sábado, 9 de mayo de 2020

Diálogo ïÍntimo


Decía Alejandro Magno que “Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a los demás y la realidad que lo rodea”.

No le faltaba razón a este rey macedonio porque a través del autoconocimiento aprendemos a desenvolvernos con eficacia en la vida y a afrontar nuestro día a día de manera óptima. Saber realmente cómo somos, qué sentimos o qué metas queremos alcanzar son capacidades que se asocian a la inteligencia interpersonal.

Tener inteligencia interpersonal significa entender quiénes somos, saber identificar nuestras emociones y actuar en consecuencia. 

Habilidades que nos permiten regular nuestro comportamiento, resolver problemas de modo eficaz y tomar decisiones .Con el autoconocimiento aprendemos a identificar nuestras capacidades, pero también nuestras limitaciones. Esto nos ayuda a planificar metas de manera realista para evitar frustraciones futuras. Las personas dotadas de inteligencia interpersonal saben dominar sus emociones y adecuarlas a las circunstancias.

¿Se puede trabajar la inteligencia interpersonal? Si estás interesado en crecer interiormente y aprender más sobre ti mismo, puedes realizar una serie de ejercicios ayudarán a potenciar esta inteligencia.

Controla tus emociones: una habilidad que tienes que aprender a desarrollar. Controlar no significa no sentir, sino saber cómo actuar ante esa emoción o sentimiento. 

Aprende a identificar las emociones negativas para transformarlas en positivas. 

Un ejemplo: te sientes airado. Analiza el motivo que te hace estar así e intenta reconducirlo. Un truco muy eficaz, ríete de alguna nimiedad, este recurso te ayudará a transformar las emociones negativas en positivas.

Viaja a tu interior. Decía Erich Fromm que “el autoconocimiento comienza por la auto aceptación. Acéptate y te conocerás mejor”. Haz una lista de tus virtudes y otra de tus defectos. Pídele a alguien cercano que haga lo mismo para conocer qué imagen tiene de ti. Compara ambas listas e intenta mejorar aquello que no te guste.

Actúa. Observa cómo influyen tus emociones en tus estados de ánimo y busca la manera de modificar los negativos en positivos. Anota en un papel los comportamientos que te hicieron sentir mal y piensa cómo podrías solucionarlo. Por ejemplo: cuando te sientes triste ¿qué puedes hacer para cambiar esa emoción? Hablar con un amigo. Ponlo en práctica.


Acéptate cómo eres: decía Jean-Jacques Rousseau que “nadie puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo”. Analiza cuáles son tus capacidades y tus limitaciones. Fíjate metas a corto y medio plazo en función de las mismas. 

Esto reforzará tu autoestima y te enseñará a aceptarte tal y como eres.

Nostalgia


Recordar no es malo. Las personas estamos hechas de recuerdos, de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. Dejar que la nostalgia nos acaricie de vez en cuando con su aire tibio y evocador no tiene por qué ser algo negativo. Según nos dicen los especialistas, el ser humano pasa gran parte del día “recordando cosas”, pero ahora bien, no debemos anclarnos a esos recuerdos de una forma obsesiva.

En ocasiones, dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que parece que nunca se va. Nos da miedo soltar los recuerdos que una vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño y evita que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante.

“El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia”
-Milan Kundera-

Una de las facultades que nos propicia el mundo emocional es sin duda la sensación de nostalgiaSe trata de evocar un recuerdo, pero no un recuerdo cualquiera, sino uno querido, uno añorado de ese nuestro álbum particular del pasado.

Pero a veces la nostalgia trae consigo un perfume triste. Trazos de una vida vivida que nos deja cierta sensación de añoranza y dolor en vista de un ayer que tal vez, concentró mucha felicidad, un bienestar del que carecemos en el presente. Es entonces cuando algunas personas pueden caer en el abismo de ese laberinto, obsesionándose en la nostalgia de recordar el ayer porque su vida, tal vez, solo encuentra sentido en esos momentos.

Un refugio adictivo al que vuelven repetidamente a través de fotografías, cartas, objetos… un exilio personal que les hace perderse el presente para llenar los vacíos actuales de su vida. Por la cabeza no se pasa en ningún momento la posibilidad de deshacerse de todo eso que, en realidad, es inservible e incluso hace daño. Eso, no es bueno.

El pasado nos debe servir como trampolín para nuestra realidad y no como una ventana donde quedarnos asomados diariamente, ahí donde perdernos a nosotros mismos y con riesgo de caer finalmente en una depresión.

La nostalgia debe servirnos para recordar lo que fuimos, lo que tuvimos y lo que vivimos para después sacar una valoración, un aprendizaje de la misma. Toda experiencia es un conocimiento para avanzar, no para quedar estancados.


El pasado nos sirve para aprender. Es una experiencia que nos dota de madurez y nos permite crecer. 

Pero la felicidad se busca cada día en el presente, en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, sin olvidar nunca una cosa que “no hay peor nostalgia que añorar lo que nunca existió”. 



La Comunidad Virtual


El humanismo tradicional del siglo XX, inspirado por la cultura del libro, se distanció sistemáticamente de la nueva sociedad de la información digital; el Internet y las herramientas de procesamiento de información revolucionaron el mundo, la sociedad en el transcurso de este periodo desarrolló ciertas características adaptativas, basadas en la convivencia (Humano – Maquina), esta transformación establece su base en el impacto de tres segmentos tecnológicos: 

Los dispositivos, las aplicaciones y la infraestructura de comunicación social, las cuales están envueltas en diversos cambios físicos, conductuales y cognitivos del ser humano; así como el surgimiento de nuevos modelos de influencia y control social, mediante la nueva comunicación ubicua; no obstante en este nuevo proceso de convivencia se desarrollan nuevos modelos como el “pensamiento colaborativo” y el “InfoSharing”; que gestionan la información social bajo tres dimensiones ontológicas Humano – Información – Maquina, el cual es la base de un nuevo ecosistema físico-cibernético, donde coexisten y se desarrollan nuevas unidades sociales llamadas “Comunidades virtuales”.


Esta nueva infraestructura de comunicación y gestión social de información ha descubierto áreas de vulnerabilidad denominada “Perspectiva social del riesgo”, impactando a todas las unidades sociales por medio del vector masivo de impacto; El entorno virtual  y sus componentes, así como el ciclo de vida de la gestión de información social nos permite entender la trayectoria de la integración “Tecno – Social”, y estableciendo de la nueva cibernética, dentro de la convergencia de la tecnología con la sociedad y su nuevos retos de convivencia, encaminados en una nueva visión holística y no pragmática, ya que el componente humano en este entorno virtual es el precursor del futuro y necesita ser estudiado no como una aplicación, sino como el eje de una nueva sociedad.

Superarnos


Es una acción que requiere inmediatez, planeación, esfuerzo y trabajo permanente. Por lo que simplemente el tiempo, el deseo y la propia estimulación, no llegan a un buen puerto.

Las aspiraciones que habitualmente tenemos en la vida, tienen su centro en aquellas oportunidades, su provecho y la obtención de los frutos deseados. Por lo tanto, podríamos decir que la superación es aquel valor que nos motiva a perfeccionarnos, ya sea desde lo humano, espiritual, profesional, económico. Por lo cual debemos vencer todos aquellos problemas que se nos presenten. Para ello, desarrollaremos la capacidad de lograr cada objetivo propuesto. Es decir, que la verdadera solución no tiene cantidad, sino por el contrario, calidad
.
Los seres humanos tenemos que saber que poseemos un deseo innato: la superación. Pero a veces, nos paralizamos. ¿Por qué? Diríamos que el principal freno es nuestra persona, ya que muchas veces los temores más profundos, nos paralizan y actuamos como simples conformistas.

Usualmente, nos encontramos con personas que hablan permanentemente de sus planes y del nuevo rumbo que iniciarán en sus vidas, pero finalmente todo se desvanece, y quedan en palabras y deseos, replicando los contratiempos no previstos, los cuales obstaculizaron sus objetivos. 

Ello demuestra lo que mencionábamos anteriormente, y es que la superación no se logra con tiempo, sino con acciones inmediatas y cargadas de esfuerzo y arduo trabajo.

El gran cambio lleno de beneficios materiales, no concuerda con la superación.

La capacidad de plantearnos nuevos retos, disponernos a enfrentar y resolver dificultades, es temida por las personas, ya que el tiempo y permanencia en un determinado lugar, nos asegura estabilidad y seguridad.

Justamente, la manera más fácil de medir el progreso, es la acumulación de recursos económicos y materiales tan necesarios. El problema es que siempre encauzamos la superación hacia ese punto. El hecho aquí, es que existen otros aspectos fundamentales que debe tener en cuenta cualquier persona.

Por ejemplo, como manejamos nuestros hábitos y costumbres (ya sea desde el cuidado de cosas ajenas y personas, a la amabilidad con que nos dirigimos hacia otros). Además como nos desenvolvemos en el ámbito laboral. Si somos padres analizar que tiempo le dedicamos a nuestros hijos y la labor que estamos haciendo en la formación de nuestra familia. Y además ver nuestra cercanía al ámbito espiritual, ya que es muy frecuente que quede descuidado, sin embargo es un espacio que ofrece muchas posibilidades para el conocimiento de valores, preceptos y sacramentos.


Como mencionábamos anteriormente, en los bienes materiales no encontramos la superación; sino por el contrario, está en nosotros mismos. Ahora bien, tampoco importa la edad en el que uno se dispone a superarse, porque renunciar a mejorar, se asemeja a una vida sin falta de aspiraciones, es decir, solamente a conformarse.



L a Generosidad


Uno de los valores que debería fomentarse y practicarse a diario, desde los primeros años de vida,  es la generosidad  para conseguir un mundo mejor.
La bondad y la empatía deben practicarse diariamente.

Enseñarla a los niños es sencillo, basta el ejemplo genuino de los adultos cercanos a ellos para que esta virtud sea parte de sus vidas y así la practiquen a diario, comenta la orientadora familiar Ana Lucía Rosel.

Los niños desde pequeños deben  aprender que es mejor  ayudar al necesitado y cooperar, en lugar de agredir, arrebatar o maltratar.  “Pero ¡Ojo!, no solo basta con que ellos sepan lo que es la generosidad y en qué consisten los actos bondadosos, si no los practican. Aquí entra en juego la palabra “servicio” y lo que esta conlleva, añade Rosel y explica que la palabra bondad tiene muchos sinónimos, entre ellos, amor, servicio, caridad y solidaridad.

“Ser bondadoso requiere acción a través del servicio y hay muchas maneras de demostrarlo, de hecho, Jesús, es el claro ejemplo de generosidad, porque buscaba al fatigado, al enfermo, al pobre y al solitario para ser benévolo con ellos”,  dice el guía espiritual Roberto Mejía.

“Es igual que la fe; Santiago 2: 14-20: cita ‘¿De qué sirve si alguno dice que tiene fe y no hace obras?... Si un hermano o una hermana está desnudo  y alguno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas  necesarias para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma’”, añade Mejía.

La formación moral de los alumnos empieza y sigue en casa. No debe pretenderse que en los centros educativos se enseñe esta.

“La única forma en que los niños pueden incorporar lo que implica tener un buen corazón es observando comportamientos que los modelen por parte de las personas que más aman, es decir, sus padres”, señala la educadora familiar y psicóloga Ángela Marulanda en su libro Creciendo con nuestros hijos.

Para enseñarle a los hijos a ser bondadosos primero hay que enseñarles a que sean agradecidos. Quienes tienen gratitud hacia sus familias, o por los juguetes que tienen,  por la casa, por la comida, por el colegio, por la ropa, etcétera, serán capaces de desarrollar una mejor empatía y compasión por los demás.

Hacer obras sociales  también es educar en bondad y además se fomenta la empatía. Una obra social puede ser recaudar dinero para una buena causa, ofrecer el tiempo para recoger elementos para los más necesitados, recaudar fondos para niños enfermos o encontrar hogares para perros y gatos abandonados.

“A raíz de las crisis de valores que atraviesa la sociedad actual, se ha llegado al extremo de considerar  que ser  bondadoso es casi una desventaja. Desde que el éxito, la felicidad y el progreso se entiendan en términos de acumular bienes, escalar posiciones y cosechar fama y poder, todo lo que no contribuya a tal fin es considera innecesario. Así, la competitividad, el protagonismo y la agresividad han desplazado a la sencillez, la compasión, la rectitud, la generosidad, la solidaridad y la bondad”, cita Marulanda.

En conclusión, para conseguir que los niños sepan qué es la bondad, el ejemplo es la mejor herramienta. El modelo que le ofrece el adulto le dirá mucho más que mil palabras y su efecto será  inmediato y profundo.



Las Expectativas Y La Realidad


Las expectativas versus La realidad: la eterna batalla.
No hay ninguna conspiración contra ti, nadie te quiere hacer daño y nadie te ofende. Créeme. Lo que de verdad te ofenden son tus expectativas.

Y es que no hay nada más devastador que esperar algo y que la realidad no cuadre con lo que teníamos pensado. ¿O acaso es al contrario?

¿Acaso no son nuestras expectativas la verdadera causa de nuestro malestar y dolor?

Hoy quiero hablarte de esta disonancia que vivimos continuamente y te quiero regalar mi técnica take-away para vivir en la realidad y vencer esas expectativas que te restan felicidad.

Quiero que realices conmigo un ejercicio de introspección y busques esas situaciones donde tus expectativas no se han ajustado con la realidad.
Quizá esperabas un regalo en tu cumpleaños que no recibiste.

Quizá un día que estabas especialmente mal esperabas afecto de tus amigos más cercanos  y no te lo dieron.

Quizá esperabas ciertas notas en un examen y el resultado no fue el esperado.
Quizá esperabas que tu pareja te llevara a un lujoso restaurante y te agasajara a cumplidos y halagos… y al final todo lo que pensaste no podía estar más lejos de la realidad.

Y claro, después de estas situaciones te enfadabas. Te entraba la típica rabieta de cuando un niño quiere un helado y no se lo compran.

Ahora, date cuenta de dónde está el problema.

¿Son los demás los que te ofenden o eres tú quien exige demasiado a la realidad?
Puedes pensar lo que quieras, pero creo que es más sano deshacerse de esas expectativas que te están amargando y estropeando los momentos felices.

Ni tu familia (padres, madres, hermanos), ni tus amigos, ni tu pareja te pertenecen. Son personas distintas con motivaciones distintas y vidas distintas.

No puedes pretender que estén ahí para ti cumpliendo todas tus expectativas. No los puedes comprar, no los puedes acaparar, no los puedes atar… Son libres, igual que un pájaro o el agua corriente de un río
.
Y es bello que sea así, porque así es la vida. Un ir y venir de personas que te tocan, comparten contigo su tiempo y se van.

No te ofenden los demás, son tus pensamientos acerca de cómo tienen que actuar las personas, cómo tienen que actuar tus padres, tus amigos o tu pareja. Deja que cada uno actúe como es, como seres libres y conscientes de otra realidad (la que perciben ellos) y que es totalmente distinta a la tuya.

Nuestra mente quiere ayudarnos a ver la realidad y que nos esforcemos lo mínimo posible, por lo que hace que nos guiemos diariamente por pensamientos y creencias. Esto no es ni bueno ni malo, simplemente estos patrones sirven para que nuestro comportamiento esté más orientado y haya menos incertidumbre en nuestra vida. Aunque muchas veces estos pensamientos automáticos nos jueguen malas pasadas. Nuestra mente quiere ayudarnos a ver la realidad y que nos esforcemos lo mínimo posible, por lo que hace que nos guiemos diariamente por pensamientos y creencias. 

Esto no es ni bueno ni malo, simplemente estos patrones sirven para que nuestro comportamiento esté más orientado y haya menos incertidumbre en nuestra vida. Aunque muchas veces estos pensamientos automáticos nos jueguen malas pasadas.


Ni tú deberías nada, ni los demás deberían nada. La palabra “debería” quítala de tu diccionario mental, elimínala para siempre. No es más que un peso de obligación sobre nosotros, sobre nuestra propia capacidad y sobre lo que esperas de los demás. 

Créeme, ni tú debes hacer nada por nadie ni los demás deberían hacer nada por ti. Hazlo si quieres hacerlo, y los demás lo harán por ti si les sale desde el corazón.

Los Mitos

A través de la mitología se ha tratado de interpretar la inmortalidad, el deseo de la eterna juventud o una cura milagrosa. estos son temas que aluden a la muerte o a su negación. “en el inconsciente cada uno de nosotros está convencido de su inmortalidad

En la hermenéutica del mito existen distintos niveles interpretativos que devienen de diversas postulaciones teóricas. Una de ellas concibe al mito como un intento de expresión de las ansiedades básicas de la humanidad. Aquello que no se sabe cómo conocer o entender, se lo explica míticamente, siendo esta explicación a la vez un esfuerzo de elaboración de tales ansiedades y, ambivalentemente, la búsqueda de la negación de las mismas.

Se cierra el círculo: se constelaniza el mito, fascina a los individuos. Este efecto luminoso, adhesivo, fascinante, es la clave que señala que el mito porta esos secretos inaccesibles a la conciencia; como un juego que todos los hombres lo practican como que no conocieran las reglas.

Por esto el mito es también una contraseña que permite indicar aspectos de la identidad humana. En el ciclo mítico del héroe, específicamente, y siguiendo a Joseph  Campbell, mitólogo y escritor, la fórmula de los ritos de iniciación: separación-iniciación-retorno que denomina unidad nuclear del monomito, esquematiza en tres los momentos de la vida del héroe. ¿Qué impulsa al héroe a iniciarse? ¿Cuándo decide emprender la aventura? ¿Por qué?

Estas preguntas quizás puedan comenzar a responderse si se toma en cuenta aquello de que el héroe sale a buscar: la hierba de la inmortalidad, los elíxires para la larga vida y la eterna juventud, la panacea que curaría todas las enfermedades, los secretos de la vida. Estos son temas que aluden a la muerte o a su negación.

El héroe sale a desafiar la muerte, entonces, y su propósito sería vivir después de haberse encontrado con la muerte, o tener la seguridad de su inmortalidad, generalmente para tratar de transmitirla a los demás. Gilgamesh, héroe mesopotámico, salió a buscar el elixir que le garantizara rejuvenecer y no envejecer. Su travesía implicó vencer leones, hombres-escorpiones, hasta que pudo llegar a un hermoso jardín con flores, frutas y piedras preciosas.

La Responsabilidad


Quiero hablar de este tema de gran importancia, para que las demás personas sepan lo que es para mí la responsabilidad. Todos en este mundo tenemos libertades, derechos, así como también tenemos obligaciones, que son parte de algo llamado responsabilidad.

Responsabilidad: acción de responder de las consecuencias de las propias acciones o de las de otro.

La responsabilidad no solamente es un tema para ti mismo; es decir, no solamente te afecta a ti, sino a toda la sociedad que te rodea. Aunque pienses: “¿qué tiene que ver la responsabilidad conmigo?”, la respuesta es simple: TODO.

 En este caso me voy a referir a los estudiantes como yo. Mis responsabilidades son: ir a la escuela, llegar temprano, llevar mi uniforme limpio y completo, asistir bien peinado, tarea, trabajos, exámenes, actividades; también en el hogar: mi ropa, mi recámara, etc.

Para que la responsabilidad se lleve a cabo son necesarias dos cosas: libertad (primeramente se necesita el uso de razón, por ejemplo: los animales, los niños y los locos carecen del uso de razón; por lo tanto, ellos no son responsables) y la ley (que implica hacerte cargo de tus actos ante alguien que ha regulado un comportamiento).

Todos necesitamos, para poder ser responsables, de alguien que tenga autoridad y que sea capaz de ponernos reglas. Las siguientes autoridades pueden ser: Dios, padres, maestros, etcétera, por mencionar los más importantes.

Para mí la responsabilidad es ser libre y enfrentar tus problemas o tus buenos ratos con razonamiento. Para mí es mejor ser responsable, ya que así mi conciencia como hijo-estudiante está limpia, además de que crece mi valor como persona.

Las demás personas tienen otra imagen de ti si eres responsable, por ejemplo: “mira, él sí trabaja, cumple con sus tareas y es un buen hijo”.

Siempre tendrás personas que te ayuden, ya que saben que eres responsable y nunca fallas.

Pero hay otras personas que en vez de afrontar sus problemas deciden quitarse de toda culpa, o se hacen los que no les importa nada, eso se le llama EVITAR RESPONSABILIDADES, pero yo creo que si quieres llegar a ser alguien en la vida, tienes que aprovechar al máximo las oportunidades que te den y responsabilizarte en las cosas que tengas que hacer AHORA, porque después serán muchas más obligaciones de las que pienses
.
A veces no puedo creer, cuando mis compañeros de clase llegan sin sus tareas y sus trabajos, y me quedo pensando “¿Que habrá sido más importante para no cumplir con lo que debía?” o “¿Qué será de ellos cuando estén más grandes?...Cuando tengan casa, familia, hijos, trabajo.
Si decides ser responsable, primeramente tienes que aclarar lo que deseas ser en la vida, que quieres que la gente vea de ti, que quieres lograr, así tendrás tus valores más planteados y tu mentalidad de responsabilidad crecerá. Bueno al menos a mí sí me funciona.

Pero también necesitas de dos cosas que para mí son muy importantes, la valentía: que te ayuda a querer alcanzar tus metas a toda costa, y la humildad: que hace que aceptes tus fallos, y así mejoras, ya que de los errores aprendes.


Para concluir, yo solo quiero decir que para cambiar al mundo, primero tienes que cambiarte TÚ. Hay que luchar para que este valor tan importante (LA RESPONSABILIDAD) nunca se pierda. Juntos lo podremos lograr.



Lo Que Hace Todo Posible

 
Una vez que empieces a considerar que estar solo es agradable, vas a sentir más confianza en tu habilidad de estar sin nadie. Y eso naturalmente lleva a que te sientas más independiente.

Ya no vas a experimentar más la ansiedad o ese deseo ardiente de compañía, una vez que aprendas lo encantador que es estar solo.

La vida está llena de relaciones, y la mayoría de ellas sólo dura cuando ambas personas están felices.  Y eso se puede volver un trabajo desgastante dependiendo de con quien estás. Ahora, esto no se aplica sólo a las relaciones personales, sino a todo tipo de relaciones.

Una vez que estás solo, la única felicidad por la que te tienes que preocupar es por la tuya.

Cuando comienzas a disfrutar de estar solo, muy rápidamente verás que la soledad significa que no tienes que disculparte por lo que has hecho. Muy a menudo, hacemos cosas que terminan enojando a otras personas o hiriendo los sentimientos de alguien más y luego tenemos que disculparnos rápidamente por eso.

Muy seguido, sentimos la necesidad de que nuestros amigos y familia nos den el visto bueno antes de hacer algo. Constantemente buscamos el consejo de otras personas acerca de lo que deberíamos hacer.

Por supuesto, hay algunas veces en las que no sólo es perfectamente aceptable pedir un consejo, sino que es necesario también. Pero por otro lado, hay veces en las que somos perfectamente capaces de actuar por nuestra cuenta, y no necesitamos buscar a los demás para que nos den las respuestas.

Saber Estar Solo


Algunas personas piensan que “estar solo” es algo malo.
Sin embargo, existen muchos beneficios que surgen una vez que aprendes a aceptar la soledad.

No estoy diciendo que te transformes en Tom Hanks en el Náufrago, ya que nadie puede discutir contra los beneficios y alegrías que hay al tener una relación gratificante con otras personas. Lo que sí estoy diciendo, es que una vez que aprendes a disfrutar estar solo, vas a crecer como persona.

A continuación hay diez cosas increíbles que te pasarán una vez que comiences a divertirte estando solo:

A menudo cuando estamos rodeados de personas gastamos mucha energía.

Tratamos de mantener al resto feliz, de hacerlos reír, apaciguar sus egos, leer sus emociones y todas esas otras cosas de rigor que vienen con cualquier interacción. Un poco de tiempo en solitario permite que te recargues, por lo que es bueno tomar un descanso, tanto emocional como  mental, de la interacción constante.

Tu vida siempre se mueve a un ritmo increíblemente rápido. Tan rápido de hecho, que probablemente sea raro que tengas un momento para sentarte y reflexionar sobre tu vida. Estar solo te da la oportunidad perfecta para realizar un poco de auto reflexión.

Cuando comiences a disfrutar estar solo, ganarás una mayor perspectiva sobre tus propias emociones. Crearás un entendimiento más profundo acerca de lo que te hace feliz, lo que te molesta y lo que te entristece.

Con ese conocimiento es más fácil regular tus emociones. Pero todo comienza con el entendimiento sobre cómo te sientes, y eso sólo llega con un poco de soledad
.
Cuando estás permanentemente acompañado por otras personas, siempre estás cediendo para encontrar soluciones que el grupo completo pueda disfrutar. Y desafortunadamente, las cosas que más quieres, podrían no siempre estar dentro de lo que el grupo quiere.

Así que es fácil divertirse estando sólo, una vez que te das cuenta que al hacerlo, tienes más libertad para realizar las cosas que realmente quieres hacer.

Estar en compañía de otros puede ser entretenido, pero también puede afectar seriamente tu productividad. Hay momentos en que la compañía de otras personas resulta ser nada más que una distracción que impide que hagas tu trabajo.

Cuando pasas tiempo solo de forma constante, y eventualmente comienzas a disfrutarlo, echas de menos a tus amigos. Por ello, cuando estés con ellos te darás cuenta de que también disfrutas de esas relaciones incluso más.

Esto se debe a que el tiempo que pasas solo te da a una mayor apreciación de ti mismo. Pero también te permite apreciar todas las cosas geniales que hay en las relaciones con otras personas, muchas de las cuales no podías percibir antes.

Una vez que empieces a considerar que estar solo es agradable, vas a sentir más confianza en tu habilidad de estar sin nadie. Y eso naturalmente lleva a que te sientas más independiente.

Ya no vas a experimentar más la ansiedad o ese deseo ardiente de compañía, una vez que aprendas lo encantador que es estar solo.


La Ilusión Mental



Atravesamos la vida tratando de hacer equilibrio entre la paranoia y la ingenuidad. En algunos casos, tendemos a ver amenazas donde no las hay o no tienen la dimensión que les otorgamos, y en otros, adoptamos una postura cándida que se inclina por ver las cosas mejor de lo que realmente son.

Una revisión constante de la experiencia y de las reflexiones que la sustentan nos sirve para ir calibrando nuestros juicios, que con el tiempo se van haciendo más certeros, aunque nunca exactos.

Si te ilusionas e idealizas “todo el tiempo” es probable que no estés evaluando tu experiencia de manera adecuada. En general, esto sucede cuando los datos de la realidad desafían creencias muy arraigadas y que nos negamos a modificar. 
Entonces, para conservar esas creencias, evitamos confrontarlas con la información que las contradice.

A menudo, este apego a determinadas creencias toma la siguiente forma: las cosas “deben” ser de una cierta manera. Como consecuencia de esta postura, aunque comprobemos una y otra vez que la realidad nos desmiente, hacemos caso omiso de esto y continuamos en nuestra búsqueda para ver si la próxima vez las cosas son finalmente como nosotros creemos que deben ser.


Para no hacerse falsas ilusiones es importante que evites pensar tanto en el futuro y que te centres en el presente. Muchas veces, por anticiparnos demasiado a los hechos, evitamos disfrutar de lo que es realmente importante y, lo importante, es la vida que tienes hoy. 

Así que disfruta del momento sin pensar en el mañana. Este es el mejor consejo para que tu vida sea satisfactoria. 



Nacidos Para Pensar


Si lo ha intentado alguna vez no creo que lo haya conseguido, pues, aunque intentemos evitarlo es muy difícil, si no imposible, detener el pensamiento del mismo modo que detenemos la imagen del televisor presionando el botón de pausa. 

Otra cosa es dejar de pensar en algo concreto. Eso sí es posible y mucho más fácil, pero si intentamos dejar de pensar por completo, el intento mismo ya es una forma de pensamiento. No podemos parar al cerebro, detenerlo en su inercia pensante. Lo que muchas veces llamamos quedarse en blanco, nunca es un blanco perfecto. Siempre hay algo en nuestro pensamiento, simple o complejo, 
más estático o más dinámico, quizá nunca completamente estático, salvo cuando dormimos sin soñar o cuando nos anestesian en un quirófano. 

El cerebro no se para nunca pues, mientras funcione, estamos pensando de un modo u otro. Una mente sin pensamientos tiene poco sentido, sería algo así como un recipiente vacío y, por tanto, un mero adorno.

Por un lado, los pensamientos pueden ser queridos, voluntarios, como cuando razonamos intencionadamente sobre algo, o cuando soñamos despiertos imaginando que pasan determinadas cosas, sean buenas o malas. De forma intencionada podemos pensar en que nos ha tocado la lotería, o dejar de pensar en que se acaban las vacaciones. Sin embargo, ¡ay!, cuando los pensamientos están impregnados de emociones, entonces difícilmente podemos evitarlos.

Entonces nos acosan y se nos imponen. Cuando temo el resultado de una prueba médica no puedo dejar de pensar en ello por mucho que lo intente. Pero el pensamiento es otras veces errante, vago y aleatorio, influido por percepciones momentáneas, por los estímulos exteriores que afrontamos en cada momento. Influido también, sin que lo sepamos, por la actividad inconsciente del cerebro, algo que no tenemos por qué considerar pensamiento propiamente dicho.

Sabemos muy bien a qué nos referimos ordinariamente cuando hablamos de pensar, no obstante, más difícil es tratar de definir el pensamiento mismo. ¿Qué es, cuál es su naturaleza? Utilizamos el término en muchos sentidos, incluidos algunos incongruentes y poco científicos. Hablamos de personas que piensan poco o mucho, que piensan bien o mal, o incluso de gente que no piensa. 

Curiosamente, en ambientes académicos o intelectuales se suele hablar también de aprender a pensar, como si el pensar fuera algo que hay que aprenderlo, igual que el hablar o el andar. Ese lenguaje es básicamente erróneo porque el pensamiento se nos impone, es decir, surge espontáneamente y se modula con la estimulación ambiental cuando el cerebro madura en el recién nacido. 

Antes incluso de nacer, el feto ya puede tener ciertas formas de pensamiento basadas en los estímulos que recibe. No tenemos que aprender a pensar, pues nacemos genéticamente dotados para ello. Otra cosa es aprender a pensar de un modo particular sobre algo, o a razonar convenientemente sobre determinadas cosas.

Una definición científica del pensamiento es la que lo considera como la actividad mental, y, por tanto, cerebral, que tiene lugar en ausencia de la cosa misma sobre la que se piensa. Cuando contemplamos un paisaje u oímos una melodía las primeras impresiones que invaden nuestra mente son de luces, colores, formas o sonidos. Son sensaciones inmediatas que, según dicha definición, no son todavía pensamiento. El pensamiento surge cuando nos ponemos a razonar sobre esas sensaciones, es decir, cuando empezamos a reconocerlas, valorarlas, compararlas con información almacenada en la memoria o tomar decisiones sobre ellas o a partir de ellas. 

Tal como lo concebimos no es fácil discernir el momento en que la sensación se convierte en pensamiento, pero sí podemos decir que cuando reconocemos las cosas que vemos u oímos las sensaciones ya se han convertido en percepciones y eso ya es una primera forma de pensamiento. Éste se hace especialmente profundo, implicando una gran actividad cerebral, cuando hacemos cosas complejas, como resolver problemas matemáticos o dilemas morales.

La pléyade de estímulos de toda índole que nos invade en el mundo moderno hace que nuestro cerebro se vuelva adicto a los mismos, es decir, hace que se convierta en un órgano al que no le bastan sus propios pensamientos y necesite ser estimulado por doquier. De ello da fe un experimento reciente de la Universidad de Virginia en Estados Unidos, donde el psicólogo social Timothy Wilson sometió a un buen número de estudiantes universitarios y a otros voluntarios a sesiones de entre seis y diez minutos, en una habitación pobremente ambientada o en sus propias casas, en las que tenían que quedarse a solas con sus propios pensamientos, sin compañía de ningún objeto o aparato estimulador o distractor, como móviles, ordenadores o incluso bolígrafos. El resultado fue que esa experiencia resultó tan desagradable para el sesenta y siete por ciento de los hombres y el veinticinco por ciento de las mujeres que muchos de ellos prefirieron administrarse una descarga eléctrica de cierta intensidad antes que volver a repetirla.

Imagínese usted mismo sin móvil, ni televisor, ni periódicos, ni agendas, ni ordenador, ni cadena musical, ni libros o revistas. Se pasa verdaderamente mal cuando hoy en día, en nuestro sofisticado y enriquecido mundo, te quedas completamente a solas con tus pensamientos. 

Hay incluso quien dice que una prueba de hambre de estímulos y adicción informativa es la imperiosa necesidad de consultar el whatsapp o el correo electrónico que tienen algunas personas cuando se levantan a media noche para ir al baño.