lunes, 9 de diciembre de 2019

Solos En La Muchedumbre


Si las personas dirigidas por los otros descubren qué cantidad de trabajo innecesario realizan, que sus propios pensamientos y sus propias vidas son tan interesantes como las del prójimo, y que, sin duda no mitigan la soledad en medio de una muchedumbre de iguales más de lo que pueden mitigar la sed bebiendo agua salada, entonces cabe esperar que se vuelvan más atentos a sus propios sentimientos y aspiraciones”
David Riesman
La muchedumbre solitaria

El otro que nos hace 
No nacemos hechos; vamos haciéndonos. Más preciso aún: los otros, que desde el comienzo vamos encontrando en el mundo, van haciéndonos. Nadie llega a la existencia diciendo "yo soy yo". Más bien se llegará a decir "yo" gracias a la intervención de los otros, que, con su presencia, 
su palabra, su deseo, sus leyes, sus hábitos, determinarán, en el proceso de una historia siempre personal, desplegada, claro está, en el contexto de una colectiva, la constitución de ese yo al que advenimos. 

Está de más decir que ese carácter desnaturalizado de lo humano hace girar el centro de gravedad de nuestro ser sobre el lenguaje, destinándonos, por tanto, a la incertidumbre de una historia que nada nos garantiza por principio y de la cual no podemos sustraer nuestra responsabilidad.

 Es la mirada del otro lo que nos constituye, lo que nos provee la forma como nos reconocemos y lo que, antes que nada, nos certifica: ¡eres! Así, pues, esa forma que nos viene de la mirada del otro recorta la imagen en que nos reconocemos, la misma que, sin embargo, nunca es completa y estará siempre inacabada, no pudiendo, por consiguiente, colmar jamás la cabalidad de nuestro ser.

 El otro, al reconocernos, nos depara cuatro confirmaciones: como existente, como ser, como singularidad y como valor. De aquí que permanentemente requiramos que este reconocimiento nos sea ratificado, lo que delata, por un lado, que estamos poseídos por una sed insaciable de ser reconocidos y, por otro, el lugar imprescindible que el otro tiene en nuestra vida, lugar que lo hace necesario siempre y algunas veces deseable. 

Pero no cualquiera nos gratifica en esa necesidad esencial y, por tanto, no todo desconocimiento nos aniquila. En consecuencia, necesitamos o deseamos el reconocimiento de alguien que es reconocido por nosotros como un ser significativo y valioso, con lo cual es claro que no podemos ser sin el otro.


Siempre Adelante


1. “Nunca te rindas tratando de hacer lo que realmente deseas hacer. Donde hay amor e inspiración, nada te puede salir mal”- Ella Fitzgerald

2. “En dos palabras puedo resumir cuanto he aprendido acerca de la vida:  Sigue adelante“- Robert Frost

3. “Yo creo bastante en la suerte. Y he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”- Thomas Jefferson

4. “Si te caes siete veces, levántate ocho“- Proverbio japonés

5. “La diferencia entre ganar y perder, frecuentemente, es no rendirse“- Walt Disney

6. “Nunca tires la toalla. Úsala para limpiarte la frente y sigue avanzando“- Desconocido
7. “Sigue tus sueños, trabaja duro, practica y persevera”- Sasha Cohen.

8. “Incluso la noche más oscura terminará con la salida del sol“- Victor Hugo

9. “Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída”– Confucio

10. “El único lugar en el cual ‘éxito’ viene antes de ‘trabajo’ es en el diccionario”–                       Vincent Lombardi

11. “El secreto de salir adelante es comenzar”-Mark Twain

12. “Es duro fracasar, pero es peor nunca haber intentado triunfar“- Theodore Roosevelt.

13. “Siempre parece imposible hasta que se hace”- Nelson Mandela.

14. “Es difícil superar a una persona que nunca se rinde”- Babe Ruth.

15. “Tus circunstancias pueden no ser de tu agrado, pero no han de seguir siendo las mismas si concibes un ideal y luchas por alcanzarlo”- James Allen

16. “No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos”- Orison Swett Marden

17. Iré a cualquier parte, siempre que sea hacia adelante”– Dr. Livingstone

18. “Escucha a tu voz interior y sigue adelante, aún cuando las personas te digan que no puedes hacerlo”- Mary Lou Cook

19. “No cuentes los días, haz que los días cuenten“- Muhammad Ali

20. “Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas”- Paulo Coelho



domingo, 8 de diciembre de 2019

Solidaridad



En general, cuando hablamos de solidaridad, surge la idea de ayuda económica: dar dinero a los necesitados. O cuando menos de ayuda material: dar comida, vestimentas, etc. Pero estas ideas, aunque sí forman parte de la solidaridad, no lo hacen de forma completa. Hay tantas formas de actuar solidariamente como problemas humanos existen, y en cada uno de esos problemas humanos nos podemos entregar para colaborar y tomar por propias las cargas del otro
.
Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material, sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene necesidades materiales. Y el ser humano tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas afectivas, espirituales, morales o sociales. Por lo tanto para estas necesidades, también puede y debe existir una actitud solidaria. Por ejemplo: es posible, si no podemos dar dinero para educación, que demos una parte de nuestro tiempo para educar a niños de escasos recursos; o que favorezca la integración social de una comunidad marginada.

Ser solidario es ser caritativo, y ser, al mismo tiempo, desinteresado.

El solo acto de dar, o ayudar, no es lo más difícil. La parte difícil comienza cuando se nos presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio; de ayudar aunque nadie se entere, ni aún la persona a la que ayudamos. Es difícil ser caritativos, solidarios, entregados, y ser, al mismo tiempo, totalmente desinteresados. Aquél que da una billete de cien pesos a un indigente, materialmente hace algo bueno: por ejemplo la persona necesitada podrá comer con el dinero; pero si este acto lo hace para que otras personas lo vean, para aparentar caridad, entonces ese acto, que es materialmente bueno y solidario, se convierte no sólo en un acto deplorable y egoísta, que lejos de engrandecer a la persona, la empobrece.

Ser solidario es una actitud y disposición  personal, constante y perpetua.
La solidaridad es activa, perseverante, constante y no debe ser confundida con un sentimiento de malestar ante la desgracia de los demás. Ni tampoco es una serie de actos aislados encaminados a ayudar al prójimo. Ser solidario debe convertirse en hábito, en virtud, y en una forma de vivir para cada ser humano.

Ser solidario implica poseer un adecuado nivel de autoestima.
Nadie puede amar a otro si no experimenta el amor a sí mismo, y nadie puede estimar a otro si no experimenta primero la necesaria dosis de autoestima; igual que nadie puede respetar la dignidad de los demás si no sabe defender la propia dignidad.



Siempre Se Puede



 lo largo de nuestra vida nos encontramos en situaciones o momentos que nos obligan a cuestionar el camino que seguimos. A veces solo nos queda una opción: volver a empezar.

Aunque cierres los ojos sentirás con el corazón. Recuerda que aunque no hay más ciego que el que no quiere ver, esto no implica que el dolor, la tristeza o la angustia desaparezcan por arte de magia, que sea suficiente con cerrar los ojos. No es cuestión de chasquear los dedos y que todo cambie.

Es empezar a aceptar que aquello que nos daña existe y aprender a enfrentarnos a ello.
Aunque esto te asuste, aunque pienses que sentirás el horror en tu vida, normalmente nada es tan malo como imaginamos que será. Uno de nuestros mayores monstruos es nuestro pensamiento catastrofista (ese que algunos alimentan porque así se supone que se protegen de las decepciones). Y contra nuestros mayores monstruos solo cabe la valentía de hacerles frente.

Pero, ¿cómo voy a enfrentarme a aquello que más temo? Paso a paso, siendo el primer paso admitir nuestra propia guerra interna, esa que niega todo lo que nos hace sufrir, esa que nos repite continuamente que no ocurre nada malo aunque estemos gritando por dentro. Entonces, una vez admitido el malestar, destaparemos a nuestros mayores miedos; desenmascarados estaremos en posición de elegir las mejores armas para enfrentarnos a ellos.

El mundo es un lugar hostil para todos, pero solo aquellos que lo afrontan sin miedo, viven plenamente su vida
.
Sentirás el peso del mundo
Al principio sentirás el peso del mundo sobre tu pecho o sentirás que todo se está apagando a tu alrededor, pero entenderás que solo hay que ponerle nombre al pánico o la depresión que anidan en tu interior. Una vez que tienen un nombre se alejan los temores, porque sabes qué ocurre y puedes pedir ayuda para hacer frente a aquello que consideras una amenaza.

Ponerle nombre a aquello que sentirás no implica reducir tu realidad a los pocos detalles que caben en una etiqueta. Tampoco será una excusa válida en la que escudarte cada vez que te equivoques ni una definición completa de ti mismo. Será una parte, una pequeña parte que te integra, pero no que te define, porque tú eres mucho más.

Poner un nombre no implica olvidar el contexto en el que surge el problema, los apoyos con los que cuentas o tus propios recursos ante ellos. Se trata de una manera de acotar de forma sencilla un cúmulo de emociones, pensamientos y conductas que de otra manera resultaría más complicado de entender.

Eso sí, simplificar tampoco implica que olvidemos que detrás de cada nombre, cada miedo, cada monstruo, hay una persona con sus propias singularidades. Una persona que sufre y que también es valiente, una persona que ante todo necesitará apoyo y comprensión.

“No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser”.

-Miguel de Cervantes-


Seamos Y Estemos


Cada vez estoy más convencido de que la vida es maravillosa. Y lo es, o se manifiesta así, a ratos; en unos momentos concretos, como al disfrutar de un amanecer o cuando conduces una mañana soleada de sábado por la avenida Marítima. Claro, que hay reveses y adversidades por el camino; ¿quién no los ha saboreado? Incluso, de cuando en cuando algún que otro palo que te destartala. Pero la vida sigue siendo maravillosa, apasionante y rica en vivencias. Merece ser vivida.

Es habitual que proliferen fórmulas sobre cómo alcanzar la felicidad. Como si fuera un estadio abstracto por atrapar en el que luego te quedas instalado por siempre. No, la felicidad no es eso. Es otra cosa. Solo podemos aspirar a la felicidad razonable. Y lo mejor de todo, es que solo depende de nosotros mismos. Nadie nos la da y nadie nos la quita. Y a medida que vas forjando tu personalidad, adquieres entereza y te adecuas a la madurez como soporte. El horizonte de la vida se abre del todo. Queda a tu disposición, para que bregues en ella
.
Todos conocemos testimonios valiosos, de una sola pieza que despiertan nuestra admiración. Por eso los referentes, especialmente en la adolescencia, son fundamentales; ya que sirven de lucero en unos años siempre delicados en los que te vas definiendo. Y, por desgracia, los referentes en la sociedad actual (los auténticos) no sobran; y se expande la banalidad, el reino del chisme o el superficial éxito (que no la brillantez) de los que hacen de su existencia un viraje constante y voluble en función del ego. De ese modo, no cunden proyectos de largo recorrido. 

En fin, en la voluntad tenaz y la inquietud personal reside gran parte de la mejora creciente en nuestras vidas. Un buen libro, una tarde de cine de provecho o una conversación placentera con alguien que realmente merezca la pena; son esos momentos en los que gozamos y hacemos de nuestra vida un sendero jalonado nutrido de convicciones y valores anclados en la seguridad de la existencia. Y entonces, el resto ya está hecho.


Describiendo


Es tremendamente difícil escribir cuando estas feliz, solamente sientes la necesidad de aspirar el aire y recuperar el aliento que faltó durante tanto tiempo sin apenas percibirlo.

Es complicado describirlo cuando se ha sentido por tan breves momentos en la vida, que en ocasiones, tan solo eran un suspiro. En cambio en  otras, se prolonga durante días, semanas, meses…
Poco se escribe sobre la sensación de felicidad, es tan rara… tan fugaz… Se relaciona con el éxito, el amor, la prosperidad… En cambio conocemos quien todo lo posee y no la alcanza, hay algo más, ¿cómo describir la felicidad?

¿Por dónde comienzas?, quizás por la ausencia del agotamiento, por no sentir que una parte de ti es física, el cuerpo dicen que flota, se evapora en sensaciones que solo te llevan a respirar profundamente, la mente parece vacía. 

Es tremendamente complicado describirlo. Es posible que tan solo la expresión de la mirada y la sonrisa dibujada permanentemente en el rostro sean capaces. La energía emana, rebosa, sobrepasa todas las expectativas, no se agota. La relajación llega a su punto máximo, el tiempo se detiene aunque pasen las horas como siempre pasaron.

Cómo explicar que este debería ser el estado natural. Hasta puedo deducir que ni los niños se sienten de ese modo. La serenidad invade todo tu ser, no se necesita nada más, se tiene todo, sobra casi todo, y puedes con todo.

No es la felicidad que depositas en un triunfo, ni en una persona determinada, ni en una meta alcanzada, es el conjunto de todo ello, que durante tanto tiempo creemos que estamos condenados a vivir fugazmente. Realmente pasamos la vida buscándola, probando formas de alcanzarla, guiados por patrones que vivimos y observamos desde que nacemos, imitando, copiando lo que creemos que puede llevarnos a ella
.
Sin embargo, es mucho más sencillo cuando nos observamos, nos amamos como somos y el respeto se interioriza, se vuelca en nosotros y en los demás. La patada al ego, a no llevar a cabo ninguna acción provocada por el reconocimiento, por la admiración o por el miedo, simplemente viviendo acorde a lo que somos, a lo que sentimos.

Aprender a ser un niño curioso que tiene todo por descubrir, a dejar pasar y olvidar. Aprender que el rencor y la rabia se vuelve contra nosotros y hay que eliminarlos. Aprender a disfrutar siendo responsables, a dormir cada noche con la misión cumplida.

Aprender a vivir con lo que necesitas. Valorar quien te rodea, y rodearte de quien te valora, compartir. Aprender a decir no, aprender a apreciar los segundos que la vida te regala, pensar en el hoy, en el ahora.
¿Te has sentido así alguna vez?


Enfrentar Lo Que Sea




Contra viento y marea desafiemos la sombra a la luz de una idea con el alma encendida hay que andar por la vida contra viento y marea. Y aunque el mar sea adverso y estemos inmersos en aguas muy feas continuemos el viaje que a nuestro coraje la fe lo acarrea. 

Contra viento y marea cada sol se repite, cada día alborea y florece a porfía un jardín de poesía contra viento y marea si llevamos ardientes la estrella en la frente igual que una tea entre un monte de pinos se abrirá algún camino contra viento y marea. Contra viento y marea la sonrisa de un niño es la gran panacea y una mano tendida la ternura crecida contra viento y marea. El amor tiene un duende que ríe, que enciende, que crea y recrea y aunque al diablo le pese retoña y florece y al mal lo voltea. 

Contra viento y marea hay montones de manos para hacer la tarea y esas pilas de ganas de llegar a mañana contra viento y marea lo que importa es la gente del sur y del norte de allí donde sea y ganar la partida porque triunfe la vida contra viento y marea. Contra viento y marea propongamos sin miedo una gran asamblea donde allí se proclame que la gente se ame contra viento y marea desterrar la codicia, tirar la injusticia desde una azotea y colgar un letrero que diga te quiero y todos lo vean contra viento y marea avancemos con todo sin mancharnos con brea si hace falta en la piedra plantaremos la hiedra contra viento y marea. 

Esta fue mi propuesta, tal vez lo que resta y todos desean es estar donde vibre la ansiedad de ser libres contra viento y marea. Quiera dios que así sea.... Contra viento y marea desafiemos la sombra a la luz de una idea con el alma encendida hay que andar por la vida contra viento y marea. Y aunque el mar sea adverso y estemos inmersos en aguas muy feas continuemos el viaje que a nuestro coraje la fe lo acarrea. 

Contra viento y marea cada sol se repite, cada día alborea y florece a porfía un jardín de poesía contra viento y marea si llevamos ardientes la estrella en la frente igual que una tea entre un monte de pinos se abrirá algún camino contra viento y marea. Contra viento y marea la sonrisa de un niño es la gran panacea y una mano tendida la ternura crecida contra viento y marea. El amor tiene un duende que ríe, que enciende, que crea y recrea y aunque al diablo le pese retoña y florece y al mal lo voltea. 

Contra viento y marea hay montones de manos para hacer la tarea y esas pilas de ganas de llegar a mañana contra viento y marea lo que importa es la gente del sur y del norte de allí donde sea y ganar la partida porque triunfe la vida contra viento y marea. Contra viento y marea propongamos sin miedo una gran asamblea donde allí se proclame que la gente se ame contra viento y marea desterrar la codicia, tirar la injusticia desde una azotea y colgar un letrero que diga te quiero y todos lo vean contra viento y marea avancemos con todo sin mancharnos con brea si hace falta en la piedra plantaremos la hiedra contra viento y marea. Esta fue mi propuesta, tal vez lo que resta y todos desean es estar donde vibre la ansiedad de ser libres contra viento y marea. 
Quiera dios que así sea....

Marilina Ross Letras


La Buena Idea


La buena idea es aquella que, cuando la escuchamos, lo primero que se nos viene a la mente es: “¿Cómo no se me había ocurrido antes?” Parece tan obvia, como si siempre hubiese estado ahí, a nuestro lado.

Y es que lo está: se encuentra “al lado”. Se trata del pensamiento lateral o divergente. Se le llama así porque diverge, es decir, se separa y ofrece soluciones más creativas a una situación que aquellas que normalmente se nos ocurrirían.

