más rápida posible, y a sentir una perpetua angustia ante el panorama de una muerte más o menos cercana.

Es evidente que esas tendencias dependen de la cultura, del estudio, de lo que hayamos meditado sobre el tema, de que estemos más o menos liberados de antagonismos; pero por lo general a todos nos afecta la presencia de la muerte en los seres queridos o la posibilidad de la propia. Aunque en teoría hayamos superado ese temor a la muerte, es obvio que este -lo que llaman algunos filósofos europeos el “estado agónico perpetuo del hombre”- es propio del ser humano, pues aparentemente ningún otro ser viviente tiene ese aspecto agónico en su psicología.

Los animales no temen demasiado a la muerte e incluso, en apariencia y hasta donde se ha llegado a estudiar, no registran su vejez; para ellos la vejez no es sinónimo de caída hacia la muerte, la vida es siempre igual. Vamos a establecer unas posiciones básicas, que a lo largo de todo su desarrollo ha sostenido la Humanidad sobre estos aspectos de la vida y de la muerte. 

La posición de la Reencarnación.
Todos los pueblos antiguos, clásicos, y todas las religiones en sus orígenes sostuvieron la teoría de la reencarnación. Incluso la religión cristiana hasta el siglo V -durante el cual se produjeron cismas a causa de ello- aceptaba esta teoría. Dentro de la religión hebrea ha habido siempre dos corrientes muy fuertes: una interior, que desarrolla la Cábala y una exterior, completamente exotérica, que llegaba hasta a negar la inmortalidad del alma de la mujer que no había tenido un hijo varón. Esas corrientes se van a mezclar hasta que, pasado el siglo III, se va a decretar, dentro del cristianismo oficial, la completa negación de la existencia de la Reencarnación.

"Aquí yace un libro viejo y gastado. Que promete volver en una edición renovada, corregida y aumentada". -Emerson-
Pero todos los pueblos antiguos, los sumerios, americanos, egipcios, hindúes, chinos o japoneses creyeron en la reencarnación, con diversas variantes. Grandes personalidades enseñaron directamente la Teoría de la Reencarnación: Pitágoras, Platón, Aristóteles, Confucio, Lao Tsé, Buda y muchos otros. Y entre los modernos encontramos a Nietzsche, Schopenhauer y otros filósofos que también reafirmaron esta vieja teoría.

Es obvio que las sociedades primitivas -o por los menos las que nosotros consideramos primitivas o primeras-, creyeron en la Teoría de la Transmigración de las Almas, es decir, que estas volvían a nacer. De ahí surgieron todas aquellas complejas teorías que hoy, en Occidente, simplificamos un poco: entre los hindúes, la teoría del Karma o de la acción y la reacción; la teoría del Dharma, ley que nos rige a todos, y la teoría del Sadhana o camino que tendríamos que recorrer inexorablemente. Para los antiguos, el ser humano era un ser inmortal, un dios encarnado, emparentado de alguna manera con los dioses.

Os puedo dar ejemplos simples al alcance de la mano, como las obras de Homero: “La Ilíada” y “La Odisea”. En el combate básico, en el tema de la Guerra de Troya, de la toma de la ciudad de Ilion, no solamente existe el combate humano, sino también de los dioses mezclados con los seres humanos. 

Recordemos que Julio César se decía descendiente de Venus-Afrodita.
Ellos creían que, de alguna manera, los dioses se ponían en contacto con los hombres materializándose. 

Es obvio que han existido seres extraordinarios que motivaron un reverdecer de las viejas teorías sobre la reencarnación. En varios libros sagrados, desde el “Bhagavad Gîtâ” hasta los libros antiguos de los griegos, aparecen seres sometidos a pruebas para constatar si son la reencarnación de otros antiguos… 

Otra teoría podríamos llamarla “Teoría Religiosa”; digo religiosa en cuanto a religión externa, exotérica, tal y como las encontramos hoy nosotros en Occidente: la cristiana, la musulmana, la hebrea, etc.

Estas Religiones, en la actualidad, niegan la reencarnación; afirman que el alma es inmortal y nace con el cuerpo: una vez que deja el cuerpo, sigue y se proyecta hacia Dios o se dirige al Paraíso de Adán, o al de las huríes que la esperan, o se encamina a algún otro lugar, pero ha sido creada con el cuerpo. Afirman que habría una creación infinita de almas y todas ellas, según algunas posturas, se volverían a encontrar, incluso corpóreas, en el Juicio Final.

Y por último, la postura muy en boga en los últimos cien años aproximadamente, es la materialista, que tiene varias sub-versiones. No todos piensan exactamente igual, pero más o menos coinciden en afirmar que si existe un alma -o si es que hay algo a lo que podemos llamar alma- nacería con el cuerpo mismo. En verdad, hay más gente que cree en la Reencarnación que gente que no cree en ella. 

