Uno de los pilares más importantes para construir día a día
la felicidad es encontrar nuestra vocación y dedicarnos con amor a lo que
hacemos. No sólo porque nos llena de satisfacción, sino porque también nos
permite transmitir esa pasión a quienes se relacionan directamente con nosotros
en nuestra actividad cotidiana.
En su poema “Soy un maestro”, John Schlatter dice: “Soy el
más afortunado de todos los que trabajan. La sensación de felicidad y alegría
que siento cuando colaboro para que mis alumnos puedan usar sus talentos y
desarrollarlos es única…”. Lo mismo sentimos todos cuando podemos colaborar con
un colega, un alumno, un amigo, sus familiares y con toda la comunidad a la que
servimos.
Creo que es importante reflexionar sobre la forma en
que nos dedicamos a nuestra tarea, sin importar cuál sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario