Uno de los atributos de los grandes pensadores y filósofos
que lograron describir la realidad conforme ella es, fue la toma de conciencia
(que es el darse cuenta) de la realidad interna y externa. Y lo contrario, la
incapacidad de darse cuenta (de dictadores, dogmáticos, intelectualoides, etc.)
provocó que se viviera dentro la irrealidad y por esto la humanidad estuvo
sumida en la oscuridad de la ignorancia.
Hoy en día la necesidad de tomar conciencia de la
realidad y tener un sentido crítico de ella se hace imprescindible, puesto que,
a cada día que pasa, la desinformación emerge como un fantasma que va devorando
las mentes de muchos hombres y mujeres que viven todavía dentro de la
irrealidad. Y si viven en la irrealidad serán más susceptibles de ser
engañados.
La toma de conciencia no es una capacidad que se
adquiere desde el nacimiento, sino que es una habilidad que se va desarrollando
en la medida que se interactúa en los ámbitos interno y externo.
En un primer momento, esta toma de conciencia conduce
al sujeto a tener un sentido común depurado, o sea, un buen “olfato”. La
persona con sentido común desarrollado, podrá darse cuenta de la realidad
externa con una mayor facilidad. En la vida cotidiana emergen individuos con
una alta capacidad de sentido común quienes interpretan la realidad de forma
rápida y reaccionan ante ella con los comportamientos adecuados a la situación.
En un segundo instante, la toma de conciencia conlleva
elementos afectivo-mentales, donde a partir de una vivencia o vivencias, el
individuo se da cuenta de su realidad interna o de la realidad externa. En la
medida que el individuo a traviesa por el camino de la vida, el proceso
experiencial le permite darse cuenta de lo que sucede en el entorno (intra o
extra ambiental).
En un tercer momento, la toma de conciencia involucra
elementos intuitivos, tomando la intuición, desde la fenomenología, como la
capacidad de captar la realidad tal cual ella es.
El individuo a partir de un
proceso de crecimiento personal y espiritual tiene la habilidad de darse cuenta
de lo que realmente sucede en su entorno. Sin embargo, en la sociedad
abigarrada en la cual vivimos, no todos tienen la capacidad de darse cuenta de
la realidad y viven inmersos en la irrealidad, y refuerzan este hecho como parte
de su vida y creen que los otros deben estar también inmersos en esa ficción.
Entonces, en este contexto, si no hay toma de conciencia, la transformación de
la sociedad es más difícil.
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