martes, 20 de agosto de 2019

Hacernos Cargo


“Por lo tanto, una persona responsable es aquella que desarrolla una acción en forma consciente y que puede ser imputada por las derivaciones que dicho comportamiento posea. De este modo, la responsabilidad es una virtud presente en todo hombre que goce de su libertad.”

La definición de esta locución es encargarse de algo.

“Es en este sentido que se utiliza para referirse a alguna tarea o acción que hay que realizar. 

De este modo se puede considerar que una persona se hace cargo de un empleo específico, de una tarea que le han pedido, de un puesto en el que se desempeña. Pero en esta acepción no solamente se tiene en cuenta la ejecución, sino la manera en que se realiza. Ya que cuando se dice que alguien se hace cargo de su trabajo, por ejemplo, es que lo realiza con responsabilidad, dedicación y a conciencia.

También significa ser consciente de alguna cosa o comprenderla y considerar sus circunstancias y de este modo asumir la responsabilidad al respecto.”

“Tienes tanto derecho a molestarte por algo que haya ocurrido como cualquier otra persona, no pasa nada. Pero si te haces cargo de ello, todo será más satisfactorio, porque te encontrarás en un proceso de descubrimiento y crecimiento personal, en el que cada malestar originado ya sea en relación con los demás o con el contexto, será una oportunidad para seguir conociéndote.

De lo contrario, siempre estaremos a expensas de los demás y de las circunstancias, de todo, menos de nosotros mismos.

Y esto, también sucede cuando hablamos de los que están a nuestro alrededor. Te invito a que cuando estés opinando o criticando a alguien, intentes ser un poquito más consciente sobre lo que estás diciendo, la mayoría de las veces, eso que estás diciendo tú también lo contienes, lo has contenido o te has sentido identificado.”

“Yo me hago responsable de cómo me siento”
¿Y qué hacer ante todo esto?
“Primero, aceptar que existe la posibilidad de proyectarnos en el otro. Que no es tarea fácil, si tenemos en cuenta que si lo hacemos, es porque de momento no somos capaces de asumirlo y lo trasladamos fuera. Por ello, tendemos a resistirnos a asumir la responsabilidad de nuestras reacciones. Y segundo, darse cuenta.
“Tú no me enfadas, me enfado yo ante lo que has hecho o ha sucedido”, 

“Yo soy quien, siente ira, tristeza o rabia, ante las distintas circunstancias que se presentan en la vida y no las rechazo o las evito, sino que voy a quedarme en ellas, aceptándolas para después ver qué puedo hacer con ellas. Pero ante todo, yo soy responsable de mí mismo”


Nuestro Valor


Cuando nos referimos a tener autoestima no queremos decir que uno padece de algún “síndrome de exceso de narcicismo” que lo haga amarse por encima de cualquier autocrítica, nos estamos enfocando en aquellas personas que han alcanzado ciertos niveles de aceptación que les permite sentirse cómodos y estimulados por su propia forma de comportarse ante sí mismo y para con las demás personas con las cuales se relaciona.  

“La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen, es la percepción evaluativa de nosotros mismos.

La importancia de la autoestima estriba en que concierne a nuestro ser, a nuestra manera de ser y al sentido de nuestra valía personal. Por lo tanto, puede afectar a nuestra manera de estar, de actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás. Nada en nuestra manera de pensar, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.

Abraham Maslow, en su jerarquía de las necesidades humanas, describe la necesidad de aprecio, que se divide en dos aspectos, el aprecio que se tiene uno mismo (amor propio, confianza, pericia, suficiencia, etc.), y el respeto y estimación que se recibe de otras personas (reconocimiento, aceptación, etc.). 

La expresión de aprecio más sana según Maslow es la que se manifiesta «en el respeto que le merecemos a otros, más que el renombre, la celebridad y la adulación».

Carl Rogers, máximo exponente de la psicología humanista, expuso que la raíz de los problemas de muchas personas es que se desprecian y se consideran seres sin valor e indignos de ser amados; de ahí la importancia que le concedía a la aceptación incondicional del cliente. En efecto, el concepto de autoestima se aborda desde entonces en la escuela humanista como un derecho inalienable de toda persona, sintetizado en el siguiente «axioma»: Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno del respeto incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse a sí mismo y que se le estime.

Todos tenemos una imagen mental de quiénes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos esa imagen a lo largo del tiempo, empezando en nuestra infancia. 

El término autoimagen se utiliza para referirse a la imagen mental que una persona tiene de sí misma. Gran parte de nuestra autoimagen se basa en nuestras interacciones con otras personas y nuestras experiencias vitales. 

Esta imagen mental (nuestra autoimagen) contribuye a nuestra autoestima.

En virtud de este razonamiento, incluso los seres humanos más viles merecen un trato humano y considerado. Esta actitud, no obstante, no busca entrar en conflicto con los mecanismos que la sociedad tenga a su disposición para evitar que unos individuos causen daño a otros (sea del tipo que sea)”

Los Amigos



 “La amistad es una relación afectiva que se puede establecer entre dos o más individuos, a la cual están asociados valores como la lealtad, la solidaridad, la incondicionalidad, el amor, la sinceridad, el compromiso, entre otros, y que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo Proviene del latín amicĭtasamicitātis, que se deriva de amicitĭa, que significa ‘amistad’. Esta, a su vez, viene de amīcus, que traduce ‘amigo’, mientras que este último procede de amāre, que significa ‘amar’.

La amistad puede surgir entre hombres y mujeres, novios, esposos, familiares con cualquier clase de vínculo, personas de distintas edades, religiones, ideologías, culturas, extracción social, etc. Incluso, una amistad se puede establecer entre un ser humano y un animal; no por nada el perro es el mejor amigo del hombre.

Relaciones de amistad pueden nacer en los más diversos contextos y situaciones: el lugar donde vivimos, el sitio donde trabajamos, la escuela, la universidad, fiestas, reuniones, el café que frecuentamos, a través de otros amigos, redes sociales, etc.

Las amistades, no obstante, tienen diferentes grados de compenetración. Desde los amigos con quienes sentimos relaciones más lejanas, hasta aquellos con quienes el trato es tan estrecho que los consideramos “mejores amigos”, otorgándole a la amistad un grado de superioridad sobre las otras.

La amistad no solamente surge con quienes tenemos más afinidades en cuanto a gustos e intereses, o con quienes tenemos más parecido, sino que puede aparecer entre personas muy dispares. De hecho, a veces ese es un factor que fortalece la amistad, pues una buena amistad complementa y enriquece a la persona, no solo en el intercambio de ideas, información y sentimientos, sino también en el hecho de compartir los buenos y malos momentos de la vida.”


lunes, 19 de agosto de 2019

Generosidad


Quien se siente agradecido por todas las oportunidades que la vida le brinda, o simplemente agradece por el hecho de estar vivo, encuentra que este agradecimiento que manifiesta le resulta absolutamente insuficiente, que debe hacer mucho más, es por esta causa que toma sobre sí la responsabilidad de practicar la generosidad en el servicio específico de procurar extender su solidaridad a todo aquel necesitado que necesite ayuda.

Filantropía significa humanitarismo o altruismo, es un sentimiento (empatía) que hace que los individuos ayuden a otras personas de forma desinteresada, es amor incondicional, es decir, sin intereses, sin fines de lucro y sin requerir nada a cambio, hacia el ser humano.

Es un término de origen griego, proviene de dos vocablos, φίλος (philos o filos), que significa amor, amante de, amigo de, y άνθρωπος (anthropos), que significa hombre, por tanto, filantropía significa amor a la humanidad o al género humano.

La filantropía es la actitud de ayudar al prójimo, a los otros, el voluntariado o la acción social, dar caridad, ya sea a través de donaciones o donativos, como ropa, comida, dinero, etc. para solucionar los problemas de las personas. El concepto contrario a la filantropía es la misantropía (antipatía).

 El término filantropía fue creado por un emperador del imperio romano (Flavio Claudio Juliano) en el año 363, porque pensaba que la filantropía era una característica de una de sus actividades, como sinónimo de la caridad cristiana, con el objetivo de ayudar a la gente, aunque no era cristiano. La filantropía sucede de varias maneras, a través de las donaciones a las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales), a comunidades, a personas, o simplemente el hecho de trabajar para ayudar a otros, directa o indirectamente.

El concepto de la filantropía está muy extendido hoy en día, y por error está asociado a las acciones de responsabilidad social de las empresas (filantropía empresarial). La filantropía está mucho más relacionada con el Tercer Sector, donde se hace algo por la gente donde el gobierno no consigue llegar, más que a las empresas que hacen acciones para contribuir a una sociedad mejor, más equitativa y justa, porque también se puede interpretar solamente como un medio para hacer marketing.

La filantropía está más relacionada con ser capaz de dar algo, incluso sólo tiempo y atención, a otras personas o para causas importantes, proyectos solidarios, solamente con el objetivo de sentirse bien, y puede ser practicada en las iglesias, hospitales, escuelas, etc. Por supuesto, es importante que la persona que va a ayudar tenga las herramientas necesarias para ayudar positivamente a la otra persona, no basta sólo con buenas intenciones, hace falta una buena preparación y a veces un buen equipo de personas especialistas para conseguir ayudar a otros.”

Interesarse


Cuando mostramos nuestro interés estamos demostrando cuánto nos interesan las personas con las cuales nos relacionamos en el día a día, una personalísima forma de decirles cuán importantes nos resultan y , sobre todo, que estamos atentos y dispuestos para hacer todo aquello se requiera de nuestra parte.

“La palabra interesante es un término que empleamos regularmente para expresar aquello que interesa, es decir, que por determinada causa, razón, despierta interés en un individuo o en varios. 

El interés implica la puesta total de la atención a favor de algo o de alguien, o la inclinación del ánimo hacia una cosa o individuo. La propuesta educativa de la institución que visité hoy me pareció muy interesante.

Y la otra referencia que presenta la palabra que nos ocupa nos permite la expresión de aquello o aquel que resulta ser importante, encantador, seductor; en el caso de los individuos esa atracción normalmente está dada por las cualidades físicas o espirituales que presenta el individuo, que lo convierten en un personaje sumamente fascinante.

En tanto, cuando una situación, acontecimiento, despiertan un destacado interés y tienen una notable repercusión en un grupo social o en la comunidad en pleno, se suele hablar en términos de evento interesante, de tema interesante, entre otras alternativas.

Cabe destacar, que lo que en definitivas cuentas termina por determinar lo interesante o no que puede resultar alguna cuestión es la comparación con otras cuestiones con las que lo interesante comparte similitudes.

También merece mencionarse que aquello que interesa está en estrecha vinculación con la subjetividad, porque por ejemplo puede suceder que lo que para alguien resulta ser interesante para otro pueda no serlo para nada.

Así, para quien aprecia la música clásica, recibir una invitación para asistir a una función de gala de una reconocida ópera termina siendo un programa súper interesante, en cambio, para quien no gusta para nada de la música clásica, tal programa no implicará una propuesta interesante.”
Así las cosas, interesante ¿no?

Recogimiento Y Expresión



 Estamos en la tarea, muy grata tarea, de oprimir las notas de mi notebook, buscando primero las letras, luego las palabras que irán conformando las frases que le darán forma y sentido a los dictados del intelecto en un intento de encontrar las expresiones adecuadas a los sentimientos que brotando del corazón iluminan la mente la cual despliega ante mí su escenario pleno de vivencias y emociones.

Así es como empieza, cual si fuese un ritual donde el recogimiento en uno mismo va desgranando, uno a uno, todos los sentires que tal como si estuviésemos ante un imaginario telar, se van entramando las reflexiones que brotan espontáneas como si surgiesen de un inagotable manantial.

Siento que esta es la forma, posiblemente la única y maravillosa forma, por la cual surge el sentido de la comunicación, la expresión escrita, la voluntad de establecer un medio que contenga la vitalidad, propia de la vida misma, la que superando todas las hipotéticas limitaciones de tiempo y de distancia nos ubica unos a otros en la dimensión de todo lo que trasciende con la única finalidad de que nos sintamos unidos y comprendidos, cada uno en su esfera, como las naves que circundan el vastísimo escenario de la inmensidad.


domingo, 18 de agosto de 2019

Nuestros Dones


Todos hemos oído hablar de lo que comúnmente se denomina “don de gente” lo que equivale a referirnos a una persona dotada de una singular personalidad con la que todos quisiéramos compartir de su tiempo y de esa tan particular forma de enfrentar todas las circunstancias de su diario vivir.

Ahora bien, todos sabemos, o mejor dicho, deberíamos saber, de que cada persona es un individuo único e irrepetible, la realidad nos demuestra que no existen dos personas esencialmente iguales, por muy parecidas que puedan parecernos, esto que mencionamos equivale a decir, aunque quizás sin utilizar las mismas palabras, que cada criatura humana viene a este mundo provista de un “don” algo que le es único y que además, sólo le pertenece “por derecho natural e inalienable” y que esa pertenencia le es exclusiva como una parte integral de su personalidad.

Siendo tal como lo mencionamos nos cuesta entender de que pueda existir alguien que desconozca ese atributo que le es propio e intransferible y que llegue a pensar de que esa posibilidad “de poseer un don” sea algo que sólo es admisible en personas que vienen a este mundo dotadas de tan singulares condiciones.

A muchos de nosotros nos cuesta enterarnos de cuál es nuestro don, esa actividad que nos hace olvidarnos del tiempo y muchos nos dejamos llevar por lo que los demás creen que es bueno para nosotros, porque quizás a ellos les ha funcionado.

Pero no caemos en cuenta que cada uno de nosotros es único y que venimos al mundo con el “chip” ya instalado solo que debemos aprender a activarlo, y esa es la parte más difícil para muchos, porque desde pequeños se nos empieza a decir que es lo que debemos hacer y lo que no, lo que es bueno y lo que no, aunque no es malo recibir algo de orientación, muchos nos desconectamos por completo de lo que es nuestra esencia y se nos hace muy difícil y en muchos casos hasta imposible recuperar nuestro propio camino.

En todo este proceso dejamos de oír a nuestro ser interior, esa vocecita que nos dice lo que nos conviene y lo que no, lo que muchos llamamos intuición o sexto sentido, pues esta sensación que a veces tenemos, por ejemplo: cuando conocemos a una persona interesante que nos atrae, sentimos mariposas en el estómago, esa es nuestra voz interior que nos dice: aprovecha esta persona te conviene. O puede también avisarnos de peligros.

Cuando dejamos de oírla ella también deja de hablarnos, entonces es como si perdiéramos el timón de nuestro barco y no sabemos a donde debemos ir, quedamos a la deriva y no sabemos qué hacer.”

Es hora de comenzar a reconocernos a nosotros mismos, dejar los temores de lado y observarnos en la perspectiva correcta aquella que nos muestra tal cual somos y adoptemos un comportamiento acorde con la dignidad que es propia a todos los de nuestra especie.


Lo Que Miramos

“¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...


¿Tus padres?... ¿Tu pareja?... ¿Tus hermanos?... ¿Un antiguo amor?... ¿Tu suegra?... ¿Tu jefe?...

Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.

Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad, a menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.

Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.

Cada día estoy más convencido de que las personas sufren no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.”   mundodefotografias.blogspot.com

De la misma manera de que no hay dos personas iguales - sin duda algunos dirán que menos mal- todo parece indicar que tampoco “vemos lo mismo” esto se evidencia al comparar nuestras reacciones ante situaciones que suelen presentarse bastante a menudo en la complejidad de nuestra cada vez más intempestiva convivencia.


Mecanismos De Defensa

En la teoría psicoanalítica freudiana, los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas  inconscientes puestas en juego por diversas entidades para hacer frente a la realidad y mantener la autoimagen. Las personas sanas normalmente utilizan diferentes defensas a lo largo de la vida.”


En ese intercambio en los que compartimos a menudo es muy probable en que digamos  algo “que se nos escape”  algo “que no quisimos o no debimos decir” situación por la cual recibamos como respuesta “un retruque” algo fuerte u ofensivo que por su agresividad nos pueda “golpear en un punto muy sensible” con la contundencia de “un directo a la mandíbula o a la boca de nuestro estómago” en otras palabras, alguien con la habilidad como para causar un daño que haga “tambalear” nuestra autoestima.

Es en casos como los descritos en que suelen aflorar tal como si fuesen “anticuerpos”  los mencionados “mecanismos de defensa”

“Los mecanismos de defensa son aquellos mecanismos, principalmente inconscientes, que los individuos emplean para defenderse de emociones o pensamientos que producirían ansiedad, sentimientos depresivos o una herida en la auto-estima si llegasen a la consciencia.”

Ahora bien, como decimos una cosa también deberemos considerar que estos mecanismos de defensa los cuales acuden como anticuerpos con la intención de proteger nuestra autoestima no deben confundirse como si tales mecanismos pudiesen sustituir  a nuestra facultad de utilizar los valores propios de toda criatura humana que se precie, me refiero a la autocrítica y al pedido de excusas cuando lo que hacemos, aunque, repito, no haya sido nuestra intención de causar un agravio u ofensa, nos indiquen cual es la forma correcta de proceder.



Nosotros


"La criatura humana se muestra triste e insegura al perder la dirección de sí misma...se siente extraviada, buscando su libertad y realización en la dirección equivocada... sin un ideal propio y genuino y sin voluntad de soltar la dependencia adquirida de ser guiado por unos y por otros...una acción imprescindible para poder reencontrarse con esos valores y potenciales internos que dan sentido a la existencia física.
Las propuestas constantes que emanan a su alrededor le deslumbran, le mantiene en un encantamiento anestesiante, que anula el libre albedrío y la autenticidad del Ser...interfiriendo y desviando la atención del camino hacia su propio reencuentro... 
La criatura Humana camina desalentada y sin rumbo, hacia ningún lugar, solitaria o en grupos con expresiones faciales que traducen las batallas internas que son trabadas en los paisajes del miedo, la incomprensión y la desesperanza. 
Algún día la criatura Humana, será consciente de que por mucho tiempo "ella misma ha sido su mayor enemigo", al haber consentido y seguir consintiendo poner en manos de otros su salud, vida y destino....solo entonces vislumbrará con claridad el camino hacia su libertad, siendo su íntima Sabiduría,.... su gran Guía...” Publicado por Montserrat V.Etiquetas: Crisol-life, Humano, La Criatura Humana, Serena Tu Mente
Se han formulado y seguramente continuaremos intentando formular inúmeras conjeturas en la búsqueda de nuestra razón de ser, en lo que aparentemente todos nos hemos puesto de acuerdo en que somos seres humanos, únicos e irrepetibles, ésta razón de ser, la consciencia de nuestra transcendencia nos ubica en la genética propia de los dioses, nada es igual, ni siquiera comparable, esta singular situación nos hace partícipes de la gloria y de la angustia de no contar con todas las respuestas que avalen nuestro origen.


Cuerpo Y Espíritu


Para entender lo que es espíritu debemos superar la comprensión clásica y la moderna y valorizar la contemporánea. La clásica dice: el espíritu es un principio sustancial, al lado de otro principio material, el cuerpo. Espíritu sería la parte inmortal, inteligente, con capacidad de trascendencia. 

Convive un determinado tiempo con la otra parte, mortal, opaca y pesada. La muerte separa una parte de la otra, con destinos diferentes: el espíritu para el más allá, la eternidad, y el cuerpo para el más acá, el polvo cósmico. 

Esta visión es dualista y no explica la experiencia de unidad que vivimos. Somos un todo complejo y no la suma de partes.

La concepción moderna dice: el espíritu no es una sustancia, sino el modo de ser propio del ser humano, cuya esencia es la libertad. Seguramente somos seres de libertad porque plasmamos la vida y el mundo, pero el espíritu no es exclusivo del ser humano ni puede ser desconectado del proceso evolutivo. Pertenece al cuadro cosmológico. Es la expresión más alta de la vida, sustentada a su vez por el resto del universo.

La concepción contemporánea, fruto de la nueva cosmología, dice: el espíritu posee la misma antigüedad que el universo. Antes de estar en nosotros está en el cosmos. Espíritu es la capacidad de inter-relación que todas las cosas guardan entre sí. Forma urdimbres relacionales cada vez más complejas, generando unidades siempre más altas. Cuando los dos primeros top quarks comenzaron a relacionarse y a formar un campo relacional, allí estaba naciendo el espíritu. 

El universo está lleno de espíritu porque es reactivo, panrelacional y auto-organizativo. En cierto grado, todos los seres participan del espíritu. La diferencia entre el espíritu de la montaña y el del ser humano no es de principio sino de grado. El principio funciona en ambos, pero de forma diferente.

La singularidad del espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el espíritu nos sentimos insertados en el Todo a partir de una parte que es el cuerpo animado y, por eso, portador de la mente. En el nivel reflejo, espíritu significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se autotrasciende, gestando una comunión abierta, hasta con la suprema Alteridad. Definiendo: vida consciente, abierta al Todo, libre, creativa, marcada por la amorosidad y el cuidado, eso es concretamente el espíritu humano.

Si espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo, sino muerte y ausencia de relación. Pertenece también al espíritu el deseo de encapsularse y rechazar la comunicación con el otro. Pero nunca lo consigue totalmente porque vivir es forzosamente con-vivir. Aun negándose, no puede dejar de estar conectado y de conectarse.

Esta comprensión nos hace conscientes del vínculo que liga y religa todas las cosas. Todo está envuelto en el inmenso proceso complejísimo de la evolución, atravesado en todas las etapas por el espíritu que emerge, cada vez, bajo formas diferentes, inconsciente en unas y consciente en otras.

En esta acepción, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la relación, la vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia rumbo a horizontes cada vez más abiertos.

Al final, espiritualidad no es pensar en Dios sino sentir a Dios como el Vínculo que pasa a través de todos los seres, interconectándolos y constituyéndonos, a nosotros y al cosmos.”

¿Qué es el espíritu? 


Generar Confianza

Así como nosotros esperamos ser comprendidos y aceptados en cada una de nuestras expresiones es comprensible que lo mismo suceda con quienes reciban nuestras posturas,     de este intercambio de opiniones es que se estrechan los vínculos de un preacuerdo que seguramente culminará con en una toma de decisiones que tendrá como consecuencia previsible un marcado avance en nuestras conquistas sociales.


“Creer que algo es de tal manera o que alguien se comportará de tal o cual modo.- La confianza es una cualidad de los seres vivos que supone creer y tener seguridad de que una situación es de determinada manera, o que una persona actuará de determinada forma. La confianza supone seguridad en uno mismo como en otros ya que implica la creencia de que ciertos resultados o consecuencias serán alcanzados en determinadas situaciones. La confianza se relaciona entonces con un sentimiento que pone sus miras en una acción futura que todavía no ha sucedido y sobre la cual no se tiene una certeza empírica.

 Generalmente, tendemos a confiar en aquello o aquellos que nos demuestran bondad, aptitudes y lealtad y por ende no confiaremos para nada en algo o alguien que no se muestren de esta manera y aún más nos generen dudas por considerarlos engañosos o tramposos en algún sentido.

Mientras tanto, esta creencia que desarrollamos se encuentra basada normalmente en presunciones que generan acontecimientos previos, es decir, en hechos que sucedieron previamente y en los cuales esa persona por ejemplo tuvo un desempeño correcto y positivo y entonces se supone que lo seguirá siendo en el futuro.”

Así es como se afianzan las relaciones humanas, las que se construyen teniendo como base fundamental la sinceridad, honestidad y confianza en el proceder de todos y cada uno.


Impronta


Heredamos en nuestra conciencia colectiva una serie de maquinaciones tendientes a someter nuestras probables reacciones primarias que nuestra condición de “criaturas humanas” provistas de raciocinio, libertad de elección y expresión, propias de nuestra herencia “pre natal” o mejor dicho, nuestra herencia “pre terrenal”.

Recordemos que “venimos al mundo terrestre” sin saber cómo y que nos encontramos  en un medio totalmente ajeno a nuestras expectativas que no corresponde con lo prescrito en nuestra herencia, no es lo mismo considerarse parte de “el reino de los cielos” que vivir en un mundo de humanos cuyas normas nos restringen con brutal rigidez toda aspiración a lograr una convivencia plena en libertad de conciencia y de elección.

Nuestra impronta se resiste contra todo intento de sometimiento, viniere de donde viniere, evidentemente el recurso de “tratar de imponer lo divino” por medios diabólicos y terrenales nunca han cuajado con nuestro “libre albedrío” por mayores que fuesen los “inevitables castigos “la obediencia y el sacrificio exigido no condicen con nuestra impronta de percibir una humanidad más acorde con los valores que han motivado nuestra divina creación.  

“Como dijo Einstein: "No podemos resolver un problema con la misma mentalidad con la que lo hemos creado”.

Actualmente hay 250 guerras ocurriendo alrededor del planeta; estamos produciendo niveles de contaminación medioambiental que ponen en peligro nuestra vida; nos rigen sistemas políticos que no funcionan; mantenemos economías que no nos pueden sostener; potenciamos estrategias sociales que no nos tienen en cuenta.

Ésta muy claro que es hora de cambiar. Si realmente llegamos a entender cómo hemos creado este desastre, tenemos una oportunidad de remediarlo.

Las revoluciones sociales y las acciones políticas no funcionan porque están diseñadas por personas influidas por su trauma natal y guiadas para cubrir nuestro dolor inconsciente colectivo y nuestro miedo a vivir (sólo es necesario pensar en las acciones de nuestros gobiernos...).

Es imposible obtener un profundo sentido de bienestar si se carece de un punto de referencia al respecto. Es fundamental, como primer paso, crear un punto de referencia dentro de nosotros mismos, para después buscar soluciones a nuestros dilemas, basándonos de este modo en cimientos sólidos en lugar de en reacciones desesperadas.

No podemos tener éxito como especie hasta que hayamos creado una nueva generación que no haya sido dañada en el útero por el alto nivel de hormonas de estrés en la sangre de la madre. 

Algo que digo a menudo: "Es más fácil crear nuevas personas buenas que arreglar a las viejas".

sábado, 17 de agosto de 2019

Los Miedos

.“Convivimos con miedos no siempre explícitos, algunos bien singulares y exclusivos, lo que, por un lado, paraliza pero, por otro, activa la toma de distancia o la puesta en entredicho de las buenas razones.

Conocerlos o no, conduce a situaciones de dominio, de manipulación de los temores, al amparo de lo que suponen o significan.
Realmente, en cada rincón diario habitan posibilidades inquietantes, asuntos que podrían derivar en una dirección desconcertante o indeseable.

Nos aguardan en incidentes, en casualidades, en desenlaces, con capacidad de torcer la ilusión o el sentido de nuestras tareas. Entregarse a ellos es hacerlos crecer.

Sin embargo, anticipar o prevenir no implica falta de audacia o de riesgo, aunque en definitiva no pocas veces el miedo se constituye en la gran razón, incluso en la única.

El porvenir es incierto y la vida también, pero la gestión del miedo conlleva no claudicar ante su influencia y su poder. El poder del miedo ha de ser desafiado con contundencia.

En general, ni todo está claro, ni es fácil sustraerse al hecho de que algo nos acecha, nos inquieta, nos espera y que, de una u otra manera, podría incidir en nuestra vida, complicándola, empeorándola.
Pero asimismo puede llegar a incomodar lo que precisamos o deseamos que ocurra.

No disminuyen los espacios de incertidumbre y no siempre se atisba un horizonte despejado. En tales circunstancias, y ante la constatación de lo que nos apremia, a veces con urgencia y con necesidad, es sensato temer.

Sin duda, algunos temores podrían explicarse. Pero no por eso serían precisamente más llevaderos. De hacerlo, quizá resultarían menores, tal vez distintos, pero en muchas ocasiones para confirmarse como efectivos temores. Cada quien tiene los suyos, aunque compartamos algunos. Cada día trae novedades al respecto, pero no parecen disminuir. Hasta tal punto que, salvo importantes y decisivas excepciones, más vale tratar de congraciarse con ellos y aprender a convivir conjuntamente. Esa es otra forma de valor.

El valor no consiste en no sentir esos temores, sino en no concederles el máximo protagonismo en la decisión, en lograr que no lo invadan todo.

Cualquier acción comporta algún riesgo y cualquier  riesgo conlleva la posibilidad de un miedo de mayor o menor intensidad.

Es cuestión de que no ocupen nuestro espacio ni se apoderen, ni se apropien de nosotros mismos. Vivir es, en definitiva, habérselas con esos temores, compartir con ellos la jornada sin que se impongan, sin que dicten nuestras actuaciones, sin que reduzcan nuestros sueños, proyectos y ambiciones. Y esto distinguiría a quienes son capaces de sobreponerse a estas precauciones permanentes o, al menos, de caminar a su lado, de aquellos otros quienes, ante lo que tal vez podría avecinarse, no prefieren ni siquiera intentarlo.

Quizá llamarlos temores es ya identificarlos en exceso. Tal vez se trate simplemente de atisbos del miedo, y no necesariamente a algo o a alguien. No necesitan ser un miedo sin por qué, es suficiente que lo sean sin destinatario prefijado, sin un contenido definido. Pero no por eso dejan de alcanzarnos.”

Nuestros temores una vez en que son compartidos y evaluados no dejan de ser, no se esfuman en un mundo imaginario donde tienen cabida “aquello de mal de muchos” cuando los enfrentamos pierden su sobredimensión y son vistos como tal cual son, como integrantes de lo que podría estar por venir, lo que podría llegar a ser, pero en la medida en que demostremos que estamos dispuestos a enfrentar todo lo que pudiesen implicar, estos miedos tienden a disminuirse en la misma proporción en que crezca nuestra confianza.

