Muchas de estas preocupaciones acompañan al mundo actual de
modo más general, se habla de crisis de identidad, de fe y de epistemología. De
identidad por la ausencia de un sentido claro de pertenencia y por la carencia
de proyectos comunes unificadores; de fe, por la incapacidad de creer en algo,
por la imposibilidad de cambio y la falta de confianza en el futuro y; epistemológica,
por la supremacía del conocimiento y la razón, que se expresa en una
racionalidad instrumental-administrativa-gerencial, capaz de aplastar lo
afectivo y sentimental.
Algunos afirman que vivimos en una sociedad sin valores;
otros que han aparecido nuevos valores asociados al nuevo paradigma
socioeconómico y cultural; también hay quien dice que el problema está en la
existencia de multivariedad de valores, lo que produce confusión y
desorientación en la actuación y valoración de los seres humanos.
Quizás esté
ocurriendo todo ello, valdría la pena abordar el asunto teniendo en cuenta que
en todas las sociedades y en las diferentes épocas el hombre como guía ha
tenido que enfrentar sus propios retos de desarrollo, ¿por qué no podría
hacerse ante el acelerado desarrollo científico-tecnológico y la globalización
del mundo actual?
No obstante a esta realidad, no es ajeno el hecho de que
existen cuestiones no resueltas en la comunicación y en la vida de los hombres,
en su educación, en su calidad de existencia, que impiden el desarrollo de una
personalidad integral y adecuada a la sociedad en que ésta se despliega.
El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es
interés de diferentes ciencias: la filosofía, la psicología, la sociología y la
pedagogía, las que desde sus diferentes objetos de estudios enfocan su campo de
acción.
Así los debates pueden ser desde los distintos puntos de vista. No
obstante, el objetivo común está en la comprensión e interpretación de los
porqué de las actuaciones de los seres humanos, para lograr orientar el
comportamiento humano hacia las tendencias más progresistas y desenajenantes de
la humanidad, su crecimiento espiritual y material, todo ello dentro de los
requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de su análisis
se hallen los conflictos entre el ser y el deber ser, y derivado de ello entre
el hacer y el saber hacer.
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