Cuando evaluamos un problema, se nos ocurre un patrón habitual para resolverlo de acuerdo con nuestras experiencias previas, lo cual limita las soluciones posibles. Por ejemplo: un tendedero de ropa es únicamente para colgar prendas de vestir a secar. Para eso sirve únicamente según nuestra experiencia. Sin embargo, también puede ser usado como decoración, para colgar fotografías dentro de la casa. ¿O qué tal colgarlas de una caña de pescar vieja? ¿O de las ramas de un árbol dibujado en la pared para aquellas familiares? El pensamiento divergente es aquel que rompe con ese esquema rígido y se va por caminos no tradicionales. A un problema (colgar las fotografías), se ofrecen más soluciones que un simple portarretratos, que es lo primero que se nos viene a la mente basados en nuestra experiencia y patrones aprendidos. Esta única solución automática vendría a ser más bien el pensamiento convergente, que suele buscar una sola respuesta a un problema y organiza toda la información para llegar a ella. Es el típico por el que se rige la educación tradicional, donde de todas las opciones posibles en una pregunta de examen sólo una es la correcta.

Algunas teorías pedagógicas indican que todos tenemos este tipo de pensamiento más desarrollado en la temprana infancia, cuando aún no hemos pasado por el sistema educativo y debemos descifrar el mundo por nosotros mismos, sin parámetros previos. Es por eso que el modo de ver la vida de los niños muchas veces nos sorprende. Dan definiciones y enfoques a temas de maneras que nunca se nos hubiesen ocurrido, pero que tienen una lógica contundente.

El psicólogo maltés Edward De Bono fue quien acuñó el término de pensamiento divergente, al afirmar que es una forma de organizar los procesos de pensamiento por medio de estrategias no tradicionales. Estas incluyen encontrar analogías, ignorar una característica del problema para poder analizarlo desde otros puntos de vista, o alejarse de estereotipos y considerar incluso las soluciones más absurdas, para ir ampliando la mente hacia otros horizontes.
No se debe confundir, sin embargo, el pensamiento divergente con el creativo. El divergente es más bien una característica de la creatividad, que está más involucrada con la imaginación que con el pensamiento lógico-racional.

La próxima vez que te enfrentes con un dilema, intenta poner en marcha tu pensamiento divergente. No importa qué tan absurdas puedan parecer las soluciones que se te ocurran, la idea es que experimentes nuevas formas de ver la vida y te entrenes cada día. 

Trata con lluvias de ideas, haz mapas mentales o ponle más atención a tus sueños apenas te despiertes en la mañana.

En fin: atrévete a pensar diferente.


sábado, 7 de diciembre de 2019

Querer Es Poder


Tantas veces, decimos (hasta nos planteamos) que estaría bien que, muchas cosas de este mundo fueran mejor.

Pero no siempre es fácil decidirnos, más cuando tanta gente (y los mass media al servicio de los poderes establecidos con sus muchos “intereses creados”) nos dicen, una y otra vez, que esto no tiene remedio… 
Tantas veces, decimos (hasta nos planteamos) que estaría bien que, muchas cosas de este mundo fueran mejor. 
Pero no siempre es fácil decidirnos, más cuando tanta gente (y los mass media al servicio de los poderes establecidos con sus muchos “intereses creados”) nos dicen, una y otra vez, que esto no tiene remedio… 
Claro que, si de verdad lo deseamos, si la causa nos motiva de verdad, algo que sí podremos hacer. Aunque sea desde nuestra casa, tal vez desde una pequeña ONG o una asociación; en cualquier lugar de este planeta que llamamos Tierra pero que también es Casa de la Familia Humana. 
Trabajar por UN MUNDO MEJOR abarca tres aspectos:

1. Querer UN MUNDO MEJOR significa soñar y también comprometernos con nuestro planeta Tierra. Que lo necesita. Esta búsqueda, estos compromisos han  de estar apoyados en los cuatro grandes pilares de la PAZ, de la JUSTICIA, de la LIBERTAD y de la SOLIDARIDAD.  El Mundo es obra de Dios, pero también es obra del hombre, de los humanos. Y esa tarea está aún sin terminar. Es nuestra responsabilidad, nuestro compromiso, nuestro gran reto: vivir POR UN MUNDO MEJOR.

2.   Pero la mejoría de la realidad que nos rodea comienza siempre por ARMONÍA PERSONAL: si cada ser humano mejora, mejora su entorno, mejora todo... La tarea, pues, comienza por buscar el bienestar en nuestro cuerpo, por cuidar nuestra salud (física e intelectual). 
Y, para ello: saber quiénes somos, qué buscamos o queremos, cuáles son nuestros valores; qué ideales nos mueven a vivir con gozo nuestros días. Optar por hacer un Mundo Mejor es empezar a ser individualmente mejores.

3.  Y, paralelamente, hemos de cuidar, no podemos olvidar la ARMONÍA CON EL ENTORNO: nuestro entorno, que son los demás (la familia y las amistades) y también el medio ambiente (una naturaleza a la que también le debemos respeto), es el eslabón que nos une a lo Universal. 
De toda esa realidad que nos rodea, nosotros formamos parte: Nosotros somos “plural” y lo somos con quienes hacemos la vida, con quienes nos realizamos como personas.

 Y porque queremos, porque tenemos la intención de hacer realidad ese sueño de que el Mundo mejore..., necesitamos mejorar nuestra convivencia: todos los  problemas de convivencia, de entendimiento, de comprensión... que impiden que seamos más personas, más auténticos, más felices... es bueno que los analicemos y hagamos por mejorarlos.  


Así, verdadera, cabalmente, podremos decir que estamos interesadas e interesados por esa muy digna causa: AVANZAR EN EL LOGRO DE UN MUNDO MEJOR.  


Cultivar La Mente

Se suele hablar poco de inteligencia cultural y mucho de la inteligencia emocional. Esta se considera una habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. A partir de esta información interpretamos el mundo que nos rodea, lo que determina nuestra forma de pensar y de comportarnos.


Se le suele dar una gran importancia cuando se habla de relaciones entre personas, pero cuando las relaciones se establecen con personas de diferentes culturas es necesario tener en cuenta otra inteligencia, la inteligencia cultural.

La inteligencia cultural

Pero, ¿qué es la inteligencia cultural? No es más que la capacidad para adaptarse cuando se interacciona con personas de diferente cultura. Por ejemplo, cuando viajamos a países con diferentes idiomas pretendemos que ellos adapten su habla para que nos sea comprensible. ¿Hacemos nosotros lo mismo?

Componentes de la inteligencia cultural
La inteligencia cultural consta de cuatro componentes. Un componente motivacional, un componente cognitivo, otro metacognitivo y, por último, un componente conductual o comportamental.

El componente motivacional enfatiza el interés intrínseco en experimentar otras culturas e interactuar con personas diferentes. Ese deseo de conocer y entender cosas diferentes.

Por su parte, el componente cognitivo comprende el conocimiento de las normas de otras culturas. ¿Conocemos el sistema económico y jurídico de otras culturas? ¿Sabemos como comportarnos con personas de otras culturas según sus normas sociales?

El componente metacognitivo que se refiere a la conciencia transcultural. Comprender los aspectos culturales cuando las personas hacen juicios sobre sus pensamientos y los de los demás. 

En fin, comprender las ideas de los demás desde su propia cultura.

Por último, el componente comportamental se refiere a la capacidad de hablar y gesticular correctamente según las normas de otras culturas. ¿Quién no ha tenido problemas al pedir dos cervezas en Inglaterra? Es necesario que nos preguntemos cuánto conocemos de otras culturas, ¿conoces otros idiomas?, ¿sabes que rituales practican otras religiones?, ¿qué gesto usan para decir “ok”?. Por otro lado, ¿somos capaces de adaptar nuestro lenguaje cuando hablamos con alguien de otra cultura?, ¿respetamos sus actos?, ¿somos capaces de encontrar similitudes con nuestra cultura?

“Cuando dejo de ser lo que soy, me convierto en lo que podría ser”
-Lao-Tsé


Diálogo Intimo


Cuando somos pequeños, acostumbramos a pensar en voz alta, o expresar oralmente cada uno de nuestros pensamientos. Esto se conoce como “habla privada” y constituye una práctica esencial para nuestro desarrollo temprano. Conforme vamos creciendo y madurando, el proceso del pensamiento se despega del habla y se va internalizando.

¿Por qué hablamos solos siendo adultos?

Según la reconocida profesora e investigadora en el campo del desarrollo infantil, Laura E. Berk, la necesidad de hablar en voz alta consigo mismo no desaparece nunca. De hecho, el habla privada puede resurgir en aquellos momentos de la vida en que nos toca lidiar con actividades que son muy demandantes o poco familiares. A nivel psíquico, esto representa un recurso muy útil para adquirir habilidades nuevas y superar desafíos.

¿Hablarse a uno mismo en voz alta? ¿Acaso eso no significa que te está faltando un tornillo? ¿Qué te estás volviendo loco? No, en absoluto. Esta práctica incluso puede resultar beneficiosa si sabes cómo realizarla.

Hablar con uno mismo en voz alta no solo alivia la sensación de soledad, sino que también te vuelve más listo.

¿Más listo? ¿Cómo? Muy simple: te ayuda a aclarar tus pensamientos, a tomar decisiones o a reafirmar las que ya has tomado. Pero ten en cuenta solo un detalle: hablarte a ti mismo solo te favorecerá si te hablas con respeto.

Lamentablemente, hay personas que se reprochan cosas y se tratan mal a sí mismas. Se dicen cosas tales como: “Debiste haberte dado cuenta antes de eso”, “Qué imbécil has sido” o “Deberías haber hecho tal o cual cosa”. Hablarte de esta manera es peor que el silencio total. De modo que si este es tu estilo, haz el esfuerzo para dejar de hablarte así inmediatamente. Debes hablarte como si fueras tu mejor amigo, pues lo eres.

Estas son cuatro modalidades para hablarte a ti mismo que te ayudarán a sentirte mucho mejor:

1. Pensar Sobre tus Opciones en Voz Alta
Esto es útil, especialmente si te está costando tomar alguna decisión, cuando te encuentras en una encrucijada y te resulta difícil el proceso de elección. Si puedes escuchar lo que piensas, pondrás tus ideas en orden fácilmente, podrás ver con más claridad las alternativas posibles y podrás tomar la decisión que te haga sentir mejor.

2. Motivarte
Es una buena manera para alentarte a hacer cosas que tal vez no tienes muchas ganas de hacer, pero que son necesarias. Puedes decirte, por ejemplo, “Buenos días querida, ¿qué tal si hoy aprovechamos el día para ordenar la casa?”, u “Hola grandulón, hoy sin falta tienes que llamar al contador y ponerte al día con el papeleo, antes de que multen”.

3. Felicitarte
¿Por qué esperar cumplidos de los demás? Si te los mereces, siempre puedes brindarte los cumplidos tu mismo. Además, la mayoría de las personas no tiene idea sobre tus pequeños logros, como cuando pasaste enfrente de la panadería sin comprar nada, porque has decidido bajar de peso, o cuando finalmente lograste terminar esa tarea que hace tanto tiempo querías finalizar. ¿Acaso eso no se merece un “¡Buen Trabajo!”? Claro que sí, los niños escuchan este tipo de cosas todo el tiempo, y los adultos casi nunca. ¡Corrijamos eso ahora!

4. Establecer Objetivos
Supongamos que estás tratando de planificar tus vacaciones. Establecer un objetivo y hacer un plan (dónde ir, cuándo ir, etc.) puede ser de gran ayuda. Claro que simplemente podrías hacer una lista con esas cosas, pero decirlo en voz alta puede ayudarte a concentrar tu atención, a reforzar el mensaje, a controlar tus emociones y a eliminar las distracciones. Los atletas profesionales lo hacen todo el tiempo, se dicen cosas como “mantén tu cabeza abajo, mira fijamente la pelota, respira profundamente”. 

Si funciona para ellos, ¿por qué no habría de funcionar también para ti?


Escenarios

s

Nos hemos preguntado alguna vez, ¿Cuántos escenarios recorremos en un día? ¿Qué personas nos acompañan? A diario interactuamos con nuestros seres queridos, algunas personas que conocemos de toda una vida, amigos, compañeros de trabajo, personas que no hemos visto nunca y que no volveremos a ver más.

Compartimos en casa, salimos a tomar el bus o conducir, transportándonos para realizar nuestras actividades diarias.  Interactuamos en el trabajo, jefe, compañeros de trabajo, salimos, compramos productos, servicios, caminamos por la calle, compartimos diferentes necesidades y momentos de recreación con otros.

¿Podrías ser un testigo por un instante de ti mismo? Y ubicarte como tu propio observador un día de tu vida. ¿Qué es lo que ves? ¿En qué escenario te sientes más cómodo? ¿Cuándo fluyes más, y en que otros pierdes el control? ¿Qué es importante para ti, y qué es irrelevante?
¿Cuándo se bloquea tu energía positiva? ¿Dónde? ¿Con quiénes? ¿Cómo? ¿Cuál es tu papel en ese escenario? ¿Te puedes dar cuenta de algo ahora?

¿Qué podríamos hacer para tener mayores estados de “fluidez”(equilibrio y sintonía con nosotros mismos y con el entorno).  Suelo escuchar frases como, ¡Todo estaba bien, hasta que llegó tal persona y me malogró el día!, ¡No puedo tolerar este tipo de cosas, me alteran mucho!.  

¿Podemos ser felices en un escenario y en otro ponernos muy irritables?.. Esta pregunta encierra el principio de la felicidad constante, un tipo de felicidad que nos acompaña a donde vamos, una totalidad, donde cada encuentro y lugar es importante y tiene que ver con el nivel de felicidad que experimentamos.   Para sentirnos protagonistas en todos los escenarios donde nos toca vivir cada día es preciso aceptar diferencias, contagiarte con la alegría de otros, tener empatía y dar un poco de ti que pueda “servir.  Por ejemplo,  podemos ser protagonistas estando en una butaca escuchando una conferencia, interiorizando al máximo todo lo que podamos aprender, podemos ser protagonistas respondiendo de manera inteligente a una provocación gestionando adecuadamente nuestras emociones, no necesitamos tener el primer papel para ser protagonistas del aprendizaje de nuestra vida.

Seamos observadores del mundo (yo interno y entorno), cada instante de nuestra vida, en cada escenario, aprendamos a entender a los seres humanos que les toca cruzar experiencias con las nuestras, que hacen historia con nosotros.  Seamos protagonistas activos, emprendiendo algo nuevo cada día, compartiendo, tal vez no veamos nunca más a la persona que le cediste el paso en la calle, pero su mirada quedará en ti y te llenará el alma. 

Mira a tu alrededor como una campo de aprendizaje continuo,

“Alegría-tristeza”, opuestos complementarios indisolubles y eternos, uno sin el otro sería imposible la evolución y la felicidad. 
(Opuestos Complementarios)
-Osho.


Somos Lo Que Hacemos


El conocido dicho popular “por sus actos los conoceréis”  cabría concluir que lo que determina la naturaleza profunda de un individuo es su conducta, lo que hace o deja de hacer en las situaciones comprometidas.

Pero no nos dejemos llevar por la tentación del análisis fácil. Profundicemos un poco más.
Cada uno de nosotros posee unas creencias, unos deseos, unas aspiraciones y una ética. Llamemos a ese conjunto “personalidad verdadera”.

Sabemos, sin embargo, que no siempre se manifiesta en nuestra conducta esa personalidad profunda que identificamos con nuestra verdadera esencia. ¿Por qué?

La razón es que el entorno actúa sobre nosotros como una especie de frontón que nos devuelve la pelota en función de cómo la lancemos. Antes de decir en voz alta lo que pensamos o actuar como desearíamos, tenemos que imaginar cómo reaccionará el entorno y en base a esa conjetura, realizar el cálculo del costo que tendrán nuestras acciones.

Lo habitual es expresarse y actuar según el criterio del máximo beneficio en función del entorno y a ese estilo de comportamiento podríamos llamarlo “personalidad optimizada en función del entorno”.

Así, si estuviéramos en un país donde se lapidan a las mujeres adulteras, nos cuidaríamos de exponer públicamente nuestra opinión al respecto y si hubiésemos vivido en la Alemania nazi, evitaríamos ayudar a cualquiera que fuese judío, aunque nuestros deseos fueran otros.

Así que, según lo que antecede, habría que suponer que tenemos una personalidad profunda, con la que nos sentimos identificados y otra personalidad externa, que fluctúa y se adapta al entorno. La personalidad externa actuaría como un filtro corrector para las manifestaciones de la personalidad profunda, a fin de optimizar su comportamiento básico.

El gran hombre, ese que trasciende a los libros de historia y que deja su huella en el mundo, se caracteriza por regirse siempre por su personalidad profunda y no dejarse intimidar por el entorno. Por el contrario, el sujeto insignificante, se caracteriza por amoldarse rápida y descaradamente a cada situación, cambiando continuamente de discurso y de comportamiento, en función de lo que más le conviene en cada caso.

La pregunta que ahora nos hacemos es: ¿Cuál estrategia es mejor? ¿En qué se diferencia el gran hombre del apenas hombrecito?

 La diferencia fundamental está en la eficiencia computacional de la mente del gran hombre, 
capaz de imponer su personalidad interior al entorno, sin tener que pagar un alto costo por ello
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El gran hombre es capaz de transformar el entorno para adaptarlo a su forma de pensar y de actuar, tal como han demostrado los grandes líderes sociales, mientras que el hombrecito no dispone de recursos mentales y se ve obligado a adaptarse al entorno para paliar y compensar la ineficiencia computacional de su entramado sináptico.


Pero en el fondo, casi todos somos grandes hombres y no tenemos por qué recriminarnos cuando nos comportarnos como hombrecitos en algunas ocasiones críticas, pues ya pagamos por ello un alto precio en vergüenza y oprobio.