Nuestros actos, conductas y comportamientos tienen sus
consecuencias en la rueda de la vida. Tanto los momentos buenos
como los momentos malos que experimentamos son importantes, son lecciones de
vida que nos van a instar a madurar, a crecer y a ser mejores personas. Claro
está, siempre que sepamos sacarle el partido debido.
La frase “cada uno tiene lo que se merece” la podemos entender en
base a ésas consecuencias que tienen nuestros actos. Podemos
creer en ésta frase conocida y popular cuando lo merecido es positivo. Pero la
pregunta surge cuando lo que “merecemos” y lo que nos da la vida son
circunstancias adversas, que conllevan sufrimiento, cambios, y desgracias.
“La vida tiene momentos buenos y malos. De los buenos se
disfruta y de los malos se aprende”
-Anónimo-
Entonces, en base a lo anterior, ¿todo lo que nos ocurre
obedece a consecuencias de nuestros actos? Me atrevo a decir que “cada uno
tiene lo que necesita”. En ocasiones, necesitamos ver directamente la consecuencia de un
acto “malintencionado”. Y en muchas otras ocasiones, lo que nos
ocurre, tiene un motivo de aprendizaje, “necesitamos aprender”.
Esa puede ser la explicación de tantas cosas que nos ocurren
en la vida, que no relacionaremos con un comportamiento previo “insano,
incorrecto, inadecuado o malintencionado”, pero que nos originan reacciones que
nos impulsan a decir “¿por qué me merezco yo esto, es que he hecho algo malo”?
Por lo tanto, “Cada uno tiene lo que necesita para aprender”.
Un ejemplo de esto puede ser cuando nos encontramos en una
relación de pareja tóxica. Las personas de nuestro alrededor nos dicen que
nuestra pareja no nos conviene, que nos está haciendo daño, pero nosotros no
nos damos cuenta. Creemos que nuestras discusiones son naturales y que lo que
la otra persona nos dice, perdona cualquier acto que se queda solo de puertas
para adentro.
Sin embargo, un día descubrimos que nos ha sido infiel y
todo nuestro mundo se derrumba. No hemos hecho nada malo, pero hemos necesitado
de esta prueba para poner fin a una relación que no nos estaba beneficiando.
Por lo tanto, en vez de una desgracia puede considerarse una oportunidad para
abrir los ojos, tomar una decisión y una nueva dirección.
Así funcionan las
lecciones de vida.
“Nada malo se va de nuestra vida hasta que no nos
enseña lo que necesitamos aprender”
-Anónimo-
Todo ello, adaptado a nuestro momento vital, siempre con el
objetivo, de encontrar el sentido de nuestra vida, la armonía en
nuestra forma de vivir, la salud, el bienestar, el equilibrio emocional y la
felicidad. La
vida no es nuestra enemiga, siempre es nuestra amiga. Aunque
las lecciones que nos ofrece para aprender siempre tengan una parte muy amarga.
“La vida no tiene sentido, se lo das tú, con lo que
hagas, con lo que te apasiones, con tus ilusiones. Tú construyes el universo a
tu medida”
-Walter Riso-
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