Los orígenes del estudio de la imaginación datan desde las reflexiones
filosóficas. No obstante, su posicionamiento como materia de estudio científico,
alejado de especulaciones metafísicas,
se da con el nacimiento de la psicología experimental, pese a esto, se conserva como un componente psíquico
lejos de ser descifrado.
Es solo hasta finales del siglo XX y
principios del presente siglo que la imaginación se toma como desafío para la
investigación psicológica y neurocientíficas, y
los métodos conjuntos de neuroimagen y conductuales permiten vislumbrar
hipótesis de cómo el cerebro imagina.
Los psicólogos han estudiado la imaginación, no sólo en su
forma de creatividad y expresión artística, sino
también en su forma mundana de la imaginación de todos los días y han propuesto
que está basada en los mismos procesos cognitivos que el pensamiento racional.
Existe la imaginación reproductiva y la imaginación
creativa. La reproductiva es cuando recreamos imágenes de hechos pasados y que
están en nuestra memoria.
Y la imaginación creativa es cuando de motu propio
creamos imágenes por nosotros mismos. Esta imaginación puede ser positiva o
negativa. Es positiva cuando imaginamos la solución algún problema y entramos
en un estado emocional positivo. La negativa es cuando nos representamos cosas
en nuestra mente de problemas sin solución entrando en estado de impotencia.
A este tipo de imaginación creativa también se le suele
denominar visualización creativa.
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