Como Las Aves De Paso

Estos días pasados he estado compartiendo con familiares de amigos que he tenido en este tránsito por la vida, y que una vez cumplidas sus particulares  trayectorias, así como habían venido, siguieron su camino, ya lejos e inalcanzables para nuestros sueños de permanencia compartida en un derrotero conjunto, unidos en un principio tan incierto y fugaz  como lo ha sido este último vuelo por el cual han dejado de estar a nuestro lado.

Una honda y profunda reflexión nos ha sumido en un recuerdo imborrable donde percibimos ese sabor un tanto agridulce de tantas experiencias compartidas, en ese, mágico proceso, que sólo el deambular conjunto de nuestros aleteos, deslumbrados por el asombro de todo lo que a nuestro frente intuíamos que podríamos encontrar.

Nuestra mente nos ha traído un poema que quisimos compartir, una imagen de aves surcando raudas el horizonte, plenas de vida, en ese continuo aletear rumbo a la inmensidad.

El cielo está en calma, la tarde serena,
y el sol declinando;
y al valle tranquilo dirigen su vuelo
las aves de paso.
Se ignoran sus nombres, que vienen de lejos,
de climas extraños,
y todos las miran, mas nadie conoce
las aves de paso,
Las blancas palomas, que siempre tranquilas
el valle habitaron,
reciben alegres, con tiernos arrullos,
las aves de paso.
Que al fin ellas vienen de incógnitos valles
y es dulce su canto;
tal vez es por raras, que halagan, seducen,
las aves de paso.
Y aunque hay en el valle rendidos amantes
de cuello nevado,
prefieren las blancas palomas sencillas,
las aves de paso.
Mas ¡ay!, que saciadas al fin de caricias,
de nidos y granos,
de nuevo levantan su rápido vuelo
las aves de paso.
Y al verse burladas las pobres palomas,
exclaman cantando:
Malhaya la incauta que alberga en su nido
las aves de paso.
                                  José Gautier Benítez


Curiosidades

“Aunque los seres humanos son considerados particularmente muy curiosos, dicho comportamiento no se verifica con mayor frecuencia que en individuos de otras especies.

Lo que parece diferenciar la curiosidad humana de la de los animales es que aquella suele combinarse con la capacidad de pensamiento abstracto y, de ese modo, conducir a la mimesis, a la fantasía, a la imaginación y eventualmente a una manera especial del ser humano de pensar (razón humana), que es abstracta y consciente.”

En algunos casos, la curiosidad puede derivar en una conducta peligrosa o dañina.

Un hombre no puede violar la intimidad y la privacidad de otro sólo para satisfacer su curiosidad: esto quiere decir que no tiene derecho de abrir su correspondencia, espiar por la ventana o revolver su basura con el justificativo de querer saber más sobre él. 

Otro ejemplo de curiosidad insana es la persona que decide arrojarse desde treinta metros de altura porque quiere descubrir qué se siente.

Pero la curiosidad suele ser uno de los puntos de partida hacia el desarrollo personal, artístico y profesional.

Durante la infancia, antes de sumirnos a esa serie tan peligrosa de prohibiciones y reglas ideadas por gente a la que jamás conoceremos, lo normal es que no sepamos frenarnos ante el impulso de saber más, de aprender, de llegar hasta el fondo de cada misterio con el que nos tropezamos, o bien que no queramos hacerlo aunque nuestros mayores intenten disuadirnos.

Y es así, dejándonos llevar por nuestras ansias de descubrir lo aparentemente oculto y prohibido que muchas veces cultivamos vocaciones, o bien abrimos puertas que los demás seres humanos creían imposibles de abrir, o que ignoraban completamente.

En casos triviales la curiosidad se asocia a buscar el escondite de los regalos de Navidad, de leer una carta ajena o de espiar a otra persona por una mirilla; pero este impulso puede llevarnos a generar grandes avances.

Todos padecemos o hemos padecido, sobre todo cuando éramos muy jóvenes de esta especie de instinto que nos impulsaba (a muchos aún les impulsa) a intentar saber siempre “algo más” acerca de alguna cosa que nos “corroía” como si fuese un “salpullido”  y que por aquello que oíamos a nuestros mayores de “sarna con gusto no pica” nos metíamos a sabiendas y con una buena dosis de picardía “entre pecho y espalda” en algunos “berenjenales” muchos de los cuales aún (no obstante el tiempo transcurrido) guardamos “muy recatados” en nuestra memoria.