Cada uno de nosotros, de alguna manera, aparte de nuestras creencias, de lo que sepamos o de lo que creamos saber, nos enfrentamos a una forma de lucha interna, de encuentro entre entidades antagónicas.
Por un lado nos
sentimos espirituales, nos parece que somos algo que está completamente fuera
de este mundo, como de visita, que solamente tendríamos que vivir para la
música, para la poesía… Hay en nosotros, sin embargo, una parte biológica,
animal, terrestre, que nos impulsa a vivir en el aquí, en el ahora, a saciar
nuestros apetitos de la manera más rápida posible, y a sentir una perpetua
angustia ante el panorama de una muerte más o menos cercana.
Es evidente que
esas tendencias dependen de la cultura, del estudio, de lo que hayamos meditado
sobre el tema, de que estemos más o menos liberados de antagonismos; pero por
lo general a todos nos afecta la presencia de la muerte en los seres queridos o
la posibilidad de la propia. Aunque en teoría hayamos superado ese temor a la
muerte, es obvio que este -lo que llaman algunos filósofos europeos el “estado
agónico perpetuo del hombre”- es propio del ser humano, pues aparentemente
ningún otro ser viviente tiene ese aspecto agónico en su psicología.
Los animales no
temen demasiado a la muerte e incluso, en apariencia y hasta donde se ha
llegado a estudiar, no registran su vejez; para ellos la vejez no es sinónimo
de caída hacia la muerte, la vida es siempre igual. Vamos a establecer unas
posiciones básicas, que a lo largo de todo su desarrollo ha sostenido la
Humanidad sobre estos aspectos de la vida y de la muerte.
La posición de la Reencarnación.
Todos los pueblos
antiguos, clásicos, y todas las religiones en sus orígenes sostuvieron la
teoría de la reencarnación. Incluso la religión cristiana hasta el siglo V
-durante el cual se produjeron cismas a causa de ello- aceptaba esta teoría.
Dentro de la religión hebrea ha habido siempre dos corrientes muy fuertes: una
interior, que desarrolla la Cábala y una exterior, completamente exotérica, que
llegaba hasta a negar la inmortalidad del alma de la mujer que no había tenido
un hijo varón. Esas corrientes se van a mezclar hasta que, pasado el siglo III,
se va a decretar, dentro del cristianismo oficial, la completa negación de la
existencia de la Reencarnación.
"Aquí yace un
libro viejo y gastado. Que promete volver en una edición renovada, corregida y
aumentada". -Emerson-
Pero todos los
pueblos antiguos, los sumerios, americanos, egipcios, hindúes, chinos o
japoneses creyeron en la reencarnación, con diversas variantes. Grandes
personalidades enseñaron directamente la Teoría de la Reencarnación: Pitágoras,
Platón, Aristóteles, Confucio, Lao Tsé, Buda y muchos otros. Y entre los
modernos encontramos a Nietzsche, Schopenhauer y otros filósofos que también
reafirmaron esta vieja teoría.
Es obvio que las
sociedades primitivas -o por los menos las que nosotros consideramos primitivas
o primeras-, creyeron en la Teoría de la Transmigración de las Almas, es decir,
que estas volvían a nacer. De ahí surgieron todas aquellas complejas teorías
que hoy, en Occidente, simplificamos un poco: entre los hindúes, la teoría del
Karma o de la acción y la reacción; la teoría del Dharma, ley que nos rige a
todos, y la teoría del Sadhana o camino que tendríamos que recorrer
inexorablemente. Para los antiguos, el ser humano era un ser inmortal, un dios
encarnado, emparentado de alguna manera con los dioses.
Os puedo dar
ejemplos simples al alcance de la mano, como las obras de Homero: “La Ilíada” y
“La Odisea”. En el combate básico, en el tema de la Guerra de Troya, de la toma
de la ciudad de Ilion, no solamente existe el combate humano, sino también de
los dioses mezclados con los seres humanos.
Recordemos que Julio César se decía
descendiente de Venus-Afrodita.
Ellos creían que,
de alguna manera, los dioses se ponían en contacto con los hombres
materializándose.
Es obvio que han existido seres extraordinarios que motivaron
un reverdecer de las viejas teorías sobre la reencarnación. En varios libros
sagrados, desde el “Bhagavad Gîtâ” hasta los libros antiguos de los griegos,
aparecen seres sometidos a pruebas para constatar si son la reencarnación de
otros antiguos…
Otra teoría podríamos llamarla “Teoría Religiosa”; digo
religiosa en cuanto a religión externa, exotérica, tal y como las encontramos
hoy nosotros en Occidente: la cristiana, la musulmana, la hebrea, etc.
Estas Religiones,
en la actualidad, niegan la reencarnación; afirman que el alma es inmortal y
nace con el cuerpo: una vez que deja el cuerpo, sigue y se proyecta hacia Dios
o se dirige al Paraíso de Adán, o al de las huríes que la esperan, o se
encamina a algún otro lugar, pero ha sido creada con el cuerpo. Afirman que
habría una creación infinita de almas y todas ellas, según algunas posturas, se
volverían a encontrar, incluso corpóreas, en el Juicio Final.
Y por último, la
postura muy en boga en los últimos cien años aproximadamente, es la
materialista, que tiene varias sub-versiones. No todos piensan exactamente
igual, pero más o menos coinciden en afirmar que si existe un alma -o si es que
hay algo a lo que podemos llamar alma- nacería con el cuerpo mismo. En verdad,
hay más gente que cree en la Reencarnación que gente que no cree en ella.
Lo
que pasa es que, con nuestro “chauvinismo”, los occidentales pensamos que los
"reencarnacioncistas" son muy pocos, pero la verdad es que son muchos
millones.
De una manera u
otra, toda esa gente trae a Occidente esta vieja, antiquísima y ancestral
teoría, y Occidente se va impregnando de ella, del "volvemos a
vivir".
Sin embargo, en Occidente, ya desde el siglo XIX, aparecen varios
movimientos y sociedades que tratan el tema de la reencarnación. Si uno ve que
todas las cosas son cíclicas, que después del día viene la noche; que la
Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno se suceden, puede llegar a la
conclusión filosófica de que la vida también es de naturaleza cíclica, que
después de la vida viene la muerte, y después de esta, nuevamente la vida, y
así infinidad de veces.
Esto, que para mí
es una realidad, para otra persona es pura subjetividad. Así, lo que es una
realidad para el religioso, para el que no participa de su religión, de su fe,
es una subjetividad. Y es imposible tratar de transformar una cosa en otra.
Fuente: Extraído de la conferencia
“La Vida después de
la Muerte”, por Delia Steinberg Guzmán.
KHALIL GIBRAN "Vine a decir una palabra y la he
de decir ahora. Y si la muerte se opone, será pronunciada por el Mañana, porque
el Mañana nunca deja un secreto en el libro de la Eternidad. Vine a vivir en la
gloria del Amor y a la luz de la Belleza, reflejos de Dios. Aquí estoy, vivo, y
no he de ser destronado del dominio de la vida, porque a través de mi palabra
viviente viviré en la muerte..."
CREDO. León Felipe "Aquí estoy... en este
mundo todavía... Viejo y cansado, esperando a que me llamen... Muchas veces he
querido escaparme por la puerta maldita y condenada, y siempre un ángel
invisible me ha tocado en el hombro y me ha dicho severo: 'No, no es la hora
todavía... hay que esperar...' Y aquí estoy esperando... Con el mismo traje
viejo de ayer, haciendo recuentos y memoria, haciendo examen de conciencia, escudriñando
agudamente mi vida...
¡Qué desastre!...
¡Ni un talento!... Todo lo perdí. Sólo mis ojos saben aún llorar.
Esto es lo
que me queda... Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: Otra vez lo
haré mejor, Señor, Porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer? ¿No es cierto
que de alguna manera volvamos a nacer? Creo que Dios nos da siempre otra vida,
otras vidas nuevas, otros cuerpos con otras herramientas, con otros
instrumentos... Otras cajas sonoras donde el alma inmortal y viajera se mueva
mejor para ir corrigiendo lentamente, muy lentamente, a través de los siglos,
nuestros viejos pecados, nuestros tercos pecados... Para ir eliminando poco a
poco el veneno original de nuestra sangre que viene de muy lejos.
Corre el
tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo. Sin embargo pasan los siglos y
el alma está, en otro sitio... ¡Pero está! Creo que tenemos muchas vidas..."
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