Lo que pasa es que, con nuestro “chauvinismo”, los occidentales pensamos que los "reencarnacioncistas" son muy pocos, pero la verdad es que son muchos millones.

De una manera u otra, toda esa gente trae a Occidente esta vieja, antiquísima y ancestral teoría, y Occidente se va impregnando de ella, del "volvemos a vivir". 

Sin embargo, en Occidente, ya desde el siglo XIX, aparecen varios movimientos y sociedades que tratan el tema de la reencarnación. Si uno ve que todas las cosas son cíclicas, que después del día viene la noche; que la Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno se suceden, puede llegar a la conclusión filosófica de que la vida también es de naturaleza cíclica, que después de la vida viene la muerte, y después de esta, nuevamente la vida, y así infinidad de veces.

Esto, que para mí es una realidad, para otra persona es pura subjetividad. Así, lo que es una realidad para el religioso, para el que no participa de su religión, de su fe, es una subjetividad. Y es imposible tratar de transformar una cosa en otra. Fuente: Extraído de la conferencia
“La Vida después de la Muerte”, por Delia Steinberg Guzmán.

KHALIL GIBRAN "Vine a decir una palabra y la he de decir ahora. Y si la muerte se opone, será pronunciada por el Mañana, porque el Mañana nunca deja un secreto en el libro de la Eternidad. Vine a vivir en la gloria del Amor y a la luz de la Belleza, reflejos de Dios. Aquí estoy, vivo, y no he de ser destronado del dominio de la vida, porque a través de mi palabra viviente viviré en la muerte..."
CREDO. León Felipe "Aquí estoy... en este mundo todavía... Viejo y cansado, esperando a que me llamen... Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita y condenada, y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro y me ha dicho severo: 'No, no es la hora todavía... hay que esperar...' Y aquí estoy esperando... Con el mismo traje viejo de ayer, haciendo recuentos y memoria, haciendo examen de conciencia, escudriñando agudamente mi vida...
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí. Sólo mis ojos saben aún llorar. 

Esto es lo que me queda... Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: Otra vez lo haré mejor, Señor, Porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer? ¿No es cierto que de alguna manera volvamos a nacer? Creo que Dios nos da siempre otra vida, otras vidas nuevas, otros cuerpos con otras herramientas, con otros instrumentos... Otras cajas sonoras donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor para ir corrigiendo lentamente, muy lentamente, a través de los siglos, nuestros viejos pecados, nuestros tercos pecados... Para ir eliminando poco a poco el veneno original de nuestra sangre que viene de muy lejos. 

Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo. Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio... ¡Pero está! Creo que tenemos muchas vidas..."

   

El Eterno Querer Ser

Filosofía
El Eterno Querer Ser
La primera fuerza o necesidad que el hombre experimenta ya desde su adolescencia, es la de encontrar un sentido a su propia vida. 

La voluntad de placer, de gozar de la vida, no es la fuerza fundamental del hombre, no es la que puede explicar toda la historia de la humanidad y de cada hombre en particular. Tampoco la voluntad de afirmarse y de ser alguien en la sociedad es la última y más importante tendencia del hombre.

Lo que en realidad el hombre más necesita es encontrar un sentido a su existencia, ubicarse en el mundo del porque y saber si todo tiene un sentido, o en cambio es solo una promesa que nunca se realizara.

El hombre es capaz de vivir e incluso morir por sus ideales y principios, pero no puede inventar el mismo estos ideales. No podemos como nos propones Sartre, inventar nosotros el sentido de nuestra vida. Podemos descubrirlo, no inventarlo.

La vida del hombre no es, pues, un estado de satisfacción, sino una tensión, un conflicto, una lucha para descubrir una solución al problema fundamental.

El hombre es esencialmente esta tensión entre el tedio y el deseo. Experimentar el vacío la pérdida del sentido de la vida es lo que constituye la angustia existencial del hombre.

A veces, el hombre quiere huir de esta realidad y compensarla con el dinero, con el sexo, la droga, el poder, la actividad frenética.

Pero la pregunta existencial: "Vale la pena todo esto ? ", vuelve a inquietar siempre al hombre. Vale la pena encarar este tema y buscar las pistas de solución.

El hombre quiere realizarse según su proyecto, pero muchas veces esto no es posible. Cuantos seres humanos no alcanzaron siquiera un minuto de realización.

Cuáles son las condiciones que se precisan para llevar a cabo nuestros proyectos.
Siempre, hasta el hombre más afortunado, queda insatisfecho de lo que es y de lo que hace. Dos soluciones parecen abrirse al hombre insatisfecho: o apagar sus deseos y quedarse tranquilo con lo que tiene, cortar su deseo de plenitud y de infinito y vegetar, vivir o morir, o buscar más allá del tiempo la realización de su ser.

La primera tentativa no tiene posibilidad de éxito. El hombre siempre espera algo más de lo que tiene, tiende hacia le felicidad que nunca puede encontrar mientras viva. La muerte inexorable acabaría con toda felicidad.

La segunda tentativa es la que abre al hombre al hombre al ser absoluto, a un sentido último de la existencia.

Que podemos esperar
La esperanza podría ser una ilusión, un engaño, una incapacidad para aceptar la realidad de la vida, así como es, una inconsciente cobardía a aceptar la muerte.

El hombre es un ser finito, contingente, limitado y si se crea ilusiones de plenitud y de felicidad imposibles, él y solo él es el responsable de las inevitables desilusiones.

Queremos en cambio, demostrar, partiendo de la estructura del hombre mismo, que la esperanza que la inquieta nos es un residuo de la infancia, ni de ninguna manera de signo de madurez o cobardía, sino que se revela la misma naturaleza del hombre. 

Las cosas materiales y las personas que el hombre experimenta a lo largo de toda su vida no cubren la inmensidad del ser. Siempre podemos pensar en nuevos mundos, en realidades más grandes de las que conocemos.

Detrás del intelecto que tiene un horizonte infinito esta la voluntad como tendencia hacia el bien conocido, hacia el ser manifestado por el intelecto. 
Si el intelecto tiene una apertura infinita, también la voluntad tiene un deseo infinito.

Querer que el hombre se conforme con lo temporal y presente, limitado, es como matar al hombre, cortarle la tensión natural hacia el bien infinito.



Decisiones


Todos nos sentimos atormentados en algún momento por alguna decisión a tomar: seguir en una relación o no, renunciar al trabajo, casarse, tener un hijo, etc.

En otras ocasiones, sabemos lo que tenemos que hacer (dejar de tomar, salir más a menudo y conocer gente, comer más saludable, establecer relaciones más íntimas) pero no nos decidimos, es decir, no nos comprometemos a nosotros mismos a hacerlo. 

A veces nos damos cuenta que nuestra forma de ser nos está perjudicando (dejamos las cosas para después o trabajamos demasiado, somos poco cariñosos o demasiado exigentes) pero no sabemos cómo hacer el cambio.

Esta lucha interna e indecisión es dolorosa y extenuante. Lo peor es que retrasa nuestro crecimiento y nos paraliza. La decisión que dejamos para después, siempre regresa a mordernos, de una forma u otra.

Tomar decisiones puede ser doloroso porque estamos renunciando a todo lo demás, y a veces esto ya no regresa. Aunque parezca precipitado decirlo, mientras más limitadas tenemos las opciones, más nos acercamos al final de nuestra vida. 

Nadie quiere acercarse al final de la existencia, por eso, a veces inconscientemente evitamos decidirnos. Cuando tenemos 18 años tenemos un mundo de posibilidades y opciones, al llegar a los 60 años tenemos menos decisiones cruciales que tomar. Hay quienes evitan tomar decisiones para aferrarse a la ilusión que las posibilidades siguen siendo ilimitadas. No queremos renunciar a ese mundo de opciones. Tomar una decisión siempre implica un coste de oportunidad.

Aristóteles daba el ejemplo de un perro hambriento al que se le presentaban dos platos de comida igualmente exquisitos, sin poder decidirse, sigue hambriento y “muriéndose de hambre”.


Se nos hace tan difícil decidir porque a nivel inconsciente nos negamos a aceptar las implicaciones de renunciar. Si lo vemos de esa forma, en nuestra vida vamos de una renuncia a otra, renunciamos a todas las demás parejas, renunciamos a todos los otros trabajos, renunciamos a todos los otros lugares de vacaciones cada vez que decidimos.

viernes, 13 de julio de 2018

Descripción De Vanidad


A continuación, te mencionamos cuáles son los principales rasgos de las personas vanidosas y soberbias:

Las personas vanidosas, puesto que vienen marcadas por cierto narcisismo (y el narcisismo no es más que la creencia de estar en lo cierto por el simple hecho de ser quien se es), suelen creer que tienen razón en todas las discusiones que tienen.

Es por ello que, con frecuencia, las personas soberbias y vanidosas tratan de argumentar y defender sus puntos de vista mediante falacias de autoridad… 

¡Poniéndose a sí mismos como autoridad!

La vanidad y la soberbia están directamente relacionadas con la opinión que los demás tienen, por lo que el feedback que un vanidoso recibe de las demás personas es algo fundamental para su autoestima.

Sin embargo, al mismo tiempo, tratan de aparentar indiferencia ante lo que opinan los demás, y esto lo hacen por dos razones: La primera, que sabe que la naturalidad se valora positivamente; la segunda, que interés por lo que opinan los demás implicaría debilidad.

Puesto que tratan de fingir una versión idealizada de ellos mismos, es difícil comunicarse con ellos sin que surjan fricciones. Cualquier pequeño detalle puede provocar un enfado monumental, por discutir algo que, para ellos, es fundamental en su disfraz.

Por ejemplo, si no se les presta la suficiente atención en un grupo, inconscientemente, el vanidoso buscará alguna razón para enfrentarse con alguna persona del grupo y, de esta forma, conseguir atención.

La mayoría de personas soberbias y vanidosas se expresan de una forma completamente teatral. Es decir, cuando hablan, gesticulan de una forma que casi parece sacada del mundo de las artes escénicas.

Esto lo hacen para captar la atención del otro, porque una persona vanidosa y soberbia, como ya has podido ver hasta ahora, es una persona que necesita constantemente de la atención y de la validación de los demás.

La vanidad tiene cierta relación con el narcisismo, y el narcisismo tiene cierta relación con la psicopatía (puesto que se considera que el único importante es uno mismo y los demás están cosificados, como si fueran objetos para satisfacción propia).

Esto, evidentemente, no tiene por qué significar que tu amigo el vanidoso sea un asesino en serie. Tranquilo. Sin embargo, sí es posible que tenga algún rasgo psicopático y tienda a tratar a los demás para su propio beneficio, sin interesarse por ellos como personas.



Mediocridad



Los mediocres son solo seres que insultan a la inteligencia, no valoran ni su misma existencia, peor aún el perfume de una rosa,

Creen que su ignorancia es digna de exhibirla, pobres tontos no saben que es una afrenta para quienes no son igual a ellos;
Todo el encanto que hacen durante horas, lo rompen en un solo segundo, y a pesar d ofender a quienes los rodean, se sienten grandes,
La vergüenza no se hizo para ellos, Son personas sin ideales, el arte lo convierten en su oficio, la ciencia en su comercio, de la virtud una empresa.
No saben ni valoran lo grandes y ricos que son, se conforman con el mero hecho de tenerlo, más no de aprovecharlo, claro, su herencia es eso,
Ser conformistas, más no progresistas e idealistas, pobres mediocres.


La Mente Y La Lectura


"Leer es una gran manera de expandir nuestro horizonte de experiencias".

Así opina Raymond Mar, doctor en Psicología de la Universidad de York, en Canadá, que estudió el comportamiento del cerebro cuando una persona lee

Y es que leer la historia de un personaje en una novela es casi igual a vivirla, según estudios sobre la actividad cerebral.

Pero este es solo uno de los descubrimientos de los científicos sobre el enigmático funcionamiento del órgano más complejo del humano y su relación con la lectura

BBC Mundo entrevistó a tres investigadores que estudiaron qué pasa en nuestro cerebro cuando leemos.

Si hay algo que los científicos destacan desde un principio es la diferencia entre cerebro y mente.

"Con el fin de entender lo que hace el cerebro, tenemos que entender lo que hace la mente. No podemos hablar del cerebro por sí solo", señala Keith Oatley, profesor emérito de Psicología Cognitiva de la Universidad de Toronto, Canadá.

"No es el hecho de saber simplemente si un área particular del cerebro se activa cuando leemos, sino en conocer cómo funciona la mente en ese proceso", coincide Raymond Mar, doctor en psicología de la Universidad de York, también en Canadá.

Una de las primeras reacciones al leer es crear fotos en la mente.

"Hay evidencia de que cuando se lee, la mente crea o recuerda objetos que se asemejan a la descripción", afirmó Mar a BBC Mundo.

"Básicamente, si lees una rica descripción de una escena, podrás ver la activación cerebral en la corteza visual. Hay similitudes entre percibir y leer acerca de la percepción", añadió.

Oatley y Mar concluyeron que el cerebro, al parecer, no distingue claramente entre leer sobre la experiencia de un personaje de ficción y vivir esa actividad en la vida real.

"Aparentemente hay similitudes en la forma en que el cerebro reacciona a leer sobre algo y experimentarlo", explicó Mar.
Según el especialista, cuando una persona lee que un personaje ficticio está realizando determinada actividad, las áreas del cerebro que se activan son las mismas a las que esa persona utiliza para llevar a cabo esa acción.

"Como sabemos, cuando leemos una historia cuyo protagonista enfrenta una situación peligrosa o temerosa, nosotros sentimos miedo", ejemplificó Mar.
Y esto está claramente relacionado con la empatía, el sentimiento de identificación con algo o alguien.


"Se descubrió que hay áreas del cerebro que se pueden supervisar para saber si la gente es empática en la vida ordinaria, y esas regiones son las mismas que se activan cuando se está leyendo acerca de los personajes, porque el proceso psicológico es similar", advirtió Oatley a BBC Mundo.