Luego de
compenetrarte un poco con tu propio yo y los valores que albergas, quiero que
hagas un alto en la lectura, te pares al frente de un espejo y te respondas a
ti mismo lo que ves en él.
La mayoría de las
personas observan lo que físicamente les agrada de sí mismas, así como lo que
no les agrada. Superficialmente, cada quien trata de corregir u ocultar los
defectos físicos que considera tener, buscando escapar de una realidad que no
le satisface, y otras veces se gustan a sí mismo en demasía.
Ante esta frágil
situación se van descuidando los valores más significativos del ser humano y se
entra en un estado de vanidad o inconformismo que bloquea la mente y no deja
que pensemos con claridad, haciéndonos susceptibles de caer en la negación de
nosotros mismos o, en el caso contrario, en la egolatría.
Ahora dime: ¿Qué
ves tú en el espejo? Probablemente el espejo te muestre una réplica de tu yo
externo; más si miras a tus ojos y te concentras en la profundidad de éstos,
podrás sumergirte en tu interior y descubrir el genio que duerme dentro de ti.
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