Admiro a la gente que es dueña de sí misma y que hace gala
de su carácter.
Alguien así sabe sobrellevar tanto sus fracasos como sus
éxitos, sus debilidades y fortalezas y, por supuesto, tiene claro cuáles son
sus capacidades y también sus limitaciones. Mejor dicho: tiene el control de su
vida y sabe darle la debida dirección.
Todos deberíamos ser así.
Sin embargo, algunos todavía vivimos con el ‘piloto
automático’ encendido y, por ende, vamos a la deriva sin saber en dónde
aterrizar. No tenemos ni idea de cómo tomar el volante, y como no sabemos
dirigirlo dejamos que otros sean quienes nos conduzcan.
No debemos perder el control de nuestros actos. Esto no
implica llevar una vida aburrida. ¡Todo lo contrario! Es tener una mente
abierta, estar dispuesto a asumir retos, realizar los cambios que sean
necesarios y emprender los caminos que nos corresponda atravesar.
Menciono este tema porque a nuestro corazón le hacen falta
nuevos estímulos para sentirse realmente satisfecho. Esa es la razón del por
qué tantas inquietudes y arrebatos de insatisfacción que asaltan a nuestra
cotidianidad.
¡Echémosle cabeza y pensemos qué anhelamos ser!
Quisiera que tomáramos el tiempo que sea necesario para
analizar las emociones que nos embargan y descubrir qué es lo que realmente
necesitamos para sentirnos a gusto con lo que somos o con lo que nos rodea.
Mientras más fuerte sea nuestra voluntad, más unificadas y
dirigidas serán las emociones y los pensamientos de nuestra vida interior y
viceversa.
¿Cómo lograr esto?
Para que la voluntad se desarrolle y mantenga su papel
apropiado como directora de nuestra personalidad, debemos actuar vigorosamente
tanto en la vida interior de los pensamientos, emociones y decisiones, como en
la vida exterior.
La función de la voluntad es deliberar, decidir y actuar.
Cuando fallamos en llevar a cabo estas tres funciones durante algún tiempo,
nuestra voluntad se debilita y se paraliza.
No tomar decisiones o no actuar es destructivo para la ‘salud
de la personalidad’ y es un arma letal para nuestros proyectos.
También es importante cristalizar nuestras ideas. Si hemos
estudiado con cuidado todas las alternativas es importante no demorar, de
manera indefinida, los pasos que debemos dar.
Pese a los obstáculos que se nos presenten, la voluntad
siempre triunfa sobre las circunstancias externas.
Las cosas del amor, los asuntos laborales, la vida en
familia, los problemas que nos agobian o nuestras relaciones con quienes nos
rodean no se deben dejar al vaivén de las apetencias y las motivaciones del
momento.
¡Es indispensable tomar el timón de nuestra vida!
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