viernes, 20 de julio de 2018

Pensamiento Profundo


“Hoy en día imperan las relaciones con desconocidos a los que se les llama “amigos” y se establecen vínculos que difícilmente tendrán tensión o dificultades, por ello del mismo modo que inician se diluyen y desaparecen; son por sí mismos superficiales e irreales e incluso, ponen en riesgo la esencia y el sentido real de la comunicación que humaniza y engrandece la facultad superior del hombre”

Desarrollar la capacidad para obtener una respuesta común y universal sobre los problemas globales del mundo, pero que al mismo tiempo resulte atinente a los contextos regionales y responda a las necesidades sociales, económicas, políticas y culturales, es uno de los desafíos de la educación que se promueve mediante la profundidad de pensamiento e imaginación, para ello es importante comprender que la globalización en aras de extender el conocimiento y desarrollar vínculos simétricos de vinculación, ha privilegiado la inmediatez y superficialidad del conocimiento sobre el sentido minucioso y laborioso de su construcción, lo que ha mermado y en algunos casos aniquilado, la capacidad de pensar con seriedad y sentido crítico.

La proximidad y transferencia con los medios, dispositivos o vehículos de comunicación ha generado una cultura de la impronta que privilegia usar, compartir o comentar temas, ideas o conceptos desde la primera impresión que éstos generan o tomando como verdad todo cuanto se exhibe y publica; de ahí el éxito del fenómeno mediático que distrae, permea y viraliza pero que no siempre se sostiene en información confiable y válida.

Es innegable el riesgo por el que atraviesa el proceso de toma de decisiones, cada vez se es menos consciente de la manera en que se atiende y entiende lo que (nos) ocurre, se ha debilitado u omitido el basamento racional y sensitivo que permite asumir la responsabilidad de aquello que se dice o hace e incluso de la manera en que se generan las relaciones con los otros y con uno mismo.

Las relaciones han dejado de ser (inter)personales y físicas, se han visto desplazadas por “relaciones” digitales que conectan a un individuo con otro, el cual está detrás de un dispositivo supliendo a un yo real o auténtico en lo que dice y comparte, incluso en la manera en que reacciona a aquello que comparte ya que sus interacciones se encuentran tamizadas por el uso de estos dispositivos digitales.

Hoy en día imperan las relaciones con desconocidos a los que se les llama “amigos” y se establecen vínculos que difícilmente tendrán tensión o dificultades, por ello del mismo modo que inician se diluyen y desaparecen; son por sí mismos superficiales e irreales e incluso, ponen en riesgo la esencia y el sentido real de la comunicación que humaniza y engrandece la facultad superior del hombre.

Se han desarrollado sociedades superficiales abanderadas por un relativismo moral que impulsa el consumismo y el hedonismo. Se privilegia el tener sobre el ser retrasando y/o anulando el desarrollo del pensamiento crítico y moral, lo que genera una visión distorsionada de la realidad. Entonces se privilegia la percepción individual sobre la objetividad o la contundencia de los hechos, de este modo aquello que se necesita o desea puede resultar peligrosamente frívola y vana.


El país, y el mundo en su generalidad, están alejados del pensamiento analítico y profundo que entrama el discernimiento y la capacidad para identificar y asumir las consecuencias de los actos; cada vez resulta más difícil respetar al otro, privilegiar su bien ser y su bienestar; por ello resulta imperante integrar un ecosistema de interacciones sanas y equilibradas que promueva el desarrollo balanceado, armónico y justo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario