Respecto de la
mayoría de las decisiones o elecciones que hacemos en la vida pasa parecido,
escogemos de una manera intuitiva manejando cantidad de parámetros invisibles,
o actuamos al azar, eso también puede ser, y a renglón seguido, de manera
inconsciente —consciente para algunos: los manipuladores, los mentirosos, los
políticos…— nuestra mente procede a inventar la motivación
racional más variopinta en función de nuestro interlocutor, las circunstancias,
nuestra creatividad, la urgencia y la gravedad del momento, etc…
No es algo que se
viva en dos pasos, es inmediato, simultáneo incluso. Nosotros creemos, llegaremos
a estar convencidos de que ese es el mejor par y lo defenderemos ante quien sea, que si lo
hacemos bien nadie nos sacará de nuestro equivoco. Cuanta mayor
facilidad tengas para inventar más cerca estarás de engañarte a ti mismo.
¿No les parece
tremendo, que uno pueda convencerse y convencer a los demás de cualquier cosa? Déjenme
poner ejemplos más cercanos:
—“¿Qué te parece
tal cosa menganito?, y menganito no lo sabe pero improvisa una
opinión o dos”
—“¿Cómo te sientes
zutanito?, y zutanito no se encuentra bien del todo, no distingue bien que es
por cansancio, y aprovecha para alegar un motivo cualquiera de los que le pasen
por la cabeza… que a él le parecerán perfectamente legítimos”
Atención entonces.
Si me he explicado bien esta reflexión resultará un excelente punto de partida
para empezar a revisar muchas de nuestras afirmaciones: “¿piensas realmente
así, estas convencido de que eso que afirmas es cierto o es un invento
ultracreativo de tu mente forzado por las circunstancias?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario