La pirámide de la radicalización es un modelo teórico que
nos ayuda a interpretar y comprender por qué las personas se radicalizan. Según
esta teoría, la radicalización es el resultado de la extremización de
creencias, sentimientos y comportamientos en apoyo de un conflicto intergrupal
y de la violencia.
Y es que la radicalización puede ocurrir desde diferentes ideologías, desde
creencias religiosas hasta políticas.
Según la pirámide de la radicalización, existen dos formas
de radicalización. Una sería la radicalización de la narrativa o de la
ideología y, la otra, la radicalización de la acción. Además, los procesos
de radicalización podrían darse a tres niveles diferentes. Esto es, a nivel
individual, cuando se radicaliza una persona por su cuenta; a nivel grupal,
cuando se radicaliza un conjunto de personas, un grupo; y a nivel de masa,
cuando es un conjunto más grande de personas el que se radicaliza.
Mientras que la radicalización de las acciones
es un fenómeno individual o de grupos pequeños, la radicalización de la
narrativa es un fenómeno de masas.
Un país entero puede
llegar a radicalizar su narrativa y pensar que están en guerra y tienen que
derrotar a un enemigo, mientras que aquellos que van a luchar será solo una
pequeña parte de esta población
.
Las pirámides que usan como metáfora para explicar la
radicalización son como las pirámides demográficas, donde la mayoría de la gente se encuentra en la base de
la pirámide. Por contra, en la cúspide solo habría unas pocas
personas en comparación con el total de la población. A su vez, las pirámides
cuentan con cuatro niveles.
En el caso de la pirámide del artículo, el primer nivel está
constituido por los neutrales. En este grupo entrarían las personas que no
siguen una ideología radical y constituirían la base de la pirámide. Si subimos
un nivel, nos encontramos con los simpatizantes, los cuales aceptan algunas
ideas radicales, como que existe un conflicto del cual son las víctimas.
A continuación estarían los justificadores, los que creen
que las acciones de los radicales están justificadas moralmente y por su ideología.
Finalmente, en la cúspide de la pirámide, se sitúan quienes creen que es
un deber individual apoyar y participar en las acciones radicales, aquellos que
tienen una obligación moral personal. Estos últimos piensan que la amenaza bajo
la que viven justifica una obligación individual de actuar.
Sin embargo, lo general es que la escalada en las dos
pirámides se dé a la vez. Que lo que alguien piensa vaya acode con lo que
haga. Además, el participar en un grupo radical hace que se aprenda la
narrativa e ideología radical, aunque esta no sea necesaria para iniciar una
acción radical.
El escalar en una pirámide no implica que se escale en la
otra. Una persona puede justificar un conflicto sin llegar a actuar.
Encontramos muchos ejemplos en instituciones que promueven ideas radicales,
pero que no llevan a cabo acciones. El polo opuesto, el de personas que se
convierten en terroristas sin tener una ideología radical es más complicado,
pero no imposible. Realizar acciones radicales y llegar a convertirse en
terroristas requiere de una justificación que evite la disonancia
cognitiva.
Por último, nos encontramos con otra peculiaridad y es
que para escalar en la pirámide se pueden saltar escalones. Es posible que
alguien inerte, que no realiza ningún tipo de acción en defensa de su grupo,
pase a realizar acciones radicales. Por ello hay que tener en cuenta los
peligros que una radicalización tan rápida puede presentar